Ese 33 por ciento puede impulsar el crecimiento económico. Según las proyecciones del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), entre 2020 y 2070 la población económicamente activa será de 7 millones de guatemaltecos, por lo que las oportunidades de empleo formal también tienen que aumentar, de lo contrario esta “fuerza” se trasladará al sector informal o bien migrará. Pero no se trata solo de crear empleos, hay que procurar que los jóvenes tengan capacidades técnicas, educativas, productivas, de salud para desempeñarlos.
Enrique Peláez, doctor en Demografía, menciona que la mayoría de los países está creciendo por inercia, gracias a que hubo mayor nacimiento de niños en el siglo 20, al punto que en noviembre de este año se espera que la cifra de habitantes en el mundo sea de 8 mil millones, pero esa inercia se irá perdiendo. La tasa de fecundidad va cayendo y Guatemala no es la excepción.
Se verá un crecimiento natura desigual, habrá mayor cantidad de nacimientos en los sectores rurales, pero esa parte se compensará con la movilidad de las personas a las ciudades.
Las poblaciones urbanas aumentarán por una dinámica económica, por efecto de una migración interna “seducidos” por las oportunidades que ofrecen las ciudades.
Ocurrió en Brasil, donde en 1970 del 55 por ciento de personas que vivía en las ciudades la cifra pasó al 75 por ciento en 20 años. Si Guatemala siguiera ese camino podríamos esperarse que haya 3 millones 600 mil personas más viviendo en las áreas urbanas en dos décadas.
“La ciudad de Guatemala casi no tiene espacio, entonces crece en los municipios que están alrededor, pero a veces la gente no tiene trabajo allí y tiene que trasladarse a la ciudad. Con el costo en dinero, en calidad de vida, hay un desafío fuerte, en el punto de vista del ordenamiento territorial, del acceso a servicios, más allá de los otros desafíos que están vinculados con el tema de pobreza”, refiere Peláez.
El país tendrá un crecimiento y se estima que en 2070 llegue a los 27 millones de habitantes, será un crecimiento moderado y a su vez diferencial, con una fuerte migración rural, y hay la planificación estatal debe iniciar desde ya para poder satisfacer las necesidades básicas de la población.
En los próximos años el eje del crecimiento de la población guatemalteca no estará en los menores de 15 años, sino que en la población joven que demanda educación media y superior, empleo, vivienda, salud. ¿La dinámica de la economía guatemalteca va a generar oportunidades para estas personas o van a tener que ir al mercado informal o migrar? Es una interrogante que se debe responder con tiempo.
Pablo Salazar, representante de UNFPA en Guatemala, menciona que el proceso de urbanización es una oportunidad para el país, pero se requiere planificarlo, programarlo, complementarlo con políticas que permitan aprovecharlo para reducir las condiciones de pobreza.
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El grueso de gente es joven y está en edades productivas, un grupo que irá subiendo en la estructura poblacional, y esa es la oportunidad del bono demográfico, para el sector privado, para el Estado, pero si no se generan empleos esas personas en edad de trabajar se irá minando el potencial económico del país.
Mientras que en esta década el crecimiento se concentra en personas entre los 20 y 40 años, en dos décadas más se concentrará en los mayores de 50 años que demandarán pensiones, seguro social, salud y cuidados, este último históricamente recaía en la familia, pero en la medida en que se reduce la tasa de fecundidad, como está sucediendo, las parejas o ya no tienen hijos o tienen uno o dos.
¿Qué vamos a hacer con esas personas que necesitan cuidado? Peláez refiere que hay un tema de política nacional y cuidado que algunos países con transición demográfica más avanzada están empezando a aplicar, y Guatemala debería abordarlo, pues las personas que no tuvieron oportunidad de enseñanza media, ni de un empleo formal, las condiciones en que llegarán a los 60 años no serán las apropiadas, no podrán vivir adecuadamente su vejez.
Más educación y preparación
Con los cambios tecnológicos se prevé que haya empleo para una minoría hipercalificada que maneje herramientas tecnológicas, esto también representa un desafío para el país, que debe enfocarse en dar oportunidades de educación más allá de la primaria. Las coberturas de secundaria y diversificado en el país son bajas.
Pero estás posibilidades deben darse también a las mujeres. Salazar refiere que Guatemala es el país con la mayor participación de hombres en el mercado laboral en América Latina y El Caribe, lo contrario de la población femenina, que está por debajo del 40 por ciento, y esta se ocupa principalmente a actividades de cuidado. Mientras que cerca del 44 por ciento de las mujeres no trabajan ni estudian.
La tendencia, agrega, es que ellas vivan 5 o 7 años más que los varones de su generación. Para una mujer que no trabaja, que no tiene seguridad social, que depende de la estructura familiar, es una condena a la pobreza.
De esa cuenta, menciona que de los puntos urgentes que Guatemala tiene que abordar es la participación de la población femenina en el mercado laboral para tener una sociedad más resiliente frente al futuro del envejecimiento.
Pero esto es difícil cuando el 20 por ciento de las mujeres son madres antes de los 19 años, lo que les impide trabajar o tienen empleos de muy baja productividad.
El representante de UNFPA menciona que en Guatemala hay 250 mil jóvenes que no están trabajando ni estudiando, pero que están entrando a buscar activamente en el mercado laboral, mientras que se generan muy pocos empleos de alta calidad, menos de 10 mil al año.
“Nunca hemos tenido tanta presión de entrada en el mercado laboral como la que se vive en este momento y cada año crecerá”, agrega Salazar.
Otro punto a tomar en cuenta es garantizar la participación política de los jóvenes, y lograr que todos estén dentro del padrón electoral. Es importante fomentar la educación integral en sexualidad para empoderar a los hombres y mujeres alrededor de su vida reproductiva.
Enfocarse en estas acciones no debe depender de la coyuntura política, pues es momento de apostarle a este bono demográfico. Los países que lo han aprovechado lograron un crecimiento económico de 1.4 puntos porcentuales anuales. No hacerlo es una oportunidad perdida, es tirarse un “tiro en el pie”, como menciona Salazar.
Pero también hay un costo en términos sociales, que para la UNFPA es la preocupación más alta. Si hay un ejército de personas desempleadas creciendo cada año, implica que habrá un menor nivel de bienestar para la población.
- 10 grandes brechas que requieren acciones urgentes
La UNFPA se plantea una decena de temas que deben abordarse de manera inmediata para apostarle a los jóvenes.
No dejar atrás a ninguna persona adolescente o joven
Garantizar que todas las personas pueden concluir la educación secundaria
Apoyar el empleo juvenil
Crear más espacios para el involucramiento y la participación
Garantizar el acceso universal a servicios de salud sexual y reproductiva integral y de alta calidad
Reducir los embarazos no planificados en adolescentes
Ofrecer educación integral para la sexualidad apropiada a las diferentes edades
Evitar la violencia de género contra las mujeres y las niñas
Poner fin a las uniones y matrimonios tempranos y antes de los 18 años
Garantizar la paz y la seguridad para adolescentes y jóvenes
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