RINCÓN DE PETUL
Apostilla electrónica como opción, no imposición
Hay algunos trámites de la gestión gubernamental de los que el público quizás sí ha escuchado antes, pero puede que sea que no comprenda en su totalidad qué significan, o incluso no tenga la más mínima idea de para qué puedan servir. Hablando de estos trámites intrigantes, dudo de que haya muchos que suenen tan rimbombantes como el caso de la apostilla de La Haya, simplemente conocida por la gente como “la apostilla”. En Guatemala, esta aristocrática denominación, que simplemente es una traducción del francés “apostille” y que significa “certificación”, es una forma simple de legalización para que un documento expedido en el país surta efectos en el extranjero. Dicen que esta es una era globalizada, y eso quizás explica la altísima demanda de los ciudadanos para esta gestión que en Guatemala realiza el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex).
Hoy, la apostilla puede ser necesitada por casi todo el mundo. La usa la industria, que exporta e importa productos diariamente. La usan los abogados, que realizan gestiones internacionales. También los escolares que deseen continuar estudios en el exterior han de validar sus notas y diplomas obtenidos en Guatemala. Y ahora, en el contexto del éxodo migratorio hacia el Norte, lo usa toda la ciudadanía cuyas vidas están trabadas entre las burocracias de varios países. Quizás unos 30 o 40 años atrás la legalización de documentos para el exterior haya estado dirigida principalmente hacia ciertas élites económicas o académicas. Pero en este siglo, donde se estima que al menos uno de cada seis guatemaltecos radica en el exterior, considero que los últimos, los migrantes y sus familias, constituyen el grueso de quienes demandan este servicio.
' Las mayorías que usan el servicio no están familiarizadas con los sofisticados servicios electrónicos.
Pedro Pablo Solares
Pero cambios en tiempos recientes hacen ver que el Minex ha complicado la vida de los guatemaltecos, en vez de simplificarla. Y es que en la gestión del canciller anterior (distante en su actuar a la ciudadanía común) convirtieron la gestión en digital, lo cual fue aplaudido por ciertas esferas de los usuarios. Pero la decisión eliminó completamente la opción de hacer el trámite presencialmente, lo cual terminó construyendo un lamentable muro contra quienes no usan la tecnología de esa manera, que pueden encontrar demasiado sofisticada. Entre ellos, claramente, están quienes provienen de las áreas con menor cobertura del deficiente sistema de educación nacional que, a su vez, son frecuentemente usuarios que toman camino desde lejos para venir a una oficina central del Ministerio, cuyas puertas encuentran cerradas.
En semanas recientes, el Minex fue atacado por piratas cibernéticos. Esto ocasionó un colapso en todos sus servicios digitales, que van desde todo lo consular en el exterior hasta todo lo interno en la planta central. En cuenta se fue el sistema electrónico para tramitar las apostillas, generando un caos momentáneo que fue solucionado provisionalmente con la habilitación de nuevo de la atención presencial al público. Así, otra vez, desde octubre, todos quienes necesitaron una apostilla debieron regresar a filas ahora improvisadas, ante un sistema digital que —sin brindar más información— estaba derruido. Varias semanas funcionaron de esa forma, previo a un rumor que circula desde estos días, que anticipa nuevamente la habilitación de los servicios que se gestionan a través de la página electrónica.
Las experiencias de estas semanas anteriores pueden servir al Ministerio como experiencia de que, quizás, la eliminación total de los servicios presenciales pudo ser demasiado radical. En especial, tomando en consideración que estas mayorías que usan el servicio no están familiarizadas con los sofisticados servicios electrónicos. Estos funcionan maravillosamente para sectores profesionalizados, pero el grueso de la gente termina por contratar gestores que obviamente cobran por un servicio que debería ser optativo. Lo paradójico es que el propósito de la apostilla es simplificar los trámites internacionales. De hacer más fácil la vida del ciudadano. Ojalá sea cierto que pronto habilitarán los servicios en línea. Pero que dejen lo presencial como opción para quien no tiene acceso a la tecnología.