CON OTRA MIRADA

Odiosa comparación

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Con una extensión de apenas 108,889 Km2 que quedan después de pérdidas territoriales por tratados, despojos y graciosas concesiones, Guatemala goza de variedad de microclimas y biodiversidad que lo hacen un pequeño paraíso; características que se pierden a paso acelerado por la incapacidad del Estado de hacer valer la ley, conservar sus recursos y desarrollar el país en pro del bienestar común.

' Sin el debido análisis, el guatemalteco mantiene la idea de aquel período como de prosperidad.

José María Magaña Juárez

La trasnochada visión feudal de la clase dominante no permitió crear una república. A lo largo dos centurias, mantiene la estructura de la encomienda que se refleja en una inamovible institucionalidad; el resultado, un país al borde del colapso.

Intentos por alcanzar ideales los ha habido: Independencia de España, creación de la República, Reforma Liberal (que repartió tierras despojadas a sus dueños, creando una nueva clase dominante: el finquero), y la Revolución del 44. Esta última, sin duda, la más espiritual y honesta, que diez años después fracasó al atentar en contra de los intereses de los dueños de la tierra. Como producto de la “liberación del 54”, el nuevo grupo consolidó la hegemonía del poder y legisló para copar las instituciones que le permite el control político de la Nación, con hombres de paja, que fielmente cumplen su función.

Entre las luces y sombras de esos hitos históricos, la educación pública fue clave, creó generaciones con alto grado de formación en todos los ámbitos; de ahí los grandes de la literatura, música, artes plásticas, arquitectura, medicina, leyes; ciencias sociales y humanistas.

Para mi generación no son ajenos hechos de la cotidianeidad del 54 en adelante, que adquirieron importancia histórica al llegar a la Universidad y tomar contacto con la universalidad del conocimiento a lo largo de las lecciones magistrales y las tertulias estudiantiles.

Me parece, y no por eso debe ser así, que esa importante parte de la historia nacional, como materia de estudio, quedó fuera de los programas escolares; falencia que impide saber por qué estamos como estamos. Esa realidad enseña cómo, en con cada proceso electoral, la clase dominante impone a su monigote, mantiene el poder y hace parecer a los tiranos del pasado, como pro-hombres del desarrollo y la evolución.

Valgan unos ejemplos. Es conocida la protección que el dictador Manuel Estrada Cabrera dio a la Ufco en 1904, en la compra de 35 caballerías en Quiriguá, de las que cultivó 11, y la concesión del ferrocarril. Concesión que José María Orellana, en 1924, amplió por 25 años más.

Ese año, los trabajadores de Puerto Barrios, vital para la exportación del banano, demandaron una jornada que no excediera las 8 horas diarias y aumento de salarios. La respuesta oficial no se hizo esperar. Orellana envió tropas con la orden de terminar la huelga, con saldo de muertos, heridos y presos. Lo mismo ocurrió a finales de ese año con los trabajadores ferroviarios y la respuesta fue la misma: negativa de la Ufco y ayuda del gobierno.

Sin el debido análisis de esos hechos, el guatemalteco promedio mantiene la idea de aquel período como de prosperidad. Lo mismo que los 14 años de Jorge Ubico, como de crecimiento urbano y construcción de obras que perduran, desestimando el oscurantismo al que sometió al país bajo la ilusoria imagen de orden, honestidad y cumplimiento de la ley.

La diferencia con lo que ocurre ahora, es que aquellas obras fueron bien hechas, en tanto las actuales no se sostienen por sí mismas; cuyo costo es resultado de la ambición, impunidad e inmunidad de los espantapájaros llevados al poder.

ESCRITO POR:

José María Magaña

Arquitecto -USAC- / Conservador de Arquitectura -ICCROM-. Residente restauración Catedral Metropolitana y segundo Conservador de La Antigua Guatemala. Cofundador de la figura legal del Centro Histórico de Guatemala.