Además, esta experiencia se concede solo a quienes merecen ser presencia amorosa de Dios en el mundo, según catholic.net y Aciprensa.
Los sitios católicos destacan investigaciones y testimonios de quienes lo vieron y presenciaron. Aunque indican que la Iglesia nunca ha querido utilizar esos acontecimientos para promover la fe y ha adoptado actitud de reserva.
¿Qué dice la ciencia sobre los estigmas?
Según científicos y su perspectiva, no existe evidencia para plantear la posibilidad de que los estigmas tengan un origen sobrenatural. Además, indican que las heridas puedan ser similares a las que se han provocado con cualquier objeto punzocortante.
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También se ha revelado que, en la mayoría de los casos, las evidencias se limitan a mostrar fotografías, videos y testimonios personas que aseguran su veracidad. Sin embargo, sostienen que en ningún caso de estigma se ha profundizado y examinado médicamente para determinar sus causas.
De acuerdo con publicaciones, no existes documentos que demuestren sobre la aparición de estigmas en personas que comiencen a sangrar y que haya sido evaluada durante el momento en que surgen las heridas.
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Sobre esos datos, los científicos indican que no tienen motivos para catalogar un estigma como un fenómeno sobrenatural. Además, sugieren que los estigmas son parte de una extensa tradición religiosa, relacionada con la crucifixión de Jesús, razón por la que los describen como un sistema de creencias.
¿Cuál es el significado de los estigmas?
Según Catholic.net, en el misterio de la resurrección de Jesús, el Evangelio muestra cómo no han quedado canceladas sus llagas. Los estigmas representan un signo de lo que sufrió Cristo durante la pasión, y por tanto constituyen un dato teológico en el que hay que profundizar mucho más de lo que hemos hecho hasta ahora.
En el Evangelio de Juan, cuando Jesús entra en el Cenáculo con las puertas cerradas y saluda a los discípulos, muestra los estigmas para identificarse. A santo Tomás le dice: “Mete tu dedo en mi costado”. La consternación de los apóstoles es también un hecho revelador de este misterio. Este fenómeno muestra la eficacia de la salvación de Cristo en la Cruz y permanece de manera particular en el signo de los estigmas, convirtiéndose en un dato distintivo de la eficacia redentora y salvadora de la fe, según el sitio especializado.
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Los estigmas pueden sucederle a cualquiera
De acuerdo con los sitios de investigación católica, la fe cristiana explica que los estigmas son representaciones del sufrimiento de Jesús desde que fue capturado, hasta su crucifixión y muerte. De esa manera algunos creyentes han revelado que se han manifestado lesiones.
Según se ha revelado, los estigmas históricamente son representaciones iconográficas de la pasión de Cristo y las heridas sangrantes de las palmas de las manos, en el costado derecho, en la planta de los pies o alrededor de la coronilla son su manifestación más frecuente.
La palabra “estigma” proviene del griego y significa “marca” o “señal en el cuerpo”, y era el resultado del sello de un hierro candente con el cual marcaban a los esclavos, según Aciprensa.
El sitio especializado indica que, en sentido médico, estigma quiere decir una mancha enrojecida sobre la piel, que es causada porque la sangre sale de los vasos por una fuerte influencia nerviosa, pero nunca llega a ser perforación.
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Al incluir investigadores y teólogos, Catholic.net incida que es un como un signo profético, un llamamiento, un dato sorprendente capaz de recordar a los hombres las cosas esenciales como la salvación de Cristo que con sus llagas nos ha rescatado.
Además, destacan que los seres humanos llevan los estigmas. “Con el bautismo estamos sumergidos en la vida de Cristo, que nos permite participar en el misterio pascual de su muerte y resurrección. En su pequeñez, cada uno de nosotros lleva los estigmas. Si los lleva con espíritu de fe, esperanza, valentía y fortaleza, estas llagas, que pueden ser purulentas y que no cicatrizan nunca, pueden servir para curar a los demás”, cita Catholic.net y concluyen que los estigmas representan la aceptación consciente de la Cruz vivida espiritualmente.