La primera razón es el punto geográfico, con interés económico, en donde se localiza Ucrania, con una posición que bien podría asemejarse a una puerta que conecta el Oriente Próximo y Europa y el Mar Negro, donde pasa un importante suministro de gas natural del que es dependiente Europa.
En términos simples, algunos expertos y conocedores del tema estiman que el 35 por ciento del gas que consume Europa viene de Rusia a través del gasoducto que cruza Ucrania, y quien tenga el control de Ucrania, o sea “amigo” de él, podría tener acceso a cerrar o abrir la provisión.
“Trabajamos juntos para lograr un suministro continuo, suficiente y oportuno de gas natural a la Unión Europea desde diversas fuentes de todo el mundo para evitar interrupciones del suministro, incluidas las que podrían resultar de una nueva invasión rusa de Ucrania”, decía un comunicado firmado por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dirigido a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, hace un mes.
“Estados Unidos ya es el mayor proveedor de gas natural licuado de la UE. Estamos colaborando con gobiernos y operadores de mercado en el suministro de volúmenes adicionales de gas natural a Europa desde diversas fuentes en todo el mundo”, añadía la comunicación oficial.
Ucrania tampoco es ajena a la dependencia de Europa al gas ruso, ni es espectadora. El 3.8 por ciento del Producto Interno Bruto de Ucrania es lo que cobra a Rusia por el tránsito de su gas hacia Europa.
De acuerdo con una proyección de la página especializada Woldometer, Rusia es el mayor productor de gas natural del mundo y duplica las reservas de gas de toda la Unión Europea, de ahí que la dependencia de este combustible sea tan grande para el Viejo Continente que un tercio de su consumo de gas proviene de Rusia.
La línea de paranoia
El segundo punto de interés, o línea roja que marca Rusia con Europa se explica por la cercanía de Ucrania con Moscú y un temor presente desde el final de la Segunda Guerra Mundial y alimentado durante la Guerra Fría.
Ucrania para Rusia significa un territorio con quien comparte frontera y desde donde es vulnerable a un eventual ataque militar.
Estas “áreas seguras” para Rusia fueron establecidas de alguna forma al final de la Segunda Guerra Mundial y por los mismos motivos que los países de Europa del Este vieron con buenos ojos la creación de la OTAN, para delimitar espacios y sentirse seguros.
Los territorios de la antigua Unión Soviética que Rusia perdió 1991 rodean sus fronteras y son las líneas de seguridad que desde Mijail Gorbachov el kremlin se ha empeñado en proteger, controlar o, por lo menos, tener vigiladas.
En un paralelismo histórico se encuentra la crisis de los misiles de Cuba, en 1962, cuando Estados Unidos y Rusia tuvieron uno de los puntos de mayor tensión durante la Guerra Fría. Consistió en la instalación de bases militares rusas y misiles con cabezas nucleares en la isla del Caribe, a menos de 2 mil kilómetros de Washington. De incorporarse Ucrania a la OTAN, esta organización y sus aliados podrían tener bases militares a menos de 800 kilómetros de Moscú.
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La creación de la OTAN tuvo condiciones particulares también y pasan por respetar estas líneas rojas que Rusia reconoce como una zona de seguridad desde 1990.
Documentos desclasificados por Estados Unidos y públicos desde 2017 recogen supuestas transcripciones de conversaciones que sostuvo Gorbachov con el presidente George H. W. Bush y funcionarios de su gobierno a lo largo de las negociaciones del fin de la Guerra Fría, durante 1990, y donde este último habría ofrecido la famosa garantía de “ni una pulgada hacia el este” de la OTAN.
La promesa la habría hecho al líder ruso el secretario de Estado James Baker, según consta en los documentos del Archivo Nacional de Seguridad de la Universidad George Washington, el 9 de febrero de 1990, entre otras garantías sobre la seguridad soviética.
En la práctica esto no se cumplió. De 16 países que integraban la OTAN en 1991, actualmente son 30 naciones.
