La lactosa es el azúcar que se encuentra de forma natural en la leche y en otros productos lácteos. Para su digestión, el organismo del ser humano necesita de una enzima denominada lactasa, que se produce en la mucosa intestinal y que transforma la lactosa en unidades más pequeñas, que son la glucosa y la galactosa.
La ausencia de lactasa impide al organismo asimilar la lactosa y a consecuencia se produce una alta concentración de esta azúcar que arrastra líquido hacia el intestino delgado, produciendo diarrea acuosa que pasa posteriormente al intestino grueso, donde es fermentada por bacterias, y se producen gases que causan flatulencia, hinchazón y cólicos abdominales.
INTOLERANCIA SECUNDARIA O ADQUIRIDA
La falta de lactasa hereditaria puede llegar a ser permanente, pero si se trata de una deficiencia adquirida podrá ser transitoria y su origen se puede deber a ciertas patologías o situaciones concretas como malnutrición o la ingesta de medicamentos que causan una supresión de las reservas enzimáticas en el tracto digestivo.
Ivan Fajardo, médico y cirujano, profesor de la Universidad de San Carlos de Guatemala, señala en su estudio, “Intolerancia a la lactosa”, algunas de las causas que pueden provocar la ausencia de lactasa en el organismo:
“Infección gastrointestinal. Se trata de un episodio agudo de gastroenteritis infecciosa que conlleva un daño en la mucosa y microvellosidad del intestino”.
“Medicamentos. Hay cierta gama de fármacos que pueden dar como resultado un daño mucoso en el tracto gastrointestinal. Algunos de éstos son aspirina, antiinflamatorios no esteroides (AINES), antibióticos, etc”.
“Enfermedad crónica del intestino delgado. Algunos ejemplos son malnutrición, enteritis actínica, gastropatía diabética. Algunas personas celíacas pueden también presentar este cuadro, por lo que se desaconseja el consumo de lácteos a quienes padecen de esta enfermedad”.
DEFICIENCIA CONGÉNITA DE LACTASA
Cuando esta deficiencia es genética aparece en el nacimiento y su diagnóstico se puede hacer en los primeros años de vida. Generalmente, esta clase de intolerancia se encuentra muy ligada a la raza o pueblo étnico del que se proceda. En este caso, esta deficiencia puede ser trasmitida de generación en generación.
En las culturas donde el consumo de leche y productos derivados ha sido habitual durante mucho tiempo, la probabilidad de padecer esta afección es menor que en aquellos pueblos en donde, tradicionalmente, no se consumía leche, ya que en el caso del primer grupo, la cantidad y la duración de la lactasa a lo largo de la vida de los individuos es mayor que en el segundo grupo cultural.
Como resultado de esta situación, la prevalencia de la intolerancia a la lactosa a nivel mundial varía ampliamente, dependiendo principalmente de los factores geográficos y culturales.
Existen porcentajes calculados con respecto a la población mundial, que muestra que el 80 %, entre los que se incluyen el 95-100 % de los indios americanos, y el 80-90 % de negros, asiáticos y mediterráneos, sufren intolerancia a la lactosa en mayor o menor grado, y muchos de ellos presentan síntomas similares al síndrome de intestino irritable.
El sector de población que mayor grado de tolerancia tiene a la lactosa es la que vive en el norte y centro de Europa, que curiosamente, convive con ganado vacuno desde el periodo Neolítico.
En cuanto a la diferenciación por sexos, no existen prevalencias y en el 45% de las mujeres embarazadas que presentan este trastorno, este mejora a lo largo de la gestación.
SÍNTOMAS Y DEFENSAS
La sintomatología de mayor importancia a este padecimiento suele causarla la ingesta continuada de productos lácteos o alimentos que contengan lactosa, y estos síntomas son pérdida de peso, desnutrición, mala absorción, erupciones cutáneas o crecimiento lento en niños.
Algunos síntomas de menor trascendencia son los que aparecen de los 30 minutos a las dos horas después de haber consumido alguno de estos productos que contengan lactosa, y que generalmente van acompañados de flatulencia, cólico intestinal y diarrea, y estos desaparecen entre 3 y 6 horas más tarde.
Según el doctor Iván Fajardo, la reducción en la producción de la enzima lactasa, y, por lo tanto, la cantidad de lactosa que puede ser tolerada, varía de persona a persona. Y, dado que la intolerancia a la lactosa no plantea una seria amenaza para la salud, la medicina trata de minimizar la incidencia y severidad de los síntomas.
Para ello, hay que tener en cuenta que los productos lácteos “reducidos en grasa” o los “libres de grasa” generalmente tienen un porcentaje ligeramente alto de lactosa. Además, por lo general, los productos reducidos en grasa tienen con frecuencia varios derivados de la leche, tales como sólidos lácteos agregados a estos para incrementar la dulzura, lo que produce también un incremento en el contenido de lactosa.
Fajardo incide en algunos de los alimentos consumidos con asiduidad y de los que deberíamos conocer su porcentaje en lactosa:
- Leche.- La leche humana tiene el porcentaje más alto de lactosa, alrededor del 9 por ciento. La leche de vaca no procesada contiene 4.7 por ciento de lactosa. Las leches no procesadas de otros mamíferos contienen porcentajes similares de lactosa.
- Mantequilla: A menos que en su proceso de elaboración se le agreguen sólidos lácteos, este producto no contendrá lactosa.
- Yogur.- La gente puede tolerar mejor el yogur preparado de la manera tradicional que la leche. Sin embargo, muchas marcas comerciales contienen sólidos lácteos que incrementan el contenido de lactosa.
- Quesos.- Los quesos duros preparados tradicionalmente y los quesos madurados suaves, pueden crear menos reacción que la cantidad equivalente de leche debido a su proceso de elaboración. La fermentación y el alto contenido de grasas contribuye a disminuir la cantidad de lactosa. Sin embargo, algunas marcas comerciales de queso, elaborados por métodos modernos, no tienen las mismas propiedades reductoras de lactosa.
LACTOSA EN PRODUCTOS NO LÁCTEOS
Hay que tener en cuenta que, en la mayoría de los productos industriales, la lactosa se utiliza como aditivo comercial para mejorar su textura, sabor y por sus cualidades adhesivas.
Así, podemos encontrar lactosa en alimentos tales como salchichas, carne rebanada, patés, sazonador en polvo, margarina, pan rebanado, cereales para desayuno, frutos secos, medicamentos, comidas preparadas, sustitutos de la comida (polvos y barras) o suplementos de proteínas.
Sin embargo, la industria láctea ha creado productos de calidad bajos en lactosa o libre de lactosa para reemplazar a la leche normal, producida en origen por las vacas. Así, las bebidas obtenidas de plantas y sus derivados son las únicas 100% libres de lactosa (soja, almendras, avena, arroz o cacahuate -maní-).