EDITORIAL

Urge retomar pero sobre todo reformar el aula

Durante tres días, Prensa Libre y Guatevisión han presentado, como un servicio a sus audiencias, los resultados del estudio de actitudes de los guatemaltecos ante el covid-19, elaborado por la empresa ProDatos, como una continuación de la secuencia que comenzó en abril de 2020, en pleno inicio de la pandemia: una radiografía de cifras, percepciones y posturas sobre aristas de este duro desafío padecido por el mundo entero y que en el país ha tenido sus particulares matices.

Más allá de la decepción respecto de la gestión presidencial de la crisis, del subregistro de casos e incluso de los gastos asumidos por las familias, por falta de apoyo gubernamental, hay nuevos aspectos evaluados como la voluntad o reticencia a la vacunación, el nivel de confianza en la efectividad de la inmunización y también la postura sobre el retorno de los estudiantes a clases presenciales. Los contrastes se marcan entre las áreas urbanas y rurales. Por una parte, en la capital y cabeceras existe mayor disposición a recibir las dosis, mientras en el campo domina aún el escepticismo, quizá por falta de una eficiente comunicación con pertinencia cultural y participación de líderes comunitarios: un descuido estatal que se pudo prevenir con una visión holística, plurilingüe y creativa.

En este sentido, los pobladores entrevistados en zonas rurales manifestaron su preocupación por la educación de los niños, que ya llevan dos años sin acudir a las aulas. En estas áreas, a diferencia de las zonas urbanas, se dificulta el acceso a internet y, por ende, al seguimiento de clases en línea. Los repartos de guías didácticas tienen resultados dispares, pero apuntan más al fracaso, la discontinuidad y la imposibilidad de que los padres, usualmente de baja escolaridad, asuman el papel de docentes.

El 84.9% de personas en zonas rurales considera impostergable la reactivación de las clases en escuelas, un porcentaje que se reduce a 53.6% en el interior urbano y a 43.8% en el área urbana metropolitana. En todo caso, buena proporción de guatemaltecos subraya esta necesidad debido a que los niños necesitan aprovechar la edad de mayor receptividad cognitiva para poder continuar con su proceso de adquisición de habilidades, aplicación de razonamientos y comprensión lectoescritora.

Estudios recientes del Banco Mundial y la Organización de Naciones Unidas evidencian la urgencia de recuperar el tiempo perdido, y este reto para la enseñanza es continental e incluso global. La educación privada y pública se encuentran ante un reto inédito, sobre todo la segunda, pues, por la crisis económica y el desempleo, se ha producido un éxodo de alumnos.

El momento es crítico y se necesita un cambio paradigmático en el Ministerio de Educación. Las concesiones clientelares al sindicato magisterial de Joviel Acevedo carecen de exigencia de calidad y mejora constante. Si bien existen maestros y maestras verdaderamente ejemplares, con vocación auténtica y comprometidos con el futuro de la Nación, también hay quienes solo son cobrasueldos y exigeprebendas. Se requiere mayor innovación en los abordajes pedagógicos, equipamiento digital masivo de los planteles y un programa sostenido de nivelación que subsane las brechas de conocimientos. No basta con aprobar otro año en el papel, si el niño o joven carece del aprendizaje necesario para el siguiente nivel. No basta un enorme presupuesto, si no hay visión transformadora. Y, por supuesto, tampoco basta volver a las escuelas con la misma inercia memorística desfasada que prevalecía allá por el año 2020.

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