En esta cárcel, concebida como una prisión con comodidades y máxima seguridad para Personas Muy Importantes (VIP, en inglés), guardan prisión preventiva muchos exfuncionarios señalados en tramas de corrupción, pero también alberga a supuestos narcotraficantes reclamados por EE. UU.
La mujer lleva víveres a un privado de libertad, pero como en Mariscal Zavala también hay clases sociales, ella se dirige al área común en la que conviven los reos con menos poder adquisitivo, los que afuera tuvieron un cargo menor en la estructura del gobierno o fueron simples empleados públicos operadores de las tramas que se ventilan en juzgados de Alto Impacto.
Prensa Libre y Noticiero Guatevisión ingresaron a esas instalaciones y revelan los privilegios de los que gozan algunos reclusos de esta cárcel.
El área para los comunes
En el ingreso al área común hay dos bancas en las que el visitante puede esperar mientras sale el recluso para darle ingreso, quienes ya conocen la carpa en que está recluido su amigo o familiar empiezan a caminar entre los improvisados callejones que se han formado entre el desorden que marca la necesidad de tener un espacio.
No hay celdas, son espacios improvisados con carpas de vinil en no más de tres metros cuadrados, es el área de la privacidad a la que se puede aspirar en ese sector del penal. El área común de Mariscal Zavala se asemeja a las champas de un asentamiento urbano de la Ciudad de Guatemala.
Entre los pasillos que se formaron ante la expansión de la población en esa cárcel, hay novedades. Se observan tiendas, ventas de pollo asado, tortillas de harina, una barbería que anuncia cortes a Q20; todo alrededor de una pequeña comunidad.
Mariscal Zavala dispuso de un espacio para instalar una prisión luego del 2015, cuando se desató la trama de La Línea y por la que guarda prisión Otto Pérez Molina, algunos de sus ministros y otros funcionarios de ese gobierno.
En seis años la población reclusa aumentó de 135 a 275 y este fue el factor que obligó a improvisar espacios y los módulos originales tuvieron que ceder a las carpas y alojar así a las decenas de privados de libertas que se fueron sumando.
Los toldos con vinil se popularizaron como celdas en el área común de esta cárcel y hay callejones que dividen un apartamento de otro, acá no hay celdas con barrotes, hay un poco más de comodidad y privacidad.
En un recorrido se evidenció que una charla la puede estar escuchando el vecino, los toldos están contiguos y las paredes son plásticas.
La rutina
Pero el área común de Mariscal Zavala también tiene estratos. Entre las carpas destacan algunas construcciones formales, apartamentos edificados con madera y tabla yeso. Algunos tienen finos acabados, aunque con puertas rústicas o ventanearía desajustada.
En los días de visita general los reclusos reciben a sus amigos o familiares en sus improvisados apartamentos, es el área más privada al que puede aspirar en el área común de esa prisión y para el resto, denota el poder que tuvo o tiene el propietario de ese espacio, que no necesariamente pasa por el factor económico.
Hay excepciones, aunque pocas. En ese sector algunos reos tienen alto poder adquisitivo y algunos reclusos nos relataron que si hay dinero pueden gestionar permisos con la Dirección General del Sistema Penitenciario para modificar su toldo y convertirlo en una habitación.
Algunos comedores que funcionan en el área común del reclusorio de Mariscal Zavala tienen modificaciones y dejaron de ser un toldo de campamento. En uno de esos negocios de comida hay refrigeradora, microondas, licuadoras y el menú va desde un pollo asado hasta huevos benedictinos acompañados de frijoles y plátanos fritos. La carta está abierta para quien pueda pagar.
Uno de los privados de libertad remarcó que los negocios surgieron con base al reglamento del Sistema Penitenciario, porque está permitido que los reclusos desarrollen oficios y el emprendimiento, por lo tanto, no consideran que esa explotación comercial sea ilegal.
“Es cuestión de tener dinero para lanzar el negocio, acá hay ventas de huevos, venden pollo, hamburguesas, pizzas. Hay competencia, claro que los reos que ponen estos negocios tuvieron dinero para invertir. También hay que tener pisto –dinero– para comerse todo eso que venden acá”, relató un privado de libertad al equipo de periodistas que visitó el centro carcelario.
