“Estamos hablando de un filtro a servicio de Estados Unidos”, añadió el sacerdote, para describir la postura tomada por Guatemala y México con los migrantes venezolanos que intentan llegar vía terrestre a la nación norteamericana, tras recorrer 6.000 kilómetros desde su país natal.
Un “hijo de la migración”
Pellizari, nacido en Buenos Aires hace 60 años y fanático de Boca Juniors, se define como “hijo de la migración” al tener como origen una familia de italianos desplazados por la II Guerra Mundial.
Desde hace tres décadas, el religioso se incorporó a la Orden de Misioneros de San Carlos Scalabrinianos e inició su misión en San José, California, donde atendía problemáticas de migrantes recién llegados a Estados Unidos.
En enero de 2022, Pellizari fue nombrado como director del albergue denominado Casa del Migrante de la Ciudad de Guatemala, donde ha sido testigo de un inédito y peligroso éxodo de miles de migrantes venezolanos que se ha intensificado en el último semestre.
Las cifras de las autoridades guatemaltecas señalan que en lo que va del año se han expulsado a 15.000 migrantes, la mayoría de ellos venezolanos, además de que se la ha prohibido el ingreso a 7.000 de sus compatriotas por no contar con los documentos requeridos para ingresar al país.
A ello se suma que desde el 12 de octubre pasado Estados Unidos reformó su política migratoria para ordenar la expulsión de las personas de Venezuela que llegan a su frontera sur y filtrarlos a través de un programa de solicitud de admisión que debe realizarse remotamente.
“Hemos atendido a muchos venezolanos que vienen de regreso de la frontera estadounidense, ya sin esperanza ni sueños”, cuenta el sacerdote, que atribuye este retorno a la nueva política norteamericana.
Misioneros como Pellizari, dedicados a la atención de personas en tránsito, se han convertido en testigos del aumento constante de migrantes necesitados de todo tipo de atención humanitaria.
“Este año hemos experimentado una especie de mini caravanas, un flujo constante de personas en pequeños grupos”, advierte Pellizari.
Aunque las caravanas masivas de migrantes centroamericanos han cesado, la cantidad de personas en tránsito siguen siendo muy similares a los reportadas entre 2018 y 2020.
El albergue Casa del Migrante, de la misión católica scalabriniana, estima cerrar este año con 16.000 migrantes atendidos en Ciudad de Guatemala, un 80 % de origen venezolano.
“Muchos migrantes llegan con heridas infectadas y con enfermedades de todo tipo”, asevera el religioso.
Se triplican migrantes en una década
Pellizari estuvo en Guatemala entre 2012 y 2013 y, de acuerdo a sus cálculos, eran 4.000 los migrantes atendidos en promedio anualmente.
Una década después, el sacerdote ha observado cómo se triplicó el número de personas que tocan la puerta del albergue Casa del Migrante, pues este año están cerca de registrar la atención de 16.000 personas.
“No solo se aumentó el número, sino que el perfil de las personas que viajan cambió. Antes la mayoría eran hombres jóvenes” dice el argentino.
El sacerdote califica como “preocupante” que, durante 2022, la mayoría de personas en tránsito atendidos en el albergue sean mujeres embarazadas y familias con niños menores de cinco años.
Además, Pellizari advierte que existen venezolanos atrapados en “un limbo” en Guatemala, sin poder continuar hacia Estados Unidos ni regresar a su país.
“Los Gobiernos no son capaces de dar atención social a sus propios ciudadanos, menos lo pueden hacer con migrantes”, resaltó el sacerdote.
Se estima que, desde 2014, unos 6,4 millones de venezolanos han migrado producto de la inestabilidad económica de su país, de acuerdo con datos difundidos por el Gobierno de Estados Unidos.
“Debemos ser conscientes de la crisis humanitaria y no creer en los discursos que ponen a los migrantes como enemigos de la seguridad nacional. Es absurdo pensar en eso” concluyó Pellizari.