EDITORIAL
Un elefante blanco sin inteligencia logística
Sin transparencia, sin estudios de factibilidad, sin análisis logísticos de tiempos y costos reales, sin infraestructura vial suficiente ni proyectos complementarios a futuro y prácticamente sin conocimiento de las empresas de transporte aéreo o terrestre, el proyecto de convertir el aeródromo de Puerto San José en un aeropuerto internacional de carga tiene cada vez más la pinta de un elefante blanco que hasta ahora lleva devorados más de Q570 millones del dinero de los contribuyentes tan solo en la construcción de algunos edificios y la ampliación de la pista de aterrizaje.
Pero aún hay más: falta construir áreas de operación para las líneas aéreas y compañías de transporte, área aduanera, un carril de desaceleración, señalización con estándares internacionales para todo el complejo, caminos de terracería para acceso e interconexión de áreas del hipotético aeropuerto —pues aún no existe— y para ello se publicó en noviembre último una licitación cuya fecha límite para entrega de ofertas de proveedores nacionales o extranjeros vence el 22 de diciembre.
¿A quién se le puede ocurrir cerrar una licitación gubernamental tan importante y trascendental dos días antes de Nochebuena? Esta pregunta puede complementarse con dos fechas más: el 5 de noviembre de 2021, en el diario oficial, el ministro de Comunicaciones, Javier Maldonado, anunciaba el concurso para dicho proyecto, pero aún entonces ya iba retrasado, pues el 19 de enero de 2020, apenas cinco días después de asumir el cargo, fue anunciado por el presidente. Desde entonces han pasado más de mil días —mil 61 para ser exactos— y el resto del período no parece suficiente para concluirlo o echarlo a andar a nivel competitivo global.
Por si fuera poco, el elefante está perdido a 100 kilómetros de la capital, pero dadas las lamentables condiciones de la conexión vial y la total falta de previsión gubernamental sobre este aspecto, implicaría al menos seis horas para el traslado de mercancías de importación o exportación, según señalaron las líneas aéreas que hasta hace poco fueron invitadas a ver los “avances” de la obra, que aún es incipiente y plagada de dudas sobre su coste real y su factibilidad, ya que han solicitado al Gobierno los estudios en los cuales se basó para emprenderla de manera unilateral.
La única entrada a la capital desde la Costa Sur ya está rebasada por el parque vehicular actual, tanto para ingresar como para salir, agregarle vehículos de carga que hoy terminan su ruta en el aeropuerto La Aurora suena a locura, al menos mientras no se emprenda la construcción del Anillo Regional Metropolitano y de una carretera alterna al menos desde la cabecera de Escuintla, algo altamente improbable y para lo cual ya no le queda tiempo al actual período, pese a que era un supuesto pilar económico.
Para agregar ojeriza al asunto, terrenos de la base militar de Puerto San José fueron entregados al Instituto de Previsión Militar, que prácticamente sería el arrendador y, por lo tanto, el beneficiario económico de la actividad de carga y descarga. En otras palabras, el tal aeropuerto en Puerto San José puede convertirse en una carga para la economía, porque no está acompañado de infraestructura integral y sus potenciales usuarios no están interesados en trasladar sus operaciones para allá, al menos no sin vías alternas, no sin garantías de certificación internacional, no sin un análisis serio de costo de oportunidad. Además, no se sabe cuánto dinero más del erario devorará este Leviatán que por ahora no tiene patas ni cola.