RINCÓN DE PETUL
Una carta del pasado
Encontré esta carta que escribí a mis allegados hace varios años. Un tiempo de transformación.
Delaware, 19 de febrero, 2009. “12:30 am. Royal Farms es el nombre de esta cadena local de gasolineras con especial dedicación para los choferes de tráileres que andan por toda la unión de estados. Talvez haya tantos de estos por aquí, porque este es un estado libre de impuestos; muchos han de basar sus bodegas aquí. El resto son millas y millas de granjas; fincas les llamaríamos en Guatemala. Más allá de la hora, hay algo peculiar sobre estar comiendo ahora una hamburguesa que me sirve de almuerzo atrasado. Hoy es mi cumpleaños. Amanecer comiendo solo en una gasolinera, en mi día, es una señal de que las cosas cambian radicalmente para mí.
Pero mentiría si dijera que fue deprimente que me sorprendiera el cambio de día aquí. Solo con mis pensamientos, en vez de celebrado, como le suele llegar ese día a la gente. En vez, me puse a pensar en lo que me trajo aquí y en lo que queda por caminar. Tal vez sea el día, o tal vez el viejo que entra al llegar a estos 35. Lo cierto es que mientras me comí la hamburguesa (rica por cierto) en el área de restaurantes de esta gasolinera de súper lujo reflexioné sobre cómo cambia la vida y sobre cómo las circunstancias pueden jugarle diferente a cada uno. Y cómo, para algunos, esas pueden convertirlos en personas diferentes a quienes alguna vez fueron.
Si se preguntan por qué no simplemente regreso a casa, pasa que Delaware está a 2 horas y media de donde estoy viviendo, y el último cliente me dejó ir a las 12:05 de su hogar. Llegar a tiempo para comer fue imposible, físicamente. Pienso: “Bueno. Viniste a trabajar. A salir adelante”. Atender clientela en estas circunstancias, ojalá te valga la pena”. Pero la verdad es que ahora me he visto pensando menos en eso. Sobre si el dinero vale la pena tanto sacrificio, o no. Y es que estar allí a la media noche, en la víspera de mi cumpleaños, en la casa de esta familia en particular, me pegó duro. Que un aguacateco te reciba en la intimidad de su casa, ha sido algo especial. Más aún si el anciano estaba allí, ya que vino desde Guatemala a visitarlos; y más aún, si lo reciben a uno de noche. Fue evidente captar, que estar en la intimidad de una familia chalchiteca, en presencia del patriarca, fue algo más importante de lo que alguien afuera de ese mundo hubiera podido imaginar.
' Conocer a toda una población similar fue desde ese entonces mi mayor pasión.
Pedro Pablo Solares
Ganarme la confianza de Don Juan, el papá, no fue nada fácil. El hecho de que hubiera llegado a las 10:30 pm, una hora más tarde de lo convenido, no pareció entusiasmarle en lo absoluto. Y, a diferencia de nuestras costumbres, no dudó en hacérmelo saber claramente. Intenté liberarme de la pena con una broma. Esto para no entrar en explicaciones de que los clientes anteriores también me habían demandado tiempo extraordinario. Mi intento de salir librado a base de mera simpatía parece no haberle entusiasmado en lo absoluto. Hay una mística aquí que no me es propia. Hay ceremonias y tradiciones que me intrigan. Hay un respeto aquí que no conozco en la ciudad.
Ya sentados en la mesa, las cosas se suavizaron. Hasta que llegó el momento de la confianza. … ¡Confianza! Ganársela a un cliente en un edificio de la zona 10 es una cosa. Se conoce el título obtenido. Los profesionales compran buena ropa; un reloj de marca, quizás. Se mencionan apellidos de los círculos sociales, y —curiosamente— con eso se pasa prueba. Pero ganarse la confianza de este patriarca chalchiteco, esto supone un reto diferente; no voy a decir más difícil, solo que es eso: diferente. En mis 8 años de ejercicio, una pregunta que nunca me habían hecho antes de firmar una escritura fue: “Abogado: ¿me puede mostrar por favor una identificación con foto?”
Esta es la primera mitad de la carta que me hizo recordar ese momento. Sin duda, me cautivó conocer más de estos nuevos clientes. Conocer a toda una población similar fue desde ese entonces mi mayor pasión.