NOTA BENE
¿Fascista o conservadora?
En las elecciones generales de Italia del 25 de septiembre, salió triunfante una coalición de cuatro partidos de centro-derecha: la Liga, Forza Italia, Us Moderados y Fratelli D’Italia (FdI). La líder de FdI, Giorgia Meloni, se convertirá en la primera mujer en ocupar el cargo de primer ministro, una vez la designe el presidente. Una disgustada prensa progresista acusa a Meloni de ser posfascista, ultraderechista, xenofóbica, homofóbica y populista. Protestan que es peligrosa para el balance democrático y los derechos humanos en Europa. Minimizan su victoria: solo recibió el 26% del voto favorable y solo 63.91% de los votantes acudieron a las urnas.
Omiten decir que adelantaron las elecciones debido a la dimisión del liberal socialista Mario Draghi, en julio, luego de que el ex primer ministro Guiseppe Conte (Movimiento 5 Estrellas) retirara su apoyo a las políticas económicas promovidas por Draghi. Omiten decir que la contienda electoral castigó a la clase política maleada y a los que abogaron por rígidos encierros y controles durante la pandemia. Omiten decir que FdI creció de forma notoria: en las elecciones de 2018 obtuvo un 4% del voto. Omiten decir que Meloni niega pertenecer al “culto” de Mussolini y que FdI condena el nazismo y el comunismo. La izquierda comercia con el temor a Mussolini sobre la base de un viejo dato: a los 15 años, Meloni se unió a un grupo juvenil de los vestigios de lo que una vez fue el Movimiento Social Italiano (MSI), un partido fundado por admiradores del dictador.
El nombre Fratelli D’Italia viene de la primera estrofa del himno nacional (que data de 1847 y no es fascista). Los fundadores escogieron dicho nombre para reflejar su visión tradicionalista. Su misión resalta también la libertad, la democracia, la justicia, la solidaridad social y una visión espiritual de la vida. Sí, son escépticos de la burocracia europea en Bruselas y sí, hablan de proteger las fronteras nacionales de la inmigración masiva.
' ¿Quién es Giorgia Meloni?
Carroll Rios de Rodríguez
No obstante, la coalición de derecha probablemente evitará hacer cambios drásticos. Dado que ganó tanto el senado como la casa baja, esta coalición promete gobernar durante cinco años y privilegiar el interés nacional. Se prevé que mantendrá su apego a las reglas fiscales de la Unión Europea y las sanciones en contra de Rusia; pudiera distinguirse al recortar impuestos y eliminar algunos subsidios.
Giorgia Meloni es una audaz defensora del cristianismo. Se opone al aborto, a la eutanasia y a la teoría crítica de género. Su discurso encarna el conservadurismo nacional, y se parece un tanto a la postura de Jairo Bolsonaro y de Donald Trump. Según Marion Maréchal, integrante de la familia política de derecha Le Pen, tal inclinación es más una “disposición mental” que una doctrina fija. Tiene un componente cultural que no soñó Mussolini. Y resuena con muchos electores que ven con preocupación la indoctrinación “woke” de sus hijos en las escuelas, y la intolerante corrección política y la censura (fascista) hacia todas las opiniones divergentes. En tanto los progresistas afirman que la identidad emana de una clasificación de clase social o de una sexualidad fluida y subjetiva, los conservadores nacionalistas defienden la noción del derecho natural. Se decantan por una identidad dada por los valores ancestrales o religiosos, así como por la nacionalidad. Se preguntan: ¿qué significa ser húngaro o alemán? ¿Qué valores guían y limitan al poder político?
Los conservadores modernos, como Meloni, son menos “ultras” o “extremos” que los progresistas radicales y gramscianos, pues los últimos subordinan a la persona a una autoridad centralizada y desconocen su dignidad y su libertad.