Pero la espiral inflacionaria que se ha presentado en el país no es exclusivo, sino que es una tendencia a nivel mundial, incluidas las economías avanzadas y en desarrollo, que han experimentado la pérdida del valor adquisitivo de sus respectivas monedas.
A noviembre pasado, según el Índice de Precios al Consumidor (IPC), el ritmo inflacionario fue de 9.17%, menor al 9.7% en octubre, mientras que la inflación acumulada fue de 8.98% (8.99% en el mes anterior y la mensual fue negativa en 0.01% (0.98% en octubre).
Por lo pronto, las autoridades económicas prevén que la inflación anual será de 9.75%, que casi es un indicador de doble dígito, cuando lo ideal es que sea de uno, en tanto que se observará una disminución a partir de marzo próximo.
¿Qué lo explica?
Qué una ama de casa o que un jefe de hogar vaya al mercado de la colonia, y que compre más caro un producto que hace un año, tiene una amplia explicación y un origen.
En 2022, a todas luces la economía global tuvo dos efectos fundamentales: la reactivación después de la pandemia, principalmente en las grandes economías, que trataron de recuperar sus niveles de producción al incrementarse la demanda, luego de un periodo de 18 meses de bajo consumo de combustibles debido a la incertidumbre.
Ese movimiento se revirtió durante este año y las cadenas se volcaron a recuperar los niveles de producción y el posicionamiento del mercado que habían perdido.
Por otro lado, está el surgimiento del conflicto entre Rusia y Ucrania, que encareció los carburantes (hasta US$120 por barril en cierto momento) y en paralelo, el nivel de producción e industrialización.
Concretamente para el caso de Guatemala, el conflicto internacional generó un incremento los fertilizantes e insumos para la producción, y por eso se dice que casi el 80% de la inflación en Guatemala es de carácter importado, mientras que el 20% es por efectos locales o internos.
La inflación importada, expresada por el alza de los combustibles, fertilizantes e insumos para la producción, lamentablemente provocan el incremento de los bienes y servicios, que vienen de fuera, en la cual también influyó en el costo de los fletes, aparte de que hubo una crisis de contenedores “y todo eso jugó en contra para que se reflejara a una inflación en dos dígitos”, desde septiembre último cuando la inflación cerró por encima del 9%.
No obstante, en la comunidad de economistas se dice que una inflación está controlada si se mantiene entre 1% y 9%.
¿Qué se ha hecho?
Para contrarrestar el alza generalizada de precios, el Estado se han implementado varias medidas que pueden tener varias interpretaciones, en el sentido de si han funcionado o tienen algún trasfondo de cara a las elecciones generales del 2023.
El Ejecutivo y el Legislativo, han aprobado un paquete de subsidios al cilindro de gas propano (GLP) de Q0.80 la libra; otros al galón de gasolina súper y regular Q5, al diésel de Q5 y Q7, así como a la tarifa de energía eléctrica.
En el país, cerca del 54.4% de los hogares utiliza leña como fuente de energía para cocinar y 43.7% gas propano, según datos del Censo de Población y Vivienda del 2018, y parte del apoyo se fue por el lado de subvencionar el GLP.
Una atribución atinada asumida por las autoridades fue la exigencia de la Factura Electrónica en Línea (FEL) para el beneficiario del subsidio, como una medida de control y garantizar que le llegaría el apoyo y que no existiera una autofacturación para quedarse con el apoyo estatal.
¿Qué se debería hacer?
Según los especialistas, el Gobierno debería implementar otras medidas para poder contrarrestar la inflación. Por ejemplo, contar con el análisis económico de los beneficios/costos de lo que puede implicar la eliminación temporal del IVA a la importación combustibles, lo que reduciría el costo en 12%, pues no se cobraría al distribuidor mayoritario y este a su vez, al minorista y de ahí, al expendedor, beneficiando también al consumidor final.
En temas de fertilizante, abonos y otros insumos para la producción agrícola nacional, la cadena puede ser más grande y los consumidores, pagar un mejor precio de los que se están observando ahora, pues en los mercados se está pagando “toda el alza de los combustibles”.
También hay una falta de análisis de los canales de comercialización, ya que, en las zonas de producción, los intermediarios (informales y formales) pueden tener altos márgenes y muy superiores a la realidad, por lo que también hace falta de una política pública para facilitar el traslado de productos agrícolas desde las zonas productoras hacia los grandes centros de consumo.
Aunque no es parte de la política monetaria, existen matrices de insumos/productos que es información que revela la cadena de producción, distribución y consumo para determinar los precios actuales.
En conclusión, hace falta mayores análisis económicos y tributarios en beneficio del consumidor final, ya que se puede bajar la recaudación y se mantendría un nivel mayor de consumo con precios más bajos, que incentivaría la economía y la producción.
Reforzar la política monetaria
Para que exista más control de la inflación, Guido Rodas, exministro de Economía e exintegrante de la Junta Monetaria (JM), afirmó que debe haber una contención de gasto y fijar planes de apoyo a la producción agrícola local y es de la idea que se debe crear un programa de subsidio a los fertilizantes, para evitar el aumento de los alimentos; y por otro lado, evitar el exceso del gasto corriente por parte del Gobierno.
“Si la política monetaria está subiendo la tasa líder para restringir la demanda, el Gobierno deberá apoyar con la contención del gasto, y no en una expansión como se está haciendo, y debería aprovechar más hacer inversión en infraestructura porque eso genera empleo y tiene un efecto multiplicador”, precisó. O sea que la política fiscal debe ser agresiva para acompañar la política monetaria.
Clynton Roberto López, director de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas, de la Universidad Francisco Marroquín, (UFM), aseguró que una de las causas de la inflación en 2022 es el crecimiento monetario del quetzal derivado de varias actuaciones del Banco de Guatemala (Banguat).
Citó, por ejemplo, el préstamo que otorgó al Gobierno en tiempo de la emergencia sanitaria, la reducción de Omas (operaciones de mercado abierto) todo en 2022, y la política de acumulación de reservas internacionales, en ausencia del crecimiento de las reservas, aparte de no permitir la apreciación del tipo de cambio para que la inflación sea menor. Solo en ese sentido es importada. Luego, los precios del petróleo afectan en cálculo que se ve agravado ahora por el encarecimiento del dólar, que es una responsabilidad de la banca central.
Sobre qué más se debe hacer, a su criterio es una combinación del aumento de la tasa líder de interés de política monetaria, y restringir la liquidez con Omas.
Aumento de la tasa
La Junta Monetaria (JM), emprendió desde mayo pasado los ajustes de la tasa de interés líder para enviar señales y contrarrestar la inflación, ya que hay efectos de segunda vuelta, que consisten en que otras divisiones de gasto han reflejado movimientos.
De las ocho sesiones de tasa de interés líder de política monetaria del año, en cinco hubo ajustes y el indicador pasó de 1.75% a inicios de año a 3.75% en noviembre último, por lo que tuvo un incremento del 2%, que es considerado como “brusco”, y uno de los efectos será el encarecimiento del dinero. La expectativa es que la inflación se ubique en 5% a finales del 2023.