Salud y Familia

Romper con las creencias familiares: Un aprendizaje para la vida independiente

Ir en contra de lo aprendido en familia, puede ser desafiante, pero también una oportunidad para impulsar la autorrealización en una nueva historia.

Romper con creencias familiares

La personalidad y el temperamento pueden influir en desacuerdos que tengan las personas con las creencias de otras, aún en la misma familia. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Una idea muy general que se tiene sobre la vida es aquella que dice que venimos al mundo a desarrollarnos, compartir, crecer, y, sobre todo, hacer de la nuestra, la historia más importante que podamos contar.

Para llegar a ese punto, idealmente necesitamos de experiencias que nos hagan reconocer las pulsiones que nos mueven y nos hacen sentir finalmente, libres y realizados.

A lo largo de ese camino necesitamos también de información que pueda servir como punto de referencia o  pauta sobre lo que podríamos hacer para alcanzar nuestros objetivos. Es en ese sentido que podrían cobrar importancia las creencias.

Inés Zepeda, psicóloga clínica, señala que las creencias son pensamientos que tenemos alojados de forma inconsciente, y que además influyen en el resto de nuestras decisiones, tanto las más importantes como las cotidianas.

Para la también especialista en salud mental Scarlette Muñoz, las creencias son “verdades subjetivas” que dan lugar a las evaluaciones que tenemos sobre el mundo, nuestros pensamientos automáticos, las respuestas emocionales y la propia conducta. “En conclusión, las creencias son la base de nuestro comportamiento”, dice la psicóloga.

Natural e históricamente, este tipo de apreciaciones arraigadas sobre la vida surgen desde los núcleos familiares, como si se tratase de un mismo proceso hereditario.

Es por esta razón que, al pensar en creencias, fácilmente saltan temas como la religiosidad, la forma en que vemos las relaciones, cómo invertimos nuestros recursos y también, qué esperamos del futuro, los cuales nos son dados durante el proceso de crecimiento.

Las creencias abarcarían en sí una forma social de ordenamiento de los sujetos, incrementando esto a la vez, las expectativas que puedan tener las personas dentro de las familias respecto a los miembros más jóvenes.

Andrea Castillo, comunicadora y productora visual de 26 años, comparte que a su edad ha logrado comprender cómo las creencias en su núcleo familiar han sido detonantes para repensarse y también, construir una historia propia.

Hace cuatro años, la joven se independizó de su familia y en el tiempo que comenzó a vivir sola, logró entender cómo algunas creencias del hogar, vinculadas a la religiosidad, habían provocado en su pasado experiencias donde la “desobediencia” y la culpa le impedían sentirse bien con lo que ella quería hacer realmente.

Romper con creencias familiares
Las prácticas religiosas son de las creencias que más atraviesan la vida de las personas desde los núcleos familiares. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

A decir de la psicóloga Inés Zepeda, la misma subjetividad de las creencias heredadas pueden hacer que estas sean beneficiosas o perjudiciales dentro de la dinámica familiar, debido a la personalidad o el sello particular que traen todas las personas.

“Es normal que las costumbres y todo tipo de creencia puedan chocar con las decisiones que estamos tomando a una edad adulta, porque al final, a pesar de crecer en familia, tenemos una personalidad distinta”, comparte Zepeda.

Scarlette Muñoz, señala que el temperamento es importante para comprender lo anterior ya que, al tratarse de una zona psicológica con la que todas las personas nacemos -y que configura nuestra única forma de opinar, así como de identificarnos y referenciarnos-, nos orienta a creer en las cosas que personalmente consideramos importantes, incluso más allá de las aprendidas en el núcleo familiar.

“Todos tenemos el derecho a la independencia, la singularidad, y a la búsqueda de nuestras propias creencias y convicciones. Todos los seres humanos buscaremos esa autonomía, y quienes no logran hacerlo es porque quizá han experimentado un patrón de crianza desde el autoritarismo”, comparte Muñoz.

El regalo de aceptar las creencias pasadas

El desaprender de las creencias que nos fueron impuestas en casa puede ayudarnos a encontrar respuestas propias sobre el camino que queremos trazar.

A propósito de esto, Inés Zepeda comparte que es lo que realmente nos hace adultos. “Debemos identificar lo que queremos para nuestra vida, teniendo la capacidad de elegir y hacernos responsables de las consecuencias de esos cambios”, comparte la psicóloga.

Las transformaciones en nuestra historia se verán marcadas siempre por el final de ciclos y el inicio de otros. Por esa razón, la búsqueda por la independencia va de la mano con mantenernos seguros sobre cosas que hemos ido aprendiendo, así como también, haciendo a un lado otras que no nos aportaron en el proceso de crecimiento.

A consideración de la joven Andrea Castillo, desde la experiencia en la independización que hizo de su hogar, aún las creencias familiares que menos le aportaban resultaron útiles para construir su nueva historia, ya que esto aportó a un entendimiento sobre las diferentes maneras de pensar que existen.

Romper con creencias familiares
Es válido no estar de acuerdo con los demás, y por eso se necesita practicar la empatía propia para entender qué es lo mejor para la experiencia de vida personal. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

“Creo que, sin esas creencias, que a veces nos aprisionan, no podríamos llegar a la luz de las ideas que nos guían. Al desarrollar la gratitud, nos damos cuenta de que aún las creencias más oscuras o las que dolieron son parte de quienes somos”, dice la joven.

A veces, ir en contra de lo que se aprendió desde la familia, puede ser duro y desafiante, pero el propósito es que sea un proceso satisfactorio, tomando en cuenta las enseñanzas, apunta la joven.

