Una primera etapa del trabajo se desarrolló a semanas a que la pandemia se asentara en el país, el impacto emocional en los niños fue evidente: cuatro de cada cinco dijeron sentirse enojados, tristes, desesperados, deprimidos. Se advertía de consecuencias a largo plazo, y con efectos en el desarrollo del aprendizaje, no solo por el retroceso que acarrearía el no tener clases presenciales sino también por la deserción escolar que desencadenaría.
El estudio se enfocó en el área rural, y seis de cada diez niños encuestados menciona que se acostumbro a la nueva normalidad de estudiar en casa, pues desde el 16 de marzo del 2020 las clases presenciales se suspendidas en todo el país. Fueron 4.1 millones de niños los que debieron confinarse en ese momento para evitar la propagación del virus.
Efectos en la educación
La encuesta La Voz de los Niños revela que uno de cada tres niños y adolescentes abandonaron la modalidad de autoeducación, lo que da luces de deserción escolar, por la falta de orientación y acompañamiento, sumado a la necesidad de aportar con su trabajo a la subsistencia de las familias.
Si bien la cobertura escolar ha descendido en los últimos años, pues del 2018 al 2021 unos 103 mil 809 escritorios quedaron vacíos, la salida del sistema escolar de estos niños y adolescentes durante la pandemia es un golpe bajo.
Trae un “aumento de la brecha de pobreza, con poca competitividad para la niñez y jóvenes limitándose el acceso a oportunidades; aumentando las motivaciones a la migración irregular y todos los problemas que se generar por la falta de acceso a servicios básicos”, advierte Miriam Rodríguez, especialista en protección y participación de la niñez de World Visión.
Siete de cada diez estudiantes continuaron estudiando en casa, de los que seis hicieron la salvedad de que siguieron aunque con baja calidad educativa y dificultad para aprender, mientras que cuatro de cada diez expresaron que para ellos la educación a distancia es “aburrida”, y que no aprendían bien.
De quienes continuaron sus estudios en casa, casi la mitad de los niños indicó que durante la mañana se dedican a apoyar en labores del hogar -las niñas hacen oficio y los niños cortan leña y apoyan en otras actividades al papá-. Hay un 16 por ciento que trabaja fuera de la casa y solo la tercera parte realmente dedica su tiempo a realizar tareas escolares.
El confinamiento también dejará secuelas en los niños y niñas
Por la tarde la dinámica no es distinta, el 24% apoya en tareas de la casa, el 21% se dedica a jugar y solo un 6% ocupa su tiempo a trabajos de la escuela.
La mayor parte del tiempo los niños lo utilizan en las labores de la casa, y esto les quita tiempo para dedicarse a las tareas escolares, lo que limita la calidad de su educación y con repercusiones en la deserción escolar.
“Este fenómeno descrito por los niños permite el aumento de los rezagos como país en el acceso a la educación en cobertura y calidad”, menciona Rodríguez, pero también la falta de recursos, medios y herramientas desestimula el interés del estudiante por adquirir nuevo conocimiento.
Al comienzo los juegos se daban dentro de su burbuja, poco a poco han salido del encierro y las relaciones se fueron dando de manera espontánea, natural mediante actividades de juego en la comunidad, refiere la experta.
Seis de cada diez afirman que jugar es lo que más les gusta hacer, lo cual es una actividad fundamental para su desarrollo, mientras continúan en ese proceso de adaptarse al modelo de autoeducación en casa.
Adaptados a la nueva normalidad
La pandemia del coronavirus altero todo a su paso, se presentó un escenario donde los infantes no comprendían lo que sucedía. A casi dos años del comienzo de la pandemia World Vision hizo un nuevo estudio, desarrollado en diez departamentos, los niños y adolescentes se han adaptado a vivir en medio de la pandemia, hoy tienen más información de lo qué es el covid-19.
Han vuelto un hábito el seguir las prácticas de bioseguridad para protegerse del contagio del virus -lavado de manos, uso de mascarilla, distanciamiento social-. El 93 por ciento de los niños y adolescentes encuestados –847- indicaron seguir las medidas para protegerse del contagio, pero esto también toca el bolsillo de las familias con la compra de los insumos.
Mientras que al inicio de la pandemia el no tener contacto físico con sus amigos afectó su salud emocional, con los meses esa dinámica se fue superando a través de la relación familiar.
El informe indica que se redujo la brecha entre padres e hijos. El 91 por ciento expresó que sus padres mostraron un mayor afecto hacia ellos, aunque no se descarta que en algunos hogares sucedió lo contrario.
Hay un punto interesante del informe de World Vision hay niños que omitieron responder a ciertas preguntas por temor a que sus padres se molestaran, esto es el 58%, pero un 5% señaló que en sus hogares les hace falta comida y que sus padres se han vuelto alcohólicos. Que podría tener relación con el golpe económico que la pandemia ha traído a los hogares guatemaltecos.
¿Pero qué pasa en la adolescencia? Hay un 23 de este grupo poblacional en que la incertidumbre persiste, aún no saben cómo mitigar el miedo, la ansiedad y la angustia que ha generado la crisis sanitaria.
Sin internet
Una limitante en el proceso educativo fue el acceso a la conectividad. Hubo un esfuerzo por mantener el proceso de aprendizaje a distancia, sin embargo, este dependió del nivel del acceso de internet por parte de los estudiantes, y según el Censo Poblacional 2018, el 80% de la población no tiene el servicio, esto hace más grande la brecha de quién tiene acceso a la educación y quien no en tiempo de pandemia. La desigualdad se hace más evidente.
De los encuestados por World Visión el 42% indicó no tener acceso a redes sociales por no contar con dispositivos móviles ni internet, pero muchos docentes hicieron uso de estas herramientas para acercarse a sus estudiantes con el fin de dar directrices y hacer llegar contenido para seguir con la enseñanza. Para este grupo, sin duda, fue difícil logra comunicarse por esta vía.
Si bien las redes sociales pueden ser de utilidad en el campo de la educación, también se transforman en una ventana a riesgos de contenido inapropiado, abuso ciberacoso y otras prácticas que se dan en ámbito virtual, debe darse orientación e impulsar el uso responsable de estos medios en los niños y adolescentes, como una de las conclusiones del informe.