¿El gallo o la gallina?

Son algunas de las razones de la guerra interna declarada en el PP. En varias ocasiones se ha pospuesto la designación de Sinibaldi como opción oficialista mientras se afanan y buscan cómo sacarlo para jugar dos manos simultáneas: el nombramiento de López Bonilla como presidenciable y el de la propia vicepresidenta como candidata a alcaldesa capitalina. “Brillante idea” de ciertos asesores que permitirá  al virrey Arzú continuar en su trono, porque definitivamente ella no será la Juana de Arco guatemalteca. Es el 2×1 del despropósito político.

Si en aquella ocasión lo hicieron mal, ahora han conseguido perfeccionarse. En vez de cortarle las alas —como en la película— a esa Maléfica del ejercicio político, se las han dejado crecer y permitido volar —o revolotear— acaparando cuotas de poder que en nada desmerece doña Sandra Torres en sus mejores tiempos. Dos presidentes en dos periodos consecutivos que han hecho dejadez manifiesta del poder en beneficio de mujeres en la sombra que son quienes lo han ejercido con prepotencia y ambición.

Desconozco si Sinibaldi  sería un buen candidato —y presidente— pero tengo claro que haciendo un análisis de mercadeo político con posibilidades de éxito, es el más rentable a estas alturas del juego. Con Bonilla no saldrían los números que se pueden alcanzar con aquel, aunque  cualquiera de ellos consiguiera conformar una coalición de centro izquierda moderada y ampliar su base electoral. La seguridad es importante, pero la economía comienza a alcanzarla, si no la pasó ya. El ciudadano, habituado a los umbrales actuales de criminalidad, se interesa más por su bienestar económico. Además, el actual ministro de Gobernación terminaría siendo percibido como “otro chafa” en la presidencia, con el correspondiente impacto y trascendencia de las percepciones, sean reales o fabricadas.

A modo de parche, el TSE, con esa resolución —que sostengo ilegal— ha prolongado los estertores de una agonía interna por el poder. Se favorece indirectamente el “jovencito” Frankestein, construido con una serie de recortes ideológicos que conforman un peligroso e irresoluble rompecabezas financiado dudosamente, al estilo más añejo del delincuente Billy El Niño, aunque este sea de la política. Las pretensiones de doña Roxana —electoralmente injustificadas— anulan el presente y futuro de Roberto González —Canela—, hunden en el lodo al PP, oxigenan al populista, mentirosillo y copión de Baldizón y prolongan la expiración de doña Sandra. ¿Se puede hacer peor desde un punto de vista partidario?

Definitivamente no. Las mujeres que han optado últimamente en este país por hacer política han conseguido un sustancial rechazo del electorado: Rigoberta Menchú, Sandra Torres, Patricia de Arzú y, aunque ella no lo crea —o la tengan engañada— Roxana Baldetti.
¿Qué nos deparará el futuro inmediato? Seguramente  algo peor, aunque no sea femenino.

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ESCRITO POR:

Pedro Trujillo

Doctor en Paz y Seguridad Internacional. Profesor universitario y analista en medios de comunicación sobre temas de política, relaciones internacionales y seguridad y defensa.