Si bien los maestros son pieza fundamental en los procesos de enseñanza, vale la pena preguntarse ¿cómo son los docentes en Guatemala?
La docencia en Latinoamérica descansa principalmente en la población femenina, que se concentra en los niveles de preprimaria y primaria, y las oportunidades de ocupar un puesto directivo para ellas es menor que la de los varones.
El caso no es distinto en Guatemala, donde dos tercios de quienes se encargan de la enseñanza de primero a sexto grado son mujeres, mientras que solo un tercio lo integran los hombres.
Pero su participación es menor en niveles superiores de enseñanza, como también es limitada su incursión en posiciones de director en los establecimientos públicos. Su presencia es menos notoria en las escuelas donde predomina población indígena, allí hay una composición más masculina en las aulas, según el informe La encrucijada de la educación en América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que recién se presentó.
La edad promedio de los maestros de aula es de 37.9 años, con lo que Guatemala se coloca junto a Honduras, México y Nicaragua entre los países con la plaza docente más joven de Latinoamérica, pues no supera al promedio de edad en la región que es de 40 años. Sin embargo, hay una tendencia a que sean personas de mayor edad las que ocupen los cargos de director, acá las personas oscilan entre los 42.7 años.
Hay un grupo de docentes guatemaltecos jóvenes que tiene menos de 30 años, pero la proporción es pequeña, el 15 por ciento, y es aún menor en puestos directivos que es de 4 por ciento. Muy similar a cómo se comporta el resto de la región, con excepción de Nicaragua, en donde los porcentajes llegan al 35 y 16, respectivamente.
Al hablar de antigüedad docente, en Guatemala el tiempo de permanencia en las plazas aumentó en los últimos años. Mientras que en el 2013 la media era de 10.8 años de ocupar el cargo, este pasó a 13.7 en el 2019. Un incremento similar se observa en el tiempo que permanecen en una misma institución escolar que de seis años pasó a ocho, un año más que en el resto de la región.
Profesionalización docente
En cuanto a la formación de los docentes, el país no ha conseguido que el 90 por ciento de los maestros tenga una preparación mayor al diversificado, pues uno de cada dos no supera esos años de escolaridad. Mientras que entre los directores siete de cada diez tienen un nivel educativo superior. Las proporciones no son las ideales, pero muestran una mejora de 20 puntos porcentuales en un período de cinco años.
Tener maestros formados es parte de lo que se espera en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4, el cual plantea “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. Según se plantea la profesionalización de este sector es vital para lograr el cumplimiento de esta meta.
Que los maestros tengan un perfil más alto es necesario, sin embargo, en Guatemala las oportunidades de perfeccionamiento están por debajo del promedio de Latinoamérica.
Mientras que en la región el promedio de maestros que participó en cursos de perfeccionamiento en Matemática, Lengua o Ciencias en los dos años previos al informe fue del 28.9 por ciento, entre los docentes guatemaltecos la cifra estaba en el 22.5. La media del resto de países de docentes que cursaron una maestría o diplomado alcanzó al 32.6 por ciento, en Guatemala fue de ocho puntos porcentuales menor.
La formación de los maestros guatemaltecos no alcanza los niveles esperados, y esto tiene un impacto en la calidad educativa, por lo que apostar en ello es vital. El Programa de Formación Inicial Docente (FID) podría ser una vía para lograrlo, sin embargo, en enero de este año la Universidad de San Carlos de Guatemala lo suspendió aludiendo falta de falta del cumplimiento de acuerdos por parte del Mineduc.
Héctor Canto, ex viceministro de Educación, menciona que es necesario que los maestros tengan mejor dominio de las disciplinas, que conozca mejor la metodología y puedan adecuar esos nuevos conocimientos a las experiencias de los niños y jóvenes.
Agrega que en ese esfuerzo de capacitación han habido avances en el país como implementar el Programa Académico de Desarrollo Profesional para docentes en servicio (Padep) y el FID, pero no se cuenta con los recursos financieros necesarios para darles continuidad. Además, que ya es un requisito para los docentes de nuevo ingreso al Mineduc el tener cierto grado de profesionalización docente.
Verónica Spross, de Empresarios por la Educación, opina que la formación de los docentes es uno de los factores claves para la calidad de la educación, y que un sistema educativo no puede mejor si no mejora la calidad de los docentes, lo que se logra a través de la formación inicial y en servicio.
El informe menciona que es importante garantizar la estabilidad laboral entre el gremio magisterial en cada uno de los países, y Guatemala es uno de los que esa condición sí se cumple. El nuevo pacto colectivo firmado este año asegura un reajuste salarial de 3 por ciento para los docentes, que comienza a correr en el 2023. Además, incluye un bono de Q2 mil 500 que fue entregado en junio pasado, y hay un bono de profesionalización de Q700, además que se acordó el traslado de plazas temporales a permanentes. Sin embargo, este no promueve la meritocracia y ni la calidad educativa.
A criterio de Spross, la carrera docente debe incluir la formación adecuada, pero también la evaluación del desempeño e incentivos alineados a ello. Hace énfasis en la adecuada selección de los candidatos para ser contratados, pero esto es parte de lo que no se ha logrado mejorar en el país, introducir criterios en el proceso de oposición para seleccionar al más preparado para cada apuesto docente.