LA BUENA NOTICIA

Haz tú lo mismo

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Las “parábolas” son ilustraciones verbales, breves relatos con una enseñanza moral o incluso teológica. El género literario es típico del magisterio de Jesús. Algunas de las parábolas que él contó son joyas literarias. Su arte narrativo desborda el ámbito de los creyentes cristianos y la parábola se convierte en acervo cultural. Tal es el caso de la parábola del “buen samaritano”. De hecho, la tercera acepción que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua atribuye al adjetivo “samaritano” es esta: “dicho de una persona: que ayuda a otra desinteresadamente”. Ese significado es completamente secular, no contiene ninguna referencia explícita a la fe.

' “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo”.

Mario Alberto Molina

La parábola se encuentra solo en el evangelio según san Lucas. Jesús la cuenta para responder a la pregunta de un teólogo, doctor de la ley, con quien conversa, que quiere enervar la fuerza del mandamiento que él mismo ha reconocido como el principal de todos: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo”. El hombre parece saber quién es el Señor su Dios al que debe amar, pero dice que no tiene tan claro quién pueda ser su prójimo. El mandamiento le obligará menos si no comprende los términos de su cumplimiento.

Jesús cuenta entonces la historia de un hombre del que no dice ni nombre ni etnia, ni condición social ni afiliación religiosa. Es un ser humano; esa es su identidad única y suficiente. Unos maleantes lo asaltan cuando va de viaje a pie y lo dejan maltrecho y desvalido a la vera del camino. Saldrá de su desamparo si alguien lo socorre. El camino del incidente es una vía transitada. El hombre tiene probabilidades de ser visto y socorrido. Jesús elige a los personajes que hace bajar por el camino con cierta dosis de crítica acerba. Los dos primeros transeúntes pertenecen al gremio de los ministros del culto; primero baja un sacerdote y luego un levita. El segundo de rango subalterno al primero. Se supone que ambos, por tratar a diario con las cosas divinas, debieran imitar la compasión del Dios al que sirven, conocer sus mandamientos e inclinarse a la obediencia. Pero no, ambos pasan de largo junto al hombre malherido. Jesús no se detiene a explicar las posibles motivaciones de su conducta indolente. Pero esos dos personajes pertenecen al círculo religioso con el que el interlocutor de Jesús sentiría alguna afinidad. El cuento es un dardo. El tercer personaje que baja por el camino, sin embargo, pertenece a un grupo étnico y religioso que el interlocutor de Jesús consideraría de raza impura, de hereje en materia de culto y de excluido social: un samaritano. Pero este es el personaje que se fija en el hombre herido, se le acerca, lo cura, lo venda e incluso lo lleva a una posada y paga el tiempo de su hospedaje para la recuperación.

Jesús le hace a su interlocutor una pregunta que le debió desbaratar todos sus esquemas y prejuicios. “¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?” El hombre es noble de mente y corazón. Responde con la verdad, pero evita en su respuesta identificar al bienhechor por su etnia o religión. Lo identifica por su obra: Prójimo fue el que tuvo compasión del hombre malherido. El doctor de la ley seguramente entendía que prójimo era aquel que le estaba próximo a él, que pertenecía a su entorno social. Jesús le enseñó, con la parábola, que prójimo es un concepto dinámico, que no está determinado de antemano. Prójimo es todo aquel al que te acercas para incluirlo en el círculo de tu atención para socorrerlo en su necesidad. Jesús cree que su interlocutor será receptivo a la enseñanza. Lo instruye y le dice: Vete y haz tú lo mismo.

ESCRITO POR:

Mario Alberto Molina

Arzobispo de Los Altos, en Quetzaltenango. Es doctor en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico. Fue docente y decano de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar.