Sus padres, angustiados, la trasladaron a la capital para que un médico en el Hospital Roosevelt estudiara su caso, que al final fue tratado, pese al largo camino para llegar a su diagnóstico.
Los padecimientos de la tiroides son de los más comunes en el mundo y de los que se habla poco, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), como la hipertensión y los niveles altos de colesterol, que muchas veces no causan síntomas hasta que provocan un infarto o derrame, según especialistas consultados.
Los problemas tiroideos son parte de una enfermedad autoinmune que aqueja principalmente a mujeres de 20 a 30 años, en comparación con los hombres, en una relación de 8 a 1. Se considera que ser mujer es una predisposición para la enfermedad tiroidea.
En el Hospital Roosevelt atienden entre cien y 200 pacientes al mes con alguna afección de la tiroides. Los expertos calculan que alrededor del 60 por ciento de la población que tiene algún trastorno tiroideo lo desconoce y no es diagnosticado oportunamente debido a la similitud de sus síntomas con otros padecimientos.
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Batallan diagnóstico
“Tenía 16 años cuando presenté los primeros síntomas visibles del hipertiroidismo, enfermedad que no comprendí hasta muchos años después”, recuerda Ochoa, quien asegura que la odisea de sus padres para saber sobre su padecimiento estuvo llena de viajes a la capital, donde había más referencia de la enfermedad.
Los médicos endocrinólogos guatemaltecos Rómulo de León e Ismael Guzmán, que atienden a pacientes de tiroides desde hace más de 20 años, calcularon que unos 750 millones de personas padecen alguna enfermedad asociada con la tiroides en el mundo.
Guzmán, médico internista del Hospital Roosevelt, resalta que “la hormona tiroidea tiene un impacto significativo en los cambios en el cuerpo y juega un papel sustancial en el funcionamiento del corazón y el sistema cardiovascular. Tal es el caso de los pacientes con hipertiroidismo e hipotiroidismo, enfermedades que causan una gran variedad de alteraciones hemodinámicas y cardíacas que pueden conducir a eventos cardiovasculares, arritmias e insuficiencia cardíaca, por mencionar algunos”.
De León, quien atiende una clínica privada en Quetzaltenango, explicó que la importancia de la tiroides “radica en que es la encargada de producir, liberar y almacenar hormonas relacionadas con la mayor parte de las funciones corporales, como el crecimiento y el metabolismo”.
¿Cuál es la incidencia de esta enfermedad en el país? Guzmán no tiene una cifra, porque los padecimientos de la tiroides se encuadran en enfermedades crónicas no notificables al sistema de salud, y por ello no hay estadística confiable.
“Ese es el grave problema que tenemos no solo en tiroides, sino en hipertensión, en diabetes mellitus, colesterol e infartos. Todas las enfermedades cardiovasculares en general son etiquetadas, y la tiroides, aunque no es afección cardiovascular, está entre esas crónicas no notificables”, expuso Guzmán.
En Guatemala, la información que “podemos obtener es de los estudios que se hacen como parte de tesis o investigaciones independientes. Lo más reciente que tenemos son los estudios de evaluación de hipotiroidismo en pacientes con hipertensión arterial y está alrededor del 15 al 20 por ciento con hipertiroidismo, agregó el especialista.
“Existe una estadística con una patología que se llama fibrilación auricular, y ese es un grupo específico de una enfermedad específica en un grupo específico de pacientes”, señaló.
Según Guzmán, en esta estadística se evaluó la incidencia de hipertiroidismo, porque puede ocasionar o ser una de las causas de la fibrilación auricular.
“La incidencia andaba alrededor del 20 por ciento de problemas tiroideos en pacientes con fibrilación auricular”, dijo. Entonces, no podemos extrapolar el 20 por ciento para el resto de la población.
La travesía de Ochoa con este padecimiento inició un viernes que tenía planeado pasarla con sus amigas de escuela, pero sus padres se encontraron con una señal clara de que algo no andaba bien.
Una protuberancia en el cuello encendió las alarmas. Sus padres llevaron a la joven con la médica de la familia. Ella la refirió con un especialista capitalino, porque requería de estudios que en aquellos momentos no había en Huehuetenango.
Lo mismo le ocurría a Candelaria López, una niña originaria de San Marcos, diagnosticada con hipertiroidismo en el 2012. López tenía 10 años y sus padres no entendían nada sobre la pérdida de peso, taquicardia, migrañas, inflamación en el cuello y los ojos agrandados de su hija, síntomas que había padecido Ochoa.
La madre de Candelaria, María Téllez, recuerda que fue un oftalmólogo en Quetzaltenango quien los alertó de que la niña podía estar padeciendo de la tiroides, por los ojos “saltones o agrandados”.
Les recomendó visitar a un endocrinólogo, y después de hacer algunas pruebas sanguíneas, el diagnóstico fue hipertiroidismo, que debía ser tratado de inmediato para evitar complicaciones cardíacas o de otra índole.
