CATALEJO
El santo Hermano Pedro sonríe desde las alturas
El santo Hermano Pedro de Betancourt sin duda sonrió el viernes pasado desde las alturas, al observar la inauguración oficial de una importante ampliación del hospital antigüeño gracias a la cual será posible atender en La Antigua Guatemala a otros diez mil pacientes de todo el país. Es el resultado de la entusiasta tarea de la directiva de la Asociación de Obras Sociales del Hermano Pedro, sus directivos, benefactores, médicos y los padres franciscanos, quienes hace 42 años iniciaron –con fray Guillermo Bonilla a la cabeza— la tarea de hacerse cargo del hospital. La obra es ejemplo de los logros posibles cuando los fondos de las instituciones y personas privadas se manejan con cuidado extremo, con cero corrupción. Hay muchas y todas merecen mayor conocimiento ciudadano.
Una obra como la hoy comentada tiene gastos muy grandes cuando se debe luchar a brazo partido para conseguir los fondos. Esto significa Q1.5 millones mensuales, y buena parte de esos fondos se han obtenido gracias a la venta de boletos de rifas para dar posibilidad a los adquirientes de ganarse una casa, un picop, diez motos. Y como un argumento para convencer a más colaboradores puede utilizar una frase del santo Pedro de Betancourt: “Haz aquello que quisieras haber hecho cuando mueras”.
Recuerdo el renacimiento del esquisúchil, hijo del árbol sembrado por el santo en el siglo XVII, y muy afectado por un ventarrón hace poco.
' La ampliación de las instalaciones del Hospital del Hermano Pedro demuestra el efecto de una causa dirigida por soñadores.
Mario Antonio Sandoval
El único santo guatemalteco se adelantó un par de centurias a su tiempo, cuando vivió en la Capitanía General de Guatemala en el siglo XVII, luego de haber llegado desde Tenerife y haber muerto allí, con apenas 41 años en 1667; es decir, se cumplirán 355 años este 23 de abril. Vale la pena mencionar esto porque aunque solo fue terciario franciscano, no sacerdote, su obra ha resistido el paso de los siglos y ahora se ha convertido en algo espectacularmente positivo para Guatemala. Funge como presidente de la asociación el filántropo Mike Ascoli, a quien se le puede considerar un capitán general de ese equipo humano de Guatemala, Estados Unidos, España y Canadá, cuyo trabajo en conjunto es evidente y los llena a todos de satisfacción.
Este tipo de sucesos ayuda a quienes ya han perdido la esperanza de la recuperación de Guatemala como está ahora, en manos de forajidos, malandrines, bellacos (ruines), mentirosos, descarados. En suma: corruptos, donde se aplica otra frase del santo Hermano Pedro: “Los buenos sufren; los malos no pueden”, evidentemente porque carecen de conciencia y no tienen el menor respeto por el apellido heredado de sus padres. Envío un fraternal saludo a todos los involucrados en estas dos obras mencionadas hoy, extensivo a quienes también lo han hecho en otras áreas. Hacer eso, en las actuales circunstancias del país, es una muestra de valentía serena, firme, causante de envidia de quienes no tienen la voluntad ni la capacidad de preocuparse por sus semejantes.
Quiero mencionar un ejemplo similar, el hospital en homenaje al doctor Alfonso Ponce Archila, de San Cristóbal Verapaz. He tenido el gran gusto de conocerlo y ver su crecimiento y el indudable entusiasmo de mi querido amigo el doctor Alfonso Ponce López y su familia. Hay muchos más, claro, pero no he tenido la oportunidad de conocerlos personalmente. Todo esto es prueba fehaciente de la validez, fuerza e importancia del voluntariado nacional, no solo en el campo de la Medicina sino en otros muchos. Tal participación es indispensable a causa de las condiciones, hoy y siempre, del malo o pésimo funcionamiento del Gobierno para cumplir sus obligaciones constitucionales y las promesas de campaña, falsas, grotescas y muchas veces absurdas.