Las estadísticas indican que entre un 30 a 40 por ciento de los niños suele tener este inconveniente de pequeños, tal vez por el crecimiento de las extremidades. Sin embargo, si la forma del pie no va cambiando hacia un arco o si permanece plana e incluso genera dolor, más vale no esperar a que el cuadro empeore y acudir a un médico. De lo contrario, podría volverse un asunto extremadamente doloroso.
La mala alineación puede reconocerse en los cambios del modo de caminar. Los pies suelen estar ladeados hacia el exterior y el movimiento es muy similar al modo de andar de Charlie Chaplin.
Es importantísimo que los padres no se dejen estar al ver un pie plano valgo en sus hijos, ya que debe ser controlado y, en caso necesario, tratado.
Lo ideal es que quienes detecten que sus hijos tienen este tipo de pie plano valgo busquen ayuda antes de que el niño o la niña entren en edad de crecimiento final. Las niñas entran en su etapa final de crecimiento después de los diez años, aproximadamente, mientras que los varones lo hacen al cumplir unos doce años.