La psicóloga Scarlette Muñoz explica que para a lograr la independencia y vivir desde los propios términos y creencias, es necesario hacer las paces con el pasado.

“La ruta más saludable para eso se puede lograr desde el entendimiento, el perdón, la aceptación y el agradecimiento por el aprendizaje que nos llevará a nuestras nuevas formas de creer y actuar”, agrega.

Construir una historia propia

Para empezar a escribir una historia propia y de forma independiente, es necesario reconocer cuáles son las cosas que llevan hasta ese deseo.

Inés Zepeda apunta que en estos casos es vital entender las razones más allá de la rebeldía por dejar el hogar. Si la decisión está cimentada en la autorrealización, el compromiso individual y el goce de las experiencias en la vida adulta, puede que haya posibilidades de trazar una ruta más clara.

“Debemos identificar lo que queremos para nuestra vida, teniendo la capacidad de elegir y hacernos responsables de las consecuencias de esos cambios” -Scarlette Muñoz, psicóloga

De igual forma, es necesario tomar en cuenta los recursos económicos, físicos y emocionales con los que cuentan las personas previo a iniciar este proceso. A decir de Scarlette Muñoz, también es importante no perder de vista las referencias que se han tenido en la familia para replicarlas, o bien, transformarlas.

“Un ejercicio sano que podemos hacer es el de reconocer cuáles son los valores que individualmente consideramos importantes, y cuáles de estos vienen de la familia. Esto nos llevará así a moldear las actitudes que más nos resulten funcionales”, agrega la psicóloga.

Romper con creencias familiares
Los desacuerdos entre personas de una misma familia son normales, pero debe fomentarse la resolución para llegar a puntos en común. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Más allá de la culpa que podría generar el “romper” con lo aprendido en casa, es necesario tomar en cuenta la validez por el hecho que las personas podemos estar en contra de actitudes, y no precisamente contra nuestros familiares.

“Es válido no estar de acuerdo, y por eso se necesita ser empático con nosotros mismos al entender qué es lo mejor para nuestra experiencia de vida”, señala la especialista Inés.

¿De qué forma se pueden distinguir las creencias que nos aportan de las que nos restan? De acuerdo con las psicólogas entrevistadas, la respuesta yace en la forma que sentimos. Scarlette Muñoz apunta sobre la necesidad de identificar qué tratan de decirnos las reacciones emocionales frente a las creencias familiares.

Por ejemplo, si el enojo por una conducta del hogar nos hace sentir indignados, puede decirnos mucho sobre la incompatibilidad que hay allí. Por otro lado, si un comportamiento externo nos hace sentir admiración, puede revelarnos que es una actitud para replicar.

En ese sentido, y tomando en cuenta el proceso de autonomía en la vida adulta, también es importante mantener un contacto con los familiares. “Al final se trata de una red de apoyo”, subraya Zepeda.

Romper con creencias familiares
La independencia es un derecho del cual todas las personas pueden gozar tomando en cuenta su historial de creencias. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

La distancia es otro elemento que puede verse atravesado por el sistema de creencias. Por ejemplo, si una familia solía hacer muchas actividades en conjunto y un hijo decide independizarse, pero no asistir a tantas actividades, puede resultar algo normal y comprensible.

“La relación con la familia puede mantenerse aún con una distancia que permita al hijo tener su libertad y vivir desde sus propias creencias. Por otro lado, sería ideal que los padres puedan respetarlo. Llegando a acuerdos sobre convivencia, se puede trabajar en la armonía”, señala la psicóloga Muñoz.

Por otro lado, Zepeda dice que no es necesario que los adultos en proceso de independencia se peleen con las creencias familiares para lograr su autonomía. Basta con reconocer qué es lo les causa satisfacción para dialogarlo de forma individual y luego negociarlo con el pasado.

Scarlette Muñoz agrega que la independencia es “un derecho”. Por eso, los padres también deben fomentar esa búsqueda hacia con sus hijos y darles la oportunidad de elegir.

Estas son algunos puntos recomendados por las psicólogas a los padres quienes deseen reflexionar si sus creencias son potenciadoras o limitantes para sus hijos:

  • Es importante tener un involucramiento con ellos: Antes que nada, se debe comprender cómo son los hijos. Para esto sirve tener conversaciones sobre lo que suelen hacer, qué les interesa, lo que les genera conflicto, quienes conforman sus círculos sociales, y cuáles son sus aspiraciones.
  • Identificar las reacciones sobre las creencias: Es importante fijarse en cómo conectan los miembros de la familia con las creencias que aun sean por costumbre. Esto ayudaría a comprender si les hace sentir cómodos o incomodos. A partir de eso se pueden generar conversaciones para llegar a puntos en común.
  • Respetar la singularidad de los miembros: Aunque puede haber distintas personalidades en una misma familia que convive a diario, es necesario recordar que no todos percibimos igual.
  • No tener miedo al cambio: Nunca es tarde para cambiar patrones nocivos o creencias limitantes. De acuerdo con Inés Zepeda, “los caminos siempre pueden cambiar”, y es esa misma transformación la que puede llevar a nuevas formas de desarrollo humano.
  • Fomentar una crianza respetuosa: Tomando en cuenta el reconocimiento de las singulares personalidades, es necesario acompañar y corregir de formas en las que se respete la dignidad de los miembros, sin caer en abusos psicológicos, manipulaciones, daños a la autoestima o el control excesivo.

ESCRITO POR:

Alejandro Ortiz

Periodista de Prensa Libre especializado en temas sobre cultura y bienestar, con 5 años de experiencia.