Este año —y sobre todo las últimas semanas— han complicado lo que era un entendimiento sencillo de cómo les iba a la industria tecnológica y a las compañías digitales superestrella de Estados Unidos.
Muchas veces a lo largo del último año, más o menos, mis colegas y yo hemos escrito que la tecnología era el ganador incuestionable de esta rara economía de la pandemia. La gente y los negocios necesitaban lo que las compañías tecnológicas vendían, y esa mayor dependencia hizo que las estrellas de la tecnología crecieran más rápido y fueran mucho más rentables de lo que los nerdos de Silicon Valley podrían haber imaginado. Dólares a lo loco. Un desempeño sobresaliente.
Ahora creo que más bien habría que ponerles la calificación de “incompleto”. Algunas de las tendencias de 2020 y 2021 —por ejemplo, que ahora el trabajo, las compras y mercadotecnia, el entretenimiento y la socialización se hacen más en línea— han comenzado a retroceder. En retrospectiva, ahora no está claro hasta qué punto la ola digital de esos años fue un episodio aislado o una aceleración de transformaciones tecnológicas duraderas.
Esa incertidumbre, junto con la inflación y el debilitamiento de las economías, hace que hoy sea difícil descifrar lo que está sucediendo en la tecnología o incluso evaluar los últimos dos años. Quizá estemos en la cúspide de un gran momento para la tecnología o en el comienzo de una mala racha para sus productos y sus finanzas. Permítanme repetir lo que debería ser el mantra de 2022: nadie sabe nada.
Algunos ejecutivos de las empresas de tecnología rebosan confianza sobre su futuro, mientras que otros rezuman sudor de ansiedad. Es casi como si vivieran en dos realidades distintas. Y tal vez sea así.
En un reino está la tierra de los gigantes tecnológicos, con emperadores como Microsoft, Google, Amazon (tal vez), Apple (tal vez) y algunos otros en fortalezas que nos miran por encima del hombro.
Los ingresos de Google y Microsoft siguieron subiendo desde lo que parecían ser sus insostenibles y enormes ventas de publicidad digital y software en 2021. Ambas empresas dijeron esta semana que se sentían confiados con sus perspectivas, pero también advirtieron de los problemas que se avecinan.
El martes, los ejecutivos de Google usaron la palabra “incertidumbre”, o una variación de esta, 13 veces en una conferencia telefónica con inversores. La compañía dijo que en 2023 empezaría a ser evidente que Google está ralentizando la contratación. La planificación con tantos meses de antelación de una dieta de gastos es una señal de que la empresa no espera sortear sin ningún problema lo que podría ser una recesión en Estados Unidos y los otros problemas globales.
Varios de los ganadores de la fase más terrorífica de la pandemia también están pasando apuros, lo que pone en tela de juicio si sus embriagadores días de 2020 fueron en parte un espejismo.
Netflix lleva dos trimestres perdiendo suscriptores en Estados Unidos y Canadá. Eso ha hecho que algunos expertos duden respecto a si la emisión en continuo en general puede crecer de una manera tan grande, tan rápida y tan lucrativa como los optimistas creían. Snap, propietaria de la aplicación Snapchat, vio cómo su fortuna y su uso se dispararon en 2020 antes de volver a ser lo que era antes: una empresa no muy exitosa con un futuro incierto.
Shopify, cuyo software ayuda a las empresas físicas a crear tiendas en línea, dijo esta semana que creía que la pandemia no había tenido un efecto duradero en el cambio de las compras en persona a las compras por internet. Si Shopify está en lo cierto, la idea de que la pandemia impulsó un cambio en los hábitos de compra se derrumbará. Habrá sido un subidón de azúcar temporal.
Amazon no ha sido tan directa, pero la empresa ha reconocido que sobrestimó la rapidez con la que crecerían las ventas del comercio electrónico y está recortando algunos gastos. (Amazon y Apple publican sus resultados financieros trimestrales el jueves).
Y Meta… uf. No estoy segura de haber visto nunca a una empresa pasar tan rápidamente de la fanfarronería a la torpeza del Sr. Magoo.
Los ingresos de la compañía han caído por primera vez, y su aplicación Instagram está teniendo una crisis de identidad. Pero no puedo decir si se trata del principio del fin de Meta como potencia digital dominante o de un letargo temporal debido a la combinación de la inflación, los cambios en la privacidad realizados por Apple y la fealdad contrastada con el repunte pandémico de las ventas de publicidad y los ingresos que antes registraba. Los ingresos anuales de Meta son casi el doble de lo que eran a estas alturas de 2019. Eso no es (todavía) un signo de una empresa en declive permanente.
Debido al debilitamiento de Estados Unidos y otras grandes economías, es posible que las superestrellas digitales aprovechen este momento de incertidumbre para introducirse en nuevas áreas y ampliar su dominio. También es posible que ni los gigantes puedan mantenerse fuertes si sus lucrativos mercados, que incluyen los teléfonos inteligentes de gama alta, la publicidad en línea, el comercio electrónico y el software corporativo, crecen más lentamente en los próximos años o se reducen.
¿Está ganando la tecnología o no? ¿Puedo tomarme unas vacaciones largas y volver a plantearme esta pregunta en 2023?