El déficit de recurso humano es la principal razón para no atender a más. Este es un hospital enfocado en problemas ortopédicos congénitos o adquiridos en adultos y pediatría, y realiza operaciones quirúrgicas de columna, de pie y tobillo, ortoscopia, artroplastias de rodillas y cadera, y cirugía plástica.
La demanda por estos padecimientos es alta, pero a la semana solo pueden recibir a unos mil pacientes en la consulta externa, buena parte provienen de los departamentos, también hay personas que vienen desde México, El Salvador, Honduras y Belice que buscan atención especializada. También llegan pacientes que son referidos de los hospitales nacionales.
De acuerdo con el médico César Roberto Pérez Folgar, director Ejecutivo del centro asistencial, desde hace cinco años esperan que el Ministerio de Salud le asigne el presupuesto para contratar a más personal. Actualmente hay 58 plazas disponibles.
Las vacantes son de personal jubilado, que renunció, falleció o bien que se fue al resguardo durante la pandemia del covid-19, y son manos que no se tienen para atender a los pacientes. En la lista hay puestos de intendencia, como de médicos internistas, turnistas, cirujanos ortopedistas, fisiatras y enfermeras.
El hospital tiene tres salas de encamamiento -con 15 camas cada una-, sin embargo, solo ocupan una en donde ubican a nueve pacientes para guardar el distanciamiento que obliga la pandemia del covid-19. No pueden habilitar los otros espacios por la falta de recurso humano para limpiar, ocuparse de la lavandería y de la cocina.
Pero no solo se trata de la falta de personal, Mario Alfredo Martínez, subdirector médico del hospital, señala que el equipo e instrumental que tienen en sala de operaciones es obsoleto. “Tuvimos que desechar mucho material para cirugía porque se deterioró y desgraciadamente ya no fue cambiado… Tenemos que desenvolvernos con lo poco que tenemos”, dice.
La situación obliga a que una semana se ingrese solo a mujeres y la siguiente a hombres, y la programación de las operaciones se va aplazando, incluso, por varios meses.
“Los médicos quieren operar, pero el hospital no tiene la capacidad para atender a los pacientes”, dice la médico Carmen Henry.
Por ahora solo ingresan pacientes al quirófano tres veces a la semana con la consigna de egresarlos el viernes, para que el área de encamamiento esté desocupada el fin de semana, pues no hay personal de limpieza y de cocina que pueda atenderlos entre sábado y domingo.
“El Ministerio de Salud reclama que nuestra producción es muy baja, pero no podemos operar si no tenemos personal que cuide a los pacientes y no podemos dejarlos sin los servicios básicos el fin de semana, eso poner en riesgo su vida”, menciona Henry.
La solicitud de los médicos es que las autoridades de Salud soliciten al Ministerio de Finanzas (Minfin) que les otorgue los recursos para financiar las 58 plazas que ya están creadas.
En el Sistema de Contabilidad Integrada (Sicoin) del MinFin el hospital tiene un presupuesto vigente de Q37.7 millones, y la ejecución hasta el 22 de noviembre era del 76.52 por ciento.
Las carencias que padece este nosocomio se suma a la crisis que los hospitales nacionales enfrentan por falta de dinero para terminar el año y paliar el incremento de emergencias que se viene por las fiestas de fin de año.
El Ministerio de Salud, por medio del Departamento de Comunicación Social, indica que está en análisis para la contratación de nuevas plazas en el hospital. Además, de que este proceso requiere evaluar la necesidad y disponibilidad financiera para evitar hacer contrataciones “que en el futuro sean insostenibles”. Mientras esto sucede “se busca la forma de atender a los pacientes que requieren de la atención especializada y disminuir la presa de intervenciones pendientes”.
Deterioro
El Hospital Nacional de Ortopedia y Rehabilitación Jorge Von Ahn funciona desde hace 115 años en la 13 calle de la zona 1 capitalina, el edificio es antiguo y no está acondicionado para la especialidad que allí se atiende. Hay pasillos y espacios poco accesibles para la movilidad de los pacientes, pero el edificio no lo pueden reconstruir porque es parte del Centro Histórico.
En el área que tiene salida a la 14 calle las vigas y las láminas del techo están deterioradas, como también los ventanales, así lleva años, y para lo único que puede ser utilizada es como bodega de material que está para dar de baja. Al estar arreglado bien podría usarse para clínicas.
Espera de meses
La mamá de Virginia Xitumul tiene 81 años, desde enero está en lista de espera para ser operada de una rodilla, deben ponerle una prótesis. No la han ingresado porque el cupo es limitado para entrar a sala de operaciones y luego a recuperación.
Salen en la madrugada de Rabinal, Baja Verapaz. Viajan en bus y luego en un taxi para estar antes de las seis de la mañana en el hospital, pues la fila de personas que se forma en la calle para entrar es larga. Lo han hecho varias veces en el año. El 24 de octubre tenía que ingresar a operación, pero le postergaron la cita para el 11 de noviembre, y tampoco tuvo suerte.
“No tienen el personal completo para atender a los pacientes que entran a cirugía y hacen falta médicos. A mi mamá la dejaron (la cita) para el 12 de diciembre, espero que ese día ya la ingresen. Ya le compré la prótesis y las inyecciones que le pondrán. Los exámenes de laboratorio se los hice en agosto. Si no la operan se van a vencer y habrá que repetirlos, y es más dinero”, menciona Virginia Xitumul.
Lleva gastado más de Q20 mil entre la prótesis de rodilla que debió comprar, los laboratorios, además de los pasajes de bus y traslados en taxi. “Mi mamá necesita esa operación, me cuesta traerla, porque prácticamente ya es inválida, le cuesta caminar”, agrega.
Como dice Henry, el último eslabón de la cadena y el más afectado es el paciente, porque al no ser intervenido se le niega la oportunidad de tener calidad de vida, al no ser operados de la cadera, rodilla o en el pie para movilizarse con libertad.