META HUMANOS
Los niños y las niñas necesitan un entorno para crecer
La mayoría de los niños y las niñas aprenden imitando. Desde las sociedades antiguas, en donde no existía separación entre el mundo adulto y el mundo infantil, los niños aprendían viendo y haciendo lo que observaban en su medio.
' Los guatemaltecos estamos enseñándole a los niños a vivir en burbujas, a evitar interactuar con otros por miedo.
Luis Fernando Castillo
Hoy en cambio, los niños conviven con los adultos de manera diferente. Las condiciones del entorno han cambiado tanto que dejaron de salir a la calle, de bañarse en los ríos y lagos porque los hemos contaminado y cada día se quedan con menos bosques. Los parques dejaron de ser seguros para jugar y en las escuelas los espacios están saturados. El entorno ambiental y “la calle” dejaron de ser espacios para aprender a construir comunidad.
Los guatemaltecos estamos enseñándole a los niños a vivir en burbujas, a evitar interactuar con otros por miedo y a desvincularnos del entorno que no nos gusta. Viviendo la vida desde ese entorno, difícilmente lograremos que cuando esos niños sean adultos, puedan actuar de manera diferente.
Aunque a veces me parece casi imposible rediseñar el entorno, sé que tiene solución si los niños y las niñas empiezan a ser prioridad en todas las agendas. Desde crear nuevos modelos educativos donde los niños puedan recibir atención integral, hasta espacios que faciliten el intercambio con su comunidad, otras familias y otros niños, con quienes pueden compartir, jugar y aprender.
Se trata de promover que los niños se desarrollen en contacto con su entorno natural, conscientes de sus retos y potencialidades, acompañados por personas que enriquezcan sus procesos de aprendizaje.
Como arquitecto y urbanista, sueño con un entorno que permita a los niños caminar por su ciudad, dónde colaborativamente, los niños mayores enseñen a los pequeños a valorar la megabiodiversidad de su tierra, con excursiones al campo, a la reserva de la biosfera maya, a la montaña y a los sitios de interés de sus municipios. Sueño con una gestión municipal verde, con barrancos interconectados por puentes ciclopeatonales, con cinturones infantiles protegidos, definiendo caminos cuidadosamente preparados, que atraviesen partes interesantes de la comunidad, bordeados de vida cotidiana, con abuelos, artesanos y artistas guatemaltecos que pueden aportar e inspirar la vida de los niños.
Para lograrlo, necesitamos del compromiso ciudadano para accionar nuevos modelos integrados, resilientes, donde se evalúe, planifique y actúe, para proteger y mejorar la vida de todos los habitantes, empezando por los más pequeños. No solo en sus dimensiones individuales, sino también, como constructo social, como los adultos del futuro.
El entorno en el que los niños crecen hoy generará recuerdos que tendrán un impacto permanente en sus vidas. Si se les proporciona un entorno natural y social adecuado, los efectos sobre su mente, su salud y su capacidad de relacionarse con otros serán tan positivos, como lo que ocurre con su cuerpo, cuando cuentan con una dieta balanceada.
Así que mientras más experiencias puedan recordar (con todos sus sentidos), como el lugar en que aprendieron a volar barrilete; el campo a orillas del rio en donde se hacían las excursiones; la tienda de la esquina en donde comían mangos; o el camino en donde aprendieron a montar bicicleta; mayor será la identidad, pertenencia y amor por su tierra.
De nosotros los adultos depende, continuar heredándoles entornos aislados, contaminados y limitados, o bien co-crear entornos donde los niños, las familias y los vecinos puedan tejer una malla de aprendizajes interconectados para que la comunidad, el barrio, la colonia y la ciudad acompañen a crecer a nuestros niños.