En 2002 la OTAN recibió a los países Bálticos Estonia, Letonia y Lituania y entonces también dejó abierta la puerta a Ucrania, sin embargo, a diferencia de los primeros Ucrania desde la desintegración de la Unión Soviética su población quedó dividida, incluso culturalmente y una parte se considera rusa y otra ucraniana, con una retórica violenta de los locales hacia los simpatizantes del Kremlin.
De nuevo, la lucha por controlar el espacio territorial ha mantenido una tensión constante en la misma Ucrania con población dividida. Un grupo que se considera ruso y que recibe apoyo directo de Rusia y otro nacionalista que busca su integración al mercado europeo.
A diferencia de los países Bálticos donde fueron desocupados desde 1990, Rusia tiene presencia en territorio ucraniano. Eso y su cercanía geográfica con Moscú hacen que ceder Ucrania significaría para Rusia una doble amenaza: el repliegue de sus tropas del territorio ucraniano y la amenaza de que Ucrania se pueda sumar a la OTAN y que estas puedan tener bases militares cerca de Moscú.
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Territorio siempre hostil
En el 2010 Ucrania comenzó su acercamiento a la Unión Europea y el presidente Yanokovich formalizó sus intenciones dos años después. No obstante, el 21 de noviembre de 2013 da marcha atrás a la unión con Europa en medio de protestas a favor y en contra de la decisión. El inicio de lo que se conocería como el Euromaidán.
El Euromaidán tomó fuerza y se convirtió en el movimiento nacionalista ucraniano en contra del presidente Yanokovich y su cercanía con Rusia. La escalada de protestas significó enfrentamientos con la policía y sanciones verbales de la Unión Europea al mandatario de Ucrania.
En 2015 Yanokovich abandona el país y se refugia en Rusia. En una Ucrania hostil se lleva a cabo un relevo de gobierno democrático, pero con la división de grupos a favor de Rusia, lo que se abre a un referéndum por la península de Crimea que gana Rusia en una votación que la Unión Europea no reconoció legítima.
La separación de Crimea también dejó divida una parte del territorio ucraniano con grupos militares separatistas que dieron origen a la Guerra del Donbás y que ha mantenido tensiones constantes con Ucrania que hasta antes del 2022 ya había cobrado unas 14 mil vidas.
Puntos de interés para entender el interés sobre Ucrania (de Rusia y Europa)
- Desde su creación la geografía de Ucrania ha sido cambiante y dominada por distintos imperios que dejaron agendas pendientes que desdibujan la noción de Estado y Nación.
- La fuerza de la Unión Soviética construyó entidades políticas artificiales que originaron conflictos que ya llevaron a la separación de Crimea y lo hace en el Donbás.
- Ucrania nunca ha sido homogénea y ha estado dividida por cultura e idioma, con un tercio de las regiones hablan ruso y tienen un sentido de pertenencia con ese país, otro tercio se identifica como europeo y el resto asume una posición neutral.
- OTAN, que se creó como un pacto militar para enfrentar la “amenaza comunista” incumplió desde su creación con no expandirse y ha pasado de 16 países en 1992 a 30 en 2021, hasta alcanzar la línea roja de Moscú.
- El Euromaidán definió los grupos armados paramilitares contra Kiev y desde ahí contra los rusoparlantes del Donbás.
- Las regiones de Donetsk y Lugansk han estado ocupadas por grupos prorrusos que han mantenido un conflicto interno contra Kiev desde hace ocho años.
- Rusia reconoce ahora a Donetsk y Lugansk como estados independientes, de la misma manera que algunos países de Occidente reconocieron la independencia de Kosovo de Serbia, mientras la misma Serbia, China y Rusia lo siguen desconociendo.
- Estados Unidos ha mantenido otras tensiones con Moscú antes de Ucrania, en los conflictos de Osetia del Sur, Crimea, Siria.