La revista The American Journal of Clinical Nutrition comprobó que los pequeños que no bebieron suficiente líquido padecían debilidad muscular, sequedad de la boca, dolores de cabeza y fatiga.
La nutricionista costarricense Larisa Páez explica: “Un porcentaje importante de la hidratación diaria se repone mediante el consumo de líquidos como agua, jugos, leche, gaseosas, café, té y chocolate. El otro porcentaje proviene de alimentos sólidos como las frutas y vegetales”.
Algunos padres se preguntan cuánto líquido deberían ingerir sus hijos. Los niños y adolescentes deben tomar agua dependiendo de su edad, peso y género, además de otros factores externos como el clima y la actividad física que realice.
Según la Asociación Americana de Dietistas, el consumo de líquido por día debe ser de cinco vasos para menores de 4 a 8 años; nueve vasos, de 9 a 13 años, y 13 vasos, de 14 a 18 años para varones, y nueve vasos para mujeres.
La OMS enfatiza en mantener adecuados niveles de hidratación en la niñez temprana porque este es un período fundamental en el aprendizaje y desarrollo cerebral. Los padres pueden supervisar si su hijo está bien hidratado al monitorear el color del orín y el olor. Si son de color amarillo oscuro o con olor fuerte, indican mala hidratación; si son claros y sin olor, demuestran buena hidratación.
Se aconseja a los padres incluir en las refacciones bebidas con sabor, comprarle a los niños una botella llamativa para utilizar en casa y en la escuela para motivarlos a beber líquidos y predicar con el ejemplo al hidratarse adecuadamente.