PLUMA INVITADA

Pandemia

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La pandemia del coronavirus me hizo pensar en una tierra devastada, así como en las “pelis” de ciencia ficción, visualicé un planeta que se iba quedando sin habitantes, sin comida y surgía, entonces, un héroe o una heroína, quienes rastreaban al paciente cero y encontraban el origen de la enfermedad y la mágica cura.

' ¿Por qué no se continúa protegiendo al adulto mayor y a las mujeres embarazadas?

Patricia Muñoz Meza

Tuve la esperanza de que finalmente entenderíamos lo absurdo del odio, de la avaricia, del egoísmo, de la búsqueda del poder, que traen como consecuencia guerra, hambre y destrucción —lo vemos hoy—, y reflexionaríamos respecto de nuestra fragilidad, lo efímero de la existencia y entenderíamos que vivimos rodeados de una falsa seguridad, que los medios, las redes y la sociedad nos han vendido. Asumí que los líderes mundiales se unirían y trabajarían para buscar la vacuna única con acceso para todos, y dejarían a un lado la ganancia económica de las patentes, buscando un mejor futuro.

¡Guau!, qué novela les conté. ¿Verdad? Cuánta inocencia, pero aún se vale soñar, ¿o no? Pues, los sueños se pueden convertir en realidad.

Después de meses de observar la devastación y muerte que esta “pandemia” ha dejado a su paso y ver cómo las redes vendían sus cinco minutos de fama o cómo se aprovechó la oportunidad para hacer dinero a costa del dolor ajeno. La salud subió de precio, era una muy jugosa mercancía. Por todo esto, no logro comprender cómo existe división de opiniones en el país, respecto a la pandemia.

Unos aceptamos la existencia y persistencia del SARS CoV-2 y, por cansado o aburrido que sea, continuamos tomando medidas de prevención, protección y utilizamos mascarilla y toda clase de artilugios.

Para otros, la pandemia pasó, porque así lo decidió alguien con el poder mediático y metálico, inventándose una realidad pospandémica inexistente; solo quieren recuperar el tiempo perdido. Propiciando la diversión y andan por la vida a la caza de la fiesta, el licor y el olvido; convenciéndose de que la pandemia acabó y, a fuerza de tanto repetirlo, como si fuera un mantra, piensan que desaparecerá por decreto. Viven como en la “antigua normalidad”, pretendiendo que están en el 2019; esa es su “nueva normalidad”, o será “nueva anormalidad”, ya que en el planeta, la muerte, la enfermedad, la violencia, el hambre, la guerra y tanta iniquidad son tan normales.

Hablan de resiliencia, sin saber que esta es adaptación y cambio.

Entonces, tenemos que adaptarnos a la distancia social, al uso de mascarilla, a lavarnos las manos muy seguido, al teletrabajo, y tenemos que preguntarnos: ¿Por qué los gobiernos no siguen cuidando a las personas vulnerables, esas que padecen enfermedades crónicas preexistentes, propiciándoles el teletrabajo y, con esto, se les garantiza su salud y el derecho a la vida? ¿Por qué no se continúa protegiendo al adulto mayor y a las mujeres embarazadas? ¿Por qué las escuelas y universidades no continúan en virtualidad? ¿Por qué no se continúa con las medidas de prevención? ¿Por qué no se continúa trabajando en casa para evitar riesgos, pues hay empleos que efectivamente permiten este tipo de modalidad? Esto, para no arriesgarse a más contagios o muertes.

Son tan necesarias estas nuevas formas de adaptación; eso es ser realmente países resilientes o personas resilientes, pues esto significa adaptación.

Se necesita que los gobiernos y las instituciones de salud cuiden a su población. Protejan del covid-19 a las personas vulnerables que padecen de enfermedades crónicas, a los adultos mayores, pues los países solo poseen dos riquezas reales: sus recursos naturales y su recurso humano.

ESCRITO POR:

Patricia Muñoz Meza

Experta universitaria en requerimientos de la calidad, consultora en sistemas de gestión de la calidad y evaluación de la conformidad; gestión ambiental, análisis estratégico y desarrollo empresarial. Poeta y escritora.