Más allá de las comodidades, en el área común resalta el compañerismo. Todos se conocen y saben en qué toldo o habitación está cada uno recluido. Si hay una visita, rápido le gritan al privado de libertad para que la atienda.
Es día de visita general y entre los callejones se escuchan risas de niños y mujeres, la señal de que llegaron las familias a compartir con su ser querido.
También hay una cancha de fútbol disponible para quienes practican ese deporte. Es una cancha de tierra con dos porterías blancas que se usa para desestresarse habitualmente.
Algunos no gustan de pegarle a un balón y prefieren salir a caminar por varios minutos alrededor del campo. En ese sector precisamente está recluido el futbolista inactivo Marco Pablo Pappa, quien periódicamente sale a ejercitarse y es la oportunidad para algunos de compartir una tarde de juego con un profesional del balompié.
El covid-19 y los efectos del confinamiento también afectaron a esta comunidad de reclusos. Hubo negocios que quebraron, entre ellos el comedor El Rincón de Lupita que emprendió desde 2016 el exjefe de la Superintendencia de Administración Tributaria, Omar Franco. Ese negocio dejó de servir comida debido a las restricciones que causó la emergencia sanitaria.
Otros privados de libertad se han reinventado, algunos ofrecen bebidas, aunque las que contienen alcohol están prohibidas en la prisión.
Pero el país se reactivó y en Mariscal Zavala comenzaron a llegar cada vez más personas vinculadas al narcotráfico, aunque los reclusos prefieren llamarles “los extraditables”.
Ellos han sido asignados al área común y han sido un alivio para una empírica actividad comercial en Mariscal Zavala. Los extraditables han inyectado una recuperación al área común de Mariscal Zavala ya que el poder adquisitivo de estas personas se mantiene alto pese a estar encerrados en una cárcel.
“Ellos -los extraditables- vinieron a dinamizar esto, son reos que no se meten con nadie y tiene dinero para comprarse comida y tener servicios básicos al día -agua, habitación, lavandería-. Entonces, con su permanencia ayudan al resto, porque si ellos quieren comida se les vende, si quieren un atol blanco se les vende, si quieren agua pura se les vende, si necesitan planchar su ropa se les vende ese servicio”, agregó un recluso.
Los reos con orden de extradición también invierten en su permanencia en prisión mientras en los tribunales se resuelve si son o no extraditados a Estados Unidos. Algunos de estos privados de libertad viven en habitaciones más cómodas hasta de dos pisos y constantemente reciben visitas. Mejorar su estilo de vida pasa por poner en circulación dinero que es aprovechado por quien pueda ofrecerle servicios.
La discordia
Lejos del entretenimiento hay temas que preocupan a la comunidad reclusa del área común, ya constantemente tienen problemas por la carencia de drenajes y un grupo de privados de libertad que tiene conocimientos de albañilería y plomería se encarga de gestionar el avance del sistema de tuberías para tener este servicio vital.
En estos días están tranquilos porque con la llegada del verano no tendrá que andar pensando en las filtraciones de agua en sus habitaciones, pero a partir de mayo, cuando inicie el periodo de lluvia, empezarán tapar agujeros y hacer cualquier tipo de remiendo para evitar esos inconvenientes.
El condominio
Lejos del área común, las ventas informales, los negocios emergentes y los apartamentos prefabricados está “el condominio”. La mayoría de los internos no lo conoce, pero sabe que está ahí cada vez que se topan con el portón de ingreso que tiene malla y está recubierto de follaje verde para impedir la visibilidad a esas casas.
El sitio es el área de Asilados Uno y parece un condominio residencial de cualquier zona de clase media de la capital. Las construcciones de los inmuebles cuentan con acabados finos en paredes blancas, las casas, aunque reducidas pueden ser de uno o dos niveles, con faroles en el portal o algunas lámparas más modernas, según el gusto y estilo de quién habita allí.
Cada apartamento tiene un jardín en la parte frontal, con algunas especies de cipreses que dan apariencia hogareña a estos ambientes. Muy lejos de cualquier definición de una celda en ningún país.
