RINCÓN DE PETUL

Dos años. Un infierno que debimos impedir

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Ya semanas o meses quizás, entrada la pandemia, en el encierro, un día me llegó un pensamiento que jamás logré sacarme de la cabeza. Fue el recordar la semana en que tomó posesión el actual gobierno de Alejandro Giammattei, en enero 2020. Casualmente, en esa semana, yo me encontraba afuera del país, haciendo un periplo por las ciudades espejo guatemaltecas en Georgia y Tennessee. Y me tocó pasar mucho tiempo en carro; escuchaba las radios locales, hablaba con la gente. Para entonces, ya era dominante en la conversación mundial la rápida propagación de un peligroso virus que se habría escapado de una ciudad en China. El mundo, en particular Europa, se preparaba para el impacto. Pero yo, que venía de Chapinlandia, parecía ser de otro planeta. En mi país, esa misma semana, se inauguraba un nuevo Gobierno. Una nueva legislatura; y un presidente que, encima, ostenta el título de médico. Pero nadie se miraba anticipando lo que vendría. Ni siquiera lo mencionaban.

' La gente quedó a su propia suerte. No es de extrañar que vivamos esta estampida humana al Norte.

Pedro Pablo Solares

¿Cómo fue posible que un galeno-político que tomó posesión en enero 2020 no haya siquiera mencionado la plaga global que impactaría su país solo dos meses después? Revisando el canal de vídeos en YouTube del Gobierno de la República, encontré hace poco algo que deja atónito a cualquiera. Y es que no fue sino hasta la misma semana en que el Ejecutivo cerró indefinidamente el país, que apareció la primera comunicación oficial en la que siquiera se refirieran sobre la pandemia. Esa singular falta de aparición de semejante amenaza por el Ejecutivo, además, se complementó con otro gran hecho revelador: Y es que toda comunicación anterior a esos días, tenía aquella típica tonalidad triunfalista y populachera, típica de usurpadores de la cosa pública, que todavía ofrecía lo que pocos días después quedó ahogado bajo una marea que inundó nuestra realidad, desprotegida para cualquier eventualidad, y abandonada a la propia suerte de las personas.

La catástrofe global afectaría menos a los países más desarrollados. Y más, a los menos desarrollados. Aquellos que no tuvieran aceitadas todas las herramientas necesarias para un debido abordaje de problemas nacionales. En este caso, donde el pronto y accesible diagnóstico de la enfermedad era vital, nos vimos en un lugar donde jamás se hizo accesible el diagnóstico. Y cuando llegó el momento de vacunar, las dosis compradas no vinieron; el dinero se esfumó. Y una necesaria campaña masiva, a nivel nacional, tampoco sucedió. El resultado fue de esperarse. Guatemala compite en la lista de países fracasados. Hoy, otros, como Costa Rica, anuncian la liberación de medidas. Pero claro, el 76% de ellos tiene ya la dosis completa. En Guatemala, apenas el 34%. Y las únicas respuestas que da el mandatario sobre su fracaso son auténticos insultos a la población, eludiendo su responsabilidad de promover y ejecutar eficientemente tan indispensable alivio.

Hoy se cumplen dos años desde que un auténtico misil pegó sobre la realidad de millones en Guatemala. Miles murieron infectados, y por efectos colaterales difíciles de identificar. Tantos perdieron negocios; empleos, y sus modos de vida, sin que siquiera se les reconociera el momento de penuria nacional. La juventud abandonó su educación. La gente quedó a su propia suerte. No es de extrañar que vivamos esta estampida humana al Norte. Me remonto nuevamente a marzo de 2020, donde era evidente la preocupación colectiva, que nos debió aglomerar a todos. Fue iluso pensar que semejante bólido pudiera cambiar la mentalidad imperante en Guatemala. Hubo héroes que hicieron la tarea de los irresponsables. Pero finalmente, cada sector se aferró al tamaño de su propia balsa. Los políticos, hicieron fiesta. Dos años han pasado, y el cambio nunca sucedió. Ni siquiera en la gente, nunca estalló. Ni siquiera al tener que enterrar a sus más queridos.

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.