Una burla más a la norma legal
En la práctica, la ausencia de banderías casi no tendrá diferencia alguna, porque se trata de un partido que, como todos los demás, solo tienen como motivo de existencia llevar a la presidencia a su propietario-fundador. Es importante señalar que en esa campaña electoral sin el símbolo del partido se puede colocar también al ministro de Comunicaciones, Alejandro Sinibaldi, quien no ha dejado de participar en inauguraciones, en compañía del presidente Otto Pérez Molina, con la excepción de los días que se ausentó del país en fechas coincidentes con el campeonato mundial de futbol.
Baldizón asegura que hacer visitas sin símbolos partidistas no es campaña, interpretación que es discutible, dadas las peculiaridades del país. Es imposible creer que este político se haya divorciado de su partido, por lo que todo resulta ser una estrategia que, en la superficie y en el fondo, tiene como meta mantener la constante campaña electoral.
Un posible efecto adicional de la estratagema liderista es que puede servir de mal ejemplo para otros autonombrados aspirantes a la presidencia de la República. De pronto podrían darse “renuncias” de políticos a sus partidos. La burla a la ley consiste básicamente en que Baldizón sabe que es visto como el centro del partido y que por ello será nulo el efecto de reducir su fuerza electoral, basada en un caudillismo puro y duro.
Este asunto trae forzosamente a colación el caso de funcionarios de gobierno y al mismo tiempo aspirantes a la presidencia o a cualquier candidatura que se presentan en público como parte de su trabajo gubernativo. En los dos casos se trata de burlas a la ley y de intentar que la campaña electoral —o electorera— dure muchos meses más sin que haya sido autorizada por la autoridad respectiva.
Según un aforismo jurídico, es legal hacer todo aquello que la ley no prohíba. Cierto. Pero en algunos casos, y este es uno de ellos, el efecto en un alto porcentaje de la población es que se afianza la creencia de que los políticos están dispuestos a recurrir a argucias pseudolegales. Es notorio además que este tipo de maniobras no es común en países políticamente sólidos, con tradición y con un una mínima cuota de vergüenza.
Resulta fácil comprender la profundidad de la burla, con solo pensar qué ocurriría en estos países políticamente desarrollados si un candidato renuncia de la manera como Baldizón lo hizo ayer. De inmediato se hablaría de su sustituto, una acción que en el caso del Partido Líder no tiene la más mínima posibilidad y constituiría una traición a toda prueba, imperdonable. Aquí no sucede, porque se trata de una maniobra.