En el portón que evita la invasión del área común hay una pequeña garita en la que un guardia del Sistema Penitenciario vigila constantemente. Ese ingreso está a 10 metros del acceso al área común, es decir, son sitios colindantes pero muy distintos y marcan una estratificación en la población reclusa.
“Allí viven los reyes, y los reyes no sirven a los reyes. Esa nos es una comunidad, allí cada uno vive a su estilo y se encierra en sus problemas. Algunos sí salen de allí para convivir con los del área común en alguna actividad deportiva o recreativa, pero son muy distantes, sin duda es la otra clase de esta prisión”, describió un privado de libertad del área común.
Si alguien del sector de Aislados Uno necesita arreglar el baño, la ducha, algún tomacorriente o remodelación, le avisan a los privados de libertad del área común para que brinden sus servicios.
“Ellos pagan por sus arreglos, al final indirectamente estamos en el mismo sitio y así como nos necesitan los necesitamos”, remarcó el reo.
El más reciente huésped en esa prisión es el exministro de Comunicaciones, José Luis Benito Ruiz, quien ha sido ligado a proceso por los casos de Libramiento de Chimaltenango y su implicación con los Q122.3 millones decomisados en octubre de 2020 en una casa situada en la Antigua Guatemala, Sacatepéquez.
Según fuentes con conocimiento del tema, desde el primer día los abogados de Benito Ruiz gestionaron y lograron que fuera recibido en el sector más exclusivo y con más privilegios en Mariscal Zavala.
Otro de los reclusos en este sector es el expresidente Otto Pérez Molina, quien enfrenta juicio por el caso La Línea y quien en diversas ocasiones ha pedido mantenerse recluido en Mariscal Zavala.
La exclusiva y hermética zona VIP
Un tercer sector hace más profunda la desigualdad de los privados de libertad de la cárcel de Mariscal Zavala. Es el Aislados Dos, un sitio que a diferencia de los dos anteriores no se detecta con facilidad debido a que está situado detrás del vecindario de Aislados Uno y para llegar a esa área exclusiva hay que pasar por una tercera garita con custodios. Ahí también funcionan las oficinas de la alcaidía.
En este tercer sector hay más privacidad, Los visitantes al estar en el parqueo no pueden observar ese vecindario y para hacer solo es posible con la invitación de alguno de estos reclusos residentes allí.
En esa área guarda prisión el exministro de Comunicaciones, Alejandro Sinibaldi, quien cuenta con una vivienda de dos plantas, siempre con la tendencia de paredes blancas y acabados finos.
En su área de recreación, el exfuncionario dispone de una mesa de ping pong, en la que se le ve practicar con frecuencia.
Algunos reclusos recuerdan que incluso se han efectuado torneos en ese penal porque es un deporte llamativo para muchos.
En Aislados Dos también está recluido el exrector de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Murphy Paiz, quien está procesado por su implicación en el caso Comisiones Paralelas.
Cada taza de su bebida está mezclada con licor y así se mantiene mientras pasa sus días en prisión...
Otro de los “condóminos” es Cristian Rodríguez Gallardo quien tiene orden de extradición a EE. UU. por lavado de dinero y se había fugado de esa cárcel el 14 de noviembre pasado, aunque fue recapturado un mes después.
Algunos reos relatan que Rodríguez Gallardo, alias el Patojo, ha vivido relajado en prisión y acostumbra a estar en su apartamento simulando tomar café.
“Cuando los custodios pasan revisando si permanece o no en su espacio lo ven bebiendo su cafecito, pero no precisamente es eso. Cada taza de su bebida está mezclada con licor y así se mantiene mientras pasa sus días en prisión”, aseguró un privado de libertad.
En la grabación que captó su fuga de la prisión, el 17 de diciembre de 2021, se evidencia que Rodríguez Gallardo tambaleaba y era ayudado por un hombre para poder caminar y salir de Mariscal Zavala.
Hay tolerancia al consumo de cervezas y licores aseguran los prisioneros entrevistados.
En diciembre pasado fue habitual ver festejos en el penal, muchos reclusos organizaron convivios.