El próximo 8 de agosto, cuando jure como presidente de Colombia, Petro se sumará a la lista de mandatarios izquierdistas que desde el 2020 ganan terreno en América Latina. Empezó Luis Arce, en Bolivia; le siguió Pedro Castillo, en Perú; Xiomara Castro, Honduras; y Gabriel Boric, en Chile.
Anteriormente ya habían ganado elecciones los también izquierdistas Andrés Manuel López Obrador, en México —2018—, y Alberto Fernández, en Argentina —2019—.
El común denominador en varios de estos países es el descontento generalizado que llegó a niveles de hastío hacia el sistema democrático que había sido dominado por la clase política de derecha, que no supo resolver varios de los problemas que aquejaban a esas sociedades desde hace años, décadas en algunos casos.
Los presidentes izquierdistas fueron los primeros en felicitar a Petro por su victoria del domingo, aunque también recibió mensajes de gobernantes considerados de derecha. En el caso de Alejandro Giammattei su felicitación fue al “pueblo de Colombia”, al mismo tiempo que deseó “éxitos al nuevo gobierno”.
Guatemala y Colombia han mantenido relaciones amistosas a lo largo de su historia y aunque ambos gobiernos tendrán ideologías distintas, no hay razón para pensar en un cambio de dicha relación. Petro es un exguerrillero, militante del grupo rebelde M19; sin embargo, se ha alejado de los extremos de izquierda; de hecho, considera dictador al gobernante venezolano Nicolás Maduro.
El comercio une a ambos países con la balanza comercial a favor de Colombia. Según las estadísticas oficiales, en el primer cuatrimestre de este año, Guatemala hizo exportaciones por un monto de US$20 millones, frente a US$232 millones que sumaron las importaciones desde el país sudamericano.
Repercusiones en Guatemala
La inclinación hacia la izquierda en Latinoamérica hace pensar en si en otros países podría pasar lo mismo.
En el caso de Guatemala, analistas consideran que aún es muy lejano esperar que gane un gobierno contrario al sistema que mantiene el control del país.
La analista política Geidy de Matta comenta que Colombia y Guatemala comparten similitudes históricas, como el conflicto armado interno y la firma de acuerdos de paz, pero también comparten problemas, como la pobreza y la desigualdad, que ha causado que ambas ciudadanías estén descontentas con los políticos tradicionales.
No obstante, considera que en Guatemala aún está lejos el que una opción antisistema llegue al poder, precisamente porque el sistema político está diseñado para reproducirse a través de un “multipartidismo extremo” que en cada elección vende opciones, aparentemente diferentes, pero que responden a un mismo patrón.
“Esa estrategia distorsiona en la práctica el fenómeno de la partidocracia y al final el poder político es capturado por una alianza de partidos y se diluye, en la práctica, la división de los poderes del Estado”, sostiene De Matta.
Poca cultura política
Sin embargo, la apatía de la población a participar en política —a diferencia de lo ocurrido en Colombia— ha permitido que se perpetúa dicho sistema, añade la politóloga. El guatemalteco ha desarrollado una cultura más individualista y siempre está más interesado en sus necesidades inmediatas que en los intereses comunes o en la participación política.
En ambos países ha existido falta de representación de todos los sectores de la sociedad en el sistema político, hay pobreza y pobreza extrema, desempleo formal y desigualdades, pero en Guatemala pareciera que no hay conciencia de eso, añadió.
Pero estos problemas a su vez se han encargado de minar el interés de los guatemaltecos por la política, precisamente porque tienen urgencias más inmediatas de las cuales preocuparse.
De ahí las pocas probabilidades de cambio en Guatemala, indicó De Matta. “Usted puede estar harto de la ineficiencia y de la corrupción del Estado, pero se necesita que la sociedad tenga una cultura política y participación”, dijo.
Williams Álvarez, internacionalista y catedrático universitario, señaló que el resultado en Colombia es producto del hartazgo de la población con la derecha tradicional, especialmente la que ha impulsado el expresidente Álvaro Uribe en los últimos 12 años. Como muestra, dijo, los dos candidatos que disputaron el balotaje representaban un cambio.
Señaló que los resultados de las elecciones en Colombia, así como las de otros países reflejan que las ciudadanías creen que “las fórmulas tradicionales ya no son funcionales”.
En el caso de Guatemala, reflexionó que se va quedando como la “única isla que pretende mantener un régimen de derecha tradicional”, pero que el descontento de la población puede comenzar a hacer que piense en opciones, incluso de la extrema izquierda.
No obstante, coincide con De Matta en el sentido de que la oferta política tiende a ser muy similar y en cada elección participa “una docena de candidatos que plantean el mismo modelo”, y la cooptación de todas las instancias del Estado amenaza con no permitir la participación de alguien que haga peligrar el control del poder al sistema tradicional.
¿Tiene posibilidades la izquierda?
Pero si las posibilidades de cambio son pocas, el que ocurra a través de un partido de izquierda es menos probable.
De Matta explicó que, luego de la firma de la paz en Guatemala la izquierda quedó debilitada lo que no le ha permitido desarrollar protagonismo, y hoy vemos a un subgrupo de partidos de esta ideología muy heterogéneo, que no ha logrado cohesionarse y que sus esfuerzos desde el Congreso son poco relevantes.
Agregó que, para las elecciones del próximo año, el país elegirá otra vez a autoridades que reproducirán el sistema, puesto que, para que surja una nueva figura, aparte del liderazgo, se requieren recursos y por lo menos 12 años de posicionamiento.
Gregorio Saavedra, analista político de la Universidad Rafael Landívar, hizo ver que Petro no era un político nuevo, de hecho, sus últimos 15 años transcurrieron entre el senado y la alcaldía de Bogotá, lo cual hace “una diferencia muy grande”.
Agregó que, el hecho de que en las elecciones pasadas de Guatemala se haya renovado el 70% de los diputados del Congreso de la República es una muestra de que en Guatemala también hay un hastío con los políticos tradicionales.
Sin embargo, Saavedra considera que, para las elecciones del año entrante, no hay “liderazgos claros que puedan ser una opción distinta”. “No veo a la izquierda con un planteamiento organizado ni una figura unificadora como ocurrió en el caso de Honduras o Colombia”, puntualizó.
Crisis
El antropólogo Julio Valdez considera que los cambios que han ocurrido en América Latina desde 2020 también responden a la crisis poscovid-19, al desempleo, inflación y otros problemas frente a los cuales los votantes se preguntan “¿Quién me va a salvar?”. Afirma que Petro ofreció lo mismo que Boric en Chile: más ayuda, subsidios y becas, entre otros.
Valdez cree que, en Guatemala, partidos de izquierda como la URNG ya casi desaparecen. En contraparte, destacó, otros como el Movimiento Semilla que ganó una relativa buena cantidad de diputados y el MLP que quedó en los primeros lugares en la elección presidencial.
Sin embargo, no cree que estos partidos tengan las suficientes armas para hacerse del poder en las próximas elecciones, más bien, al igual que el resto de los analistas, cree que tiene más posibilidades la “demagogia populista”, encarnada en figuras como Sandra Torres o Zury Ríos, “como ha sido la tendencia en Latinoamérica” en años recientes.