CATALEJO
Gobierno evangélico apoya a los corruptos
Hoy comienza en esta ciudad un Congreso organizado por pastores y otras personas no católicas, auspiciado por el gobierno porque estarán representados los tres poderes del Estado, nominados por estas organizaciones, o sectas, porque sus cabezas dan grotescas muestras públicas de su afiliación. El tema es celebrar un “día por la Vida o por la Familia”, trampa conceptual preparada para responder críticas por esa mezcolanza de fe y politiquería, de púlpito y de poltronas estatales. Al convertir el politiquero un acto teóricamente espiritual, dividen torpemente a quienes apoyan el concepto y los separan en dos grupos: los neopentecostaleros y aquellos cuya manera de pensar valora por convencimiento la vida y la familia. De entrada es una nueva muestra de estulticia.
' Al haberse convertido en confesional, las inmoralidades personales de los funcionarios abarcan también a las del campo político.
Mario Antonio Sandoval
Siempre me ha parecido increíble el actual y generalizado atraso en muchos países al no respetar la necesaria laicidad del Estado; es decir, la independencia de cualquier idea religiosa. Muchas son las razones; en resumen, la religión tiene caminos más estrechos para calificar una acción humana como correcta o incorrecta, pecaminosa o admisible. Se trata de ética y de su aplicación en la moral, porque algo puede ser políticamente aceptable, pero ética y moralmente despreciable. La política, por eso, debe separarse de la religión. Ser laico significa no representar a ninguna filiación religiosa. Los sacerdotes, pastores, rabinos y los neopentecostaleros tienen vedado participar, y todos los representantes de una religión o de una secta encajan en esta necesaria exclusión.
Al admitir abiertamente esa filiación, estos funcionarios quedan incluidos en las prohibiciones. Entonces, sus nombramientos o elecciones son ilegales y deben ser anuladas ipso facto. Estos grupos, según ellos los preferidos por el Espíritu Santo, tienen ahora la posibilidad de incluso rebautizar al país como República Neopentecostalista de Guatemala, al estilo de Maduro con la República Bolivariana de Venezuela. Nuestra Constitución se declara por la defensa de la vida y la familia, y ello hace redundante e innecesario bautizar así una actividad de simple proselitismo religioso. Los problemas derivados de esta propaganda en favor de grupos nuevos sin importancia en la historia, la cultura y el arte del país, abren la puerta a una nueva y terrible división: la religiosa.
Recuerdo a mi querido amigo Frank Deaver, profesor de Ética, cuyas frases para hacerse entender son claras, aunque irreverentes. Decía: “La ética se aplica de la cintura hacia arriba; la moral, de la cintura hacia abajo”. Da en el clavo. Para conocer algo de la mentira de los mezcladores de religión y politiquería, es necesario ver y conocer sobre lo ocurrido en esa mitad inferior de la anatomía humana. En el caso de Guatemala, los ejemplos son fáciles de encontrar en fotos publicadas en la prensa y en los numerosos videos transportados por las redes sociales. La gente integrada a esas versiones sui géneris del cristianismo deben ser los primeros interesados en exigir cuentas, para no quedar en ridículo o en un contubernio tácito pero sobre todo vergonzoso.
La politiquería se ha convertido en una forma aceptable de bacanal, ante las acciones de la vida privada de los funcionarios, inexistente sobre todo si hay uso de dinero público. La prensa tiene campo ético de penetrar cuando con ese dinero se pagan acciones moralmente rechazables en el ejercicio de los cargos. Y si estas personas participan en la bacanal de la corrupción mientras hipócritamente claman a Dios por cualquier pretexto, afectan a aquellos convencidos de buena fe por la labia y la interpretación antojadiza de los textos bíblicos y el mensaje de Cristo. Por desgracia, todas las denominaciones cristianas se ven afectadas y por ello sus autoridades están urgidas de declarar abiertamente no ser parte. El silencio se convierte en complicidad.