Pero “¡por qué esa necesidad de ir hacia los desechos cuando ellos pueden venir hacia nosotros!“, sonríe Boyan, que ha aparcado sus estudios de ingeniería aeronáutica para centrarse en su proyecto.
La “sopa de plástico” -los desechos vertidos en los océanos- tiene un impacto medioambiental considerable. Los animales marinos, como los delfines o las focas, se enzarzan en ellos, se estrangulan y se ahogan. Otros los comen, como las tortugas que confunden las bolsas de plástico con medusas.
Además descompuesta en pequeñas partículas, esta materia acusada de ser nociva para la fertilidad y de provocar enfermedades cancerígenas entra en la cadena alimentaria.
La “sopa de plástico” también causa estragos en el sector pesquero y turístico: las pérdidas se cifran en miles de millones de euros por año.
La mayor parte del plástico acaba en los 5 principales giros, es decir las inmensas corrientes marinas circulares que facilitan la concentración de enormes placas de desechos llamados “continentes” de plásticos.
Pero las estimaciones varían sobre la cantidad total de plástico en los océanos, que oscila entre cientos de miles a varios millones de toneladas.
Una “V” gigante
El proyecto de Boyan consiste en extender dos brazos flotantes de 50 km cada uno formando una “V” hasta el fondo marino. Bloquearían los plásticos mediante una cortina de tres metros de profundidad.
De este modo, el plástico, concentrado en el centro de la “V” , podría ser almacenado en una plataforma cilíndrica de 11 metros de diámetro a la espera de que un barco pueda recogerlo. Se podrían almacenar hasta tres mil metros cúbicos de plástico, el equivalente a una piscina olímpica.
Una cinta transportadora instalada en la plataforma, alimentada por paneles solares, permitiría llevar los trozos más voluminosos a una desguazadora.
Boyan cuenta que se interesó por el tema tras “practicar submarinismo durante unas vacaciones en Grecia”. “Debajo del agua vi más plástico que peces”, lamentó.
El joven presentó su proyecto a finales de 2012, con pocas esperanzas de que lo tomaran en serio. Ahora, un centenar de personas trabajan en él, algunas de ellas a tiempo completo.
“Más eficaz y más barato”
Después de un año de pruebas y de un estudio de viabilidad, Boyan quiere un proyecto piloto dentro de tres o cuatro años, antes de la posible instalación del primer dispositivo, en el Pacífico Norte.
Se da un plazo de cien días para recaudar dos millones de dólares a través de crowdfunding (financiación en masa), una cantidad de dinero que le permitiría continuar con la aventura. Después de 33 días ya reunió más de un millón.
En diez años, el dispositivo permitiría recoger casi la mitad de los desechos del Pacífico Norte. Según Boyan, su método es miles de veces más rápido que los convencionales. “Y además de ser más eficaz, sería más barato” .
Alrededor de 70 oceanógrafos, ingenieros y juristas participaron en el estudio de viabilidad sobre los materiales, los temas legales o la financiación, entre otros.
“Por suerte estoy rodeado de personas con más conocimientos y experiencia que yo”, sonríe.
Preguntas sin respuesta
“Respondieron a algunas preguntas que se hacía la comunidad oceanográfica, pero todavía quedan otras sin respuesta” , explica a la AFP Kim Martini, de la universidad de Washington en Seattle.
Algunos analistas estiman que el estudio de factibilidad subestima la proporción de microplásticos de algunos milímetros, más difíciles de extraer. También consideran que el dispositivo puede representar un obstáculo peligroso para la vida marina y para la navegación.
Anna Cummins, presidenta de la Asociación de los 5 Giros, no entiende por qué Boyan quiere instalar el dispositivo “tan lejos de la costa”.
“Recoger desechos en medio del océano es como recoger agua de un grifo continuamente abierto”, asegura Daniel Poolen, de la Fundación “Sopa de Plástico”. “Hay que ir a la desembocadura de los ríos, a la fuente”, afirma.
Boyan dice que el estudio de viabilidad tomó en cuenta los problemas técnicos pero reconoce que el proyecto “no permitirá recoger todos los desechos”.
Además hace falta un cambio de mentalidad y “desgraciadamente la gente seguirá tirando plásticos”.