RINCÓN DE PETUL
“Échele otra caleada”
Tengo una pared de adobe antiguo que, pienso, puede espantar a la clientela. Construida en algún momento viejo que no llega a lo antiguo, el señorío que alguna vez proyectó se está esfumando. Derrumbando, más bien pienso, mientras veo su inclinado declive. ¿Será que le invertimos unas cuñas? pregunto a Fernando, el cuidador. Nah, responde. Con una buena caleada sale, dice, cuando lo que realmente está diciendo es con “otra” buena caleada, porque ese derrumbe anunciado ya tiene colección de manos de pintura encima. Aún así, el muro ya no tiene salvación. El plomo ya no cae recto y todo cliente que visita habrá notado ya lo que es inocultable: hay paredes destruidas que la pintura no enmienda. Como hay proyectos torcidos que lo estético no logra esconder. Como logotipos superfluos, mágicas campañas publicitarias, o “marcas país” que jamás tendrán éxito en disfrazar un pervertido modelo guatemalteco, evidente a todo el mundo que con pena y desde afuera nos ve.
Esta semana, el gobierno guatemalteco presentó algo que, aparentemente, es importante para el país, según ellos. Una “prioridad del presidente”, dijo la Secretaría de Comunicación de la Presidencia. Una “estrategia que posicionará a Guatemala a nivel nacional e internacional”. ¿Cómo qué? se pregunta uno. Como “un destino atractivo para el mercado internacional”, dice el Gobierno. Como un lugar de bienestar. Hicieron gala con gran pompa y circunstancia. Invitado el elenco cercano al oficialismo. La Cancillería subió al podio con el objetivo de posicionar la imagen nacional como “un país moderno y competitivo”. Lanzaron etiquetas (hashtags) en redes para hacer tendencia: #MarcaPaísGT y Guatemala #AsombrosaEImparable. Presentaron otro logotipo más. El gasto llega casi a Q7 millones. La Cámara de Industria fue de los pocos que le hicieron upa con un comunicado oficial que felicita al presidente y a su equipo por el “importante logro alcanzado”.
' El país quebrado no se compone con logotipos.
Pedro Pablo Solares
Logro, dicen, sobre el lanzamiento de una marca publicitaria para mejorar la imagen del país. Pero ¿qué se ha logrado? ¿Cómo se nos ve desde afuera? Cualquier inversionista consultará sus propios sistemas diplomáticos para corroborar la situación del destino de su inversión. Diplomacias como la estadounidense y europeas que tienen un sólido mapa de nuestra realidad. No digamos si buscan lo que publican medios reconocidos sobre Guatemala. Los últimos artículos publicados por BBC reportan sobre soldados violadores, sobre la ofensiva contra la prensa, sobre la represión legislativa contra el matrimonio igualitario y sobre 126 migrantes que huían y fueron encontrados amontonados y moribundos en un furgón. El New York Times no es más halagador. Abordan nuestro estado de corrupción y su relación con la emigración masiva; hablan de nuestro derrumbe progresivo y el arresto de un periodista reconocido. Más emigración. Y más notas funestas que van por el estilo.
Pero coincidimos con el Gobierno en algo. La imagen del país es algo de trascendental importancia. Y mejorarla es —sin duda— una prioridad. Pero ninguna de las preguntas importantes del mundo sobre nuestros problemas se resuelven con un logotipo. Con un eslogan. Con una imagen o una intrascendental etiqueta o hashtag. ¿Es un Estado de corrupción o no? Esa es la respuesta que se busca. ¿Hay libertades ciudadanas, como la prensa y la libre expresión, o no? Si tan lindo tu paraíso ¿Por qué huyen de él denigrados ríos humanos? Destinar Q7 millones en burdas fachadas evidencia el descaro. Que las cámaras empresariales lo aplaudan muestra de nuevo la connivencia. El país quebrado no se compone con logotipos. La pared que se derrumba no aguanta una capa más de cal con agua. A Fernando, el sencillo cuidador sin mayor responsabilidad, se le perdona, pero y ¿al presidente, que administra sus fondos? ¿y a la élite económica nacional que lo cuida y resguarda?