Un elemento que potencia ese caminar suele encontrarse en la disposición y apertura al conocimiento; un elemento que se podría perfilar desde el estudio de una maestría, ese periodo que sigue a las licenciaturas universitarias.
Ampliar el campo de estudio, encontrar nuevas perspectivas o adquirir pensamiento estratégico para dar soluciones innovadoras, serían algunas de las ventajas detrás de estudiar una maestría, comparte Julio Cardona, director del departamento de posgrados en la Universidad Rafael Landívar.
Estos programas educativos suelen impartirse por lo general durante uno y dos años de manera intensiva, en los que se abordan aspectos conceptuales más especializados que luego se refuerzan con la aplicación de lo aprendido, señala Cardona.
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El aprendizaje detrás de este posgrado también lleva a mejoras personales: “Sugieren una sensación de logro importante. Esto ayuda a creer que cualquier proyecto está al alcance, así como saberse experto en una habilidad determinada”, dice el psicólogo industrial Franklin Espinoza quien se ha especializado en ambiente ocupacional.
El especialista agrega que, en términos laborales, las maestrías son garantes de conocimiento que mientras “más relacionadas a la actividad laboral estén, más relevancia tendrán para el empleador”.
Julio Cardona agrega que las empresas también ganan ante el estudio de una maestría por parte de sus trabajadores, ya que son personas que se vuelven más competentes y que pueden lograr una visión más global de la funcionalidad de los proyectos.
El psicólogo Espinoza señala que algunas empresas tienen políticas de crecimiento o rangos salariales basados en educación. También hay sistemas que evalúan puestos cuando los empleados tienen certificaciones, licenciaturas o posgrados.
“La maestría es una puerta de conocimiento y competencias que hacen crecer. Debe ser satisfactorio independientemente si el factor se relaciona con los ingresos económicos. Creo que las personas no deben tener la expectativa de mejora salarial como base para la decisión de estudiar una maestría”, expresa Julio Cardona.
En la medida que las personas se acercan a este nuevo capítulo, es necesario que evalúen distintos temas relacionados a su personalidad, madurez, economía y organización. Algunas premisas básicas que podrían aclarar la ruta hacia las maestrías son:
Comprender el motivo de estudio
Julio Cardona subraya que previo a una maestría, es importante que los conocimientos de esta se puedan alinear a los intereses en el plan de vida de cada persona. Aunque muchos estudian en aras de una escala laboral, también hay quienes solo buscan aprender y ampliar su acervo mental.
Una pregunta para resolver esta fase podría ser: ¿En qué necesito formarme para desarrollar mi plan de vida?, comparte Cardona.
Entender el abordaje y contenido temático
Puede haber quienes tengan claro las temáticas que desean aprender y, por otro lado, quienes tengan nociones o ideas generales de qué les interesa. Para solventar esta situación es importante hacer una reflexión de los intereses, pero también de las academias que puedan impartirlos en modalidad de pénsum.
Esta búsqueda puede iniciar con un acercamiento virtual o presencial a instituciones que tengan privilegio puesto que “darán garantía de los programas”, dice Cardona. En este punto es necesario evaluar todas las instituciones que puedan ofrecer los temas de interés.
“La maestría es una puerta de conocimiento y competencias que hacen crecer. Debe ser satisfactorio independientemente si el factor se relaciona con los ingresos económicos.”
-Julio Cardona, director del departamento de posgrados en la Universidad Rafael Landívar
Una vez se encuentre el espacio que más genere confianza, es importante hablar con representantes del posgrado para conocer cuál es el perfil de ingreso y egreso, así como para saber más de los docentes y sus trayectorias.
También es importante evaluar las metodologías de aprendizaje. Esto permitirá que los futuros aprendices determinen si son compatibles con las formas de enseñanza en la institución.
Considerar el factor presencial y virtual
La modalidad situada de las maestrías tiene varios matices para quienes las estudian. La presencial ofrecería un contacto más directo con otras personas, lo cual, a consideración de Julio Cardona, permite aumentar una red de contactos en las mismas áreas de investigación y trabajo.
Por otro lado, está la virtualidad que ha tomado mayor importancia desde que en 2020 se expandió el covid-19 y con ello surgieron los confinamientos.
Esta forma de estudio ha permitido mantener las actividades sin la necesidad de movilización y también un ajuste en la disponibilidad de tiempo para dedicarse a ellas.
Cardona subraya que los programas virtuales presentan un diseño de cursos más interactivo, pero implica que los estudiantes aprendan de formas más autónomas.
Evaluar el tema económico
Muchas maestrías suelen tener costos altos debido a la especialidad y el claustro de formadores. Sin embargo, no todas las personas pueden costear el programa en su totalidad.
Un punto importante en estos casos es buscar opciones de financiamiento a través de becas o créditos que incluso las mismas instituciones educativas podrían ofrecer. También desde bancos o instituciones privadas existen opciones de apoyo.
Se deben tomar en cuenta compromisos que puedan existir como resultados académicos y laborales, o incluso la solvencia económica a futuro para responder al apoyo financiero de cualquier índole.
Aprender a organizarse
“La disciplina es importante. Las personas deben contar con un alto grado de autorregulación para que puedan organizar bien su tiempo pues deben dividirlo entre la maestría, el hogar y su trabajo”, expresa Cardona.
Este nivel de compromiso responde también a un nivel de madurez que idealmente todas las personas que estudian una maestría deberían contar.
De acuerdo con Julio, si los estudiantes están claros de su decisión, se involucrarán y darán lo mejor de sí mismos por lo que el compromiso y los resultados aumentarán.