Hipertiroidismo
De León indicó que el hipertiroidismo “se refiere a cualquier condición en la cual existen demasiadas hormonas tiroideas en el organismo. Este afecta al 0.8 por ciento de la población en todo el mundo. La causa más común es la enfermedad de Graves Basedow —ojos saltones— y su origen es autoinmune.
Los síntomas incluyen pérdida de peso involuntaria, aun cuando el apetito y el consumo de alimentos permanecen iguales o aumentan; taquicardia, con frecuencia de más de cien latidos por minuto; latidos irregulares —arritmia—; sensación de golpes en el pecho, palpitaciones; aumento del apetito; nerviosismo, ansiedad e irritabilidad, temblores finos en las manos, sudoración, cambios en los patrones de menstruación.
Además, De León dijo que aumenta la sensibilidad al calor, cambio en los hábitos intestinales, especialmente mayor frecuencia en defecaciones, glándula tiroides agrandada, que puede aparecer como inflamación en la base del cuello, exoftalmos —ojos saltados—, fatiga, debilidad muscular, dificultad para dormir, piel delgada y cabello fino o frágil.
“Los adultos mayores no suelen presentar síntomas o bien son muy leves, como aumento en la frecuencia cardíaca, intolerancia al calor y una tendencia a sentirse cansado en las actividades normales”, puntualizó el facultativo.
“En el hipertiroidismo, la aparición de los síntomas clásicos, junto con la aparición de bocio, crea la sospecha diagnóstica que se confirma con la determinación de hormonas tiroideas —T4 y T3— en sangre que suelen estar elevadas, junto a valores de TSH baja o suprimida”, indicó.
“Existen varios tratamientos para el hipertiroidismo. Por lo general, se utilizan betabloqueadores —que disminuyen las necesidades de oxígeno del corazón al reducir la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la fuerza que ejerce el corazón—, medicamentos antitiroides por un lapso de 18 a 24 meses, o yodo radioactivo para retrasar la producción de las hormonas tiroideas. En ocasiones, el tratamiento del hipertiroidismo implica una cirugía para extirpar toda o parte de la glándula”, explicó.
Hipotiroidismo
De León refirió que el hipotiroidismo significa que la tiroides “no es capaz de producir suficientes hormonas tiroideas. Es más frecuente en mujeres y personas mayores de 60 años, y hay mayor predisposición si existe un familiar afectado”.
Según los datos que compartió el especialista, afecta al 2 por ciento de las mujeres adultas y al 0.1-0.2 por ciento de los hombres.
“En los adultos, la tiroiditis crónica o de Hashimoto es la causa más frecuente de hipotiroidismo. Este es un trastorno en el cual el sistema inmunológico ataca y daña la tiroides, de manera que esta glándula no puede producir suficientes hormonas tiroideas”, añade.
Según el médico, el hipotiroidismo puede no causar síntomas notables en las primeras etapas, pero con el tiempo, y por no tratarlo, puede causar obesidad, dolor articular, infertilidad o enfermedad cardíaca, entre otros padecimientos.
“Los signos y síntomas del hipotiroidismo varían según la gravedad de la deficiencia hormonal. Los problemas tienden a desarrollarse lentamente, a menudo durante varios años. Al principio, son apenas perceptibles, como cansancio o aumento de peso, o simplemente puede atribuírseles al envejecimiento”, informó.
Tratamiento
Ochoa y López, después de largos viajes para un diagnóstico preciso, comenzaron a tomar tiamazol, medicamento para tratar el hipertiroidismo, pero ninguno de los expertos consultados recomienda tomarlo en forma permanente, por sus efectos secundarios.
Por lo tanto ven como opción el yodo radioactivo, un componente cuyo costo oscila entre Q5 mil y Q10 mil, en la actualidad, que retrasa la producción de hormonas tiroideas.
En el Hospital Roosevelt se aplican de 75 a cien tratamientos anuales, según Guzmán. En ocasiones, después de este, los pacientes pueden sanar definitivamente o cambiar a hipotiroidismo, y entonces se receta levotiroxina, de por vida, según el médico tratante.
Estos son los casos de Ochoa y López. Ambas pasaron por hipertiroidismo, recurrieron al yodo radioactivo y toman medicamento de por vida. Ahora hacen ejercicio y han logrado vivir en forma normal, siguiendo indicaciones de sus médicos y nutricionistas.
Atrás quedaron las preocupaciones, incluso padecer cáncer producto del hipertiroidismo, que no está entre los más recurrentes en las mujeres, según Guzmán.
En el caso de los hombres, agregó, los cánceres más frecuentes son de próstata, colon y gástrico. Mientras que en mujeres, de cérvix, mama, colon, gástrico y los del tracto gastrointestinal.
Por ahora, las mujeres, principalmente, buscan atención en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, donde las proveen de medicamentos.
Otro segmento, según los expertos, acude a hospitales nacionales como el San Juan de Dios y Roosevelt, en la capital, o los nacionales en Quetzaltenango, Chiquimula y Escuintla. Muchas pacientes compran sus medicamentos, no del todo accesibles, y un segmento acude a servicios privados.