AL GRANO

Las reglas del juego

La metáfora de “las reglas del juego” se emplea con frecuencia para referirse al conjunto de normas jurídicas que rigen las relaciones entre los miembros de una sociedad y las funciones de los órganos del Estado. Así, los dirigentes empresariales suelen hacer comentarios públicos pidiendo “reglas del juego claras” para motivar la realización de inversiones y negocios.

' Para gozar de reglas del juego claras hay que contar con jueces independientes, conscientes de su función en la sociedad.

Eduardo Mayora Alvarado

Empero, tengo para mí que, en un sentido estricto, son muy pocos quienes realmente comprenden cuáles son “las reglas del juego” en una sociedad políticamente organizada. En efecto, la inmensa mayoría de quienes hacen declaraciones en relación con este asunto piensan, más bien, en las leyes promulgadas por el Congreso o en los reglamentos promulgados por el Ejecutivo. Pero, si bien esos son elementos muy importantes del ordenamiento jurídico, en realidad no son “las reglas del juego”.

Para empezar, la inmensa mayoría de los ciudadanos ignoran el contenido de las normas de la ley y las reglamentarias. Dependiendo de su actividad específica, puede que conozcan de algún reglamento específico o de una o dos leyes, pero nada más. En segundo lugar, las palabras de todo y cualquier texto, incluyendo los legales, pueden interpretarse de más de una manera a la luz de circunstancias diversas. Por último, aunque se entienda con bastante claridad el significado de cualquier regla de la ley, ninguna, absolutamente, se aplica a sí misma y todas, absolutamente, forman parte de un sistema que, además, está basado en ciertos principios y valores, generalmente reconocidos en la Constitución, como la justicia, la igualdad ante la ley o la libertad esencial del ser humano.

Por consiguiente, “las reglas del juego” están, realmente, en manos de los órganos de justicia del Estado. Y a eso se debe que, más y más, todos los países desarrollados, pertenezcan o no a la tradición del derecho angloamericano (en que cada sentencia adquiere la fuerza de un precedente), hayan invertido en sistemas sofisticados, incluyendo elementos de inteligencia artificial, para la publicación y ordenación sistemática de las sentencias de los tribunales de justicia.

Volviendo a la metáfora de “las reglas del juego”, ¿puede usted imaginar un juego en el que las reglas cambiaran constantemente o sean diferentes para cada jugador? ¿Puede imaginar un juego en el que las reglas se apliquen en algunas ocasiones solamente y a una parte de los jugadores? Incluso si fuera posible imaginar un juego tal, ¿a quién pudiera interesarle jugarlo?

A todos los miembros de la sociedad debe interesarnos de manera fundamental que “las reglas del juego” sean claras, se hagan valer consistente y coherentemente y de acuerdo con los principios de justicia, libertad e igualdad ante la ley. Como todos deseamos más prosperidad económica, a todos —no solo a los empresarios— nos interesa que los empresarios gocen de la certeza que dan dichas “reglas del juego” para invertir, para realizar más y más negocios, para crear riqueza y que, en un ambiente de competencia abierta, esa riqueza llegue a la mayor cantidad posible de personas.

En estos momentos ni siquiera ha sido posible culminar la elección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y de los demás tribunales colegiados, y la CC no se ha podido integrar completamente. Todo eso ha ocurrido, en buena parte, según mi opinión, por los afanes de diversos grupos que compiten por el poder de influir en la administración de justicia. El único resultado que uno puede esperar de algo así es la manipulación de las reglas del juego.

ESCRITO POR:

Eduardo Mayora

Doctor en Derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona y por la UFM; LLM por la Georgetown University. Abogado. Ha sido profesor universitario en Guatemala y en el extranjero, y periodista de opinión.