El mundo se despertó el 6 de febrero de 1952 con la muerte de Jorge VI, que sucumbió durante la noche ante un cáncer de pulmón en la residencia real de Sandringham en Norfolk.
Su hija y heredera al trono de 25 años no supo de la noticia hasta ahora después, cuando pudo ser localizada a miles de kilómetros de casa en medio de la jungla de los montes Aberdare.
Kenia, entonces una antigua colonia británica, fue la primera escala en la gira por la Commonwealth en la que Isabel II se había embarcado con su esposo, el príncipe Felipe, en sustitución de su padre enfermo.
La pareja real se tomó una noche libre de sus compromisos oficiales para observar animales desde un cabaña colgada de un árbol en la profundidad de la selva. Fue durante esa noche en el hotel Treetops cuando el rey falleció y la princesa se convirtió en reina.
“Por primera vez en la historia del mundo, una joven chica trepó a un árbol un día como princesa y, después de tener lo que ella describió su experiencia más emocionante, bajó del árbol el día siguiente como reina”, habría escrito en el libro de visitas Jim Corbett, naturalista y cazador que acompañaba ese día a Isabel y Felipe.
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“La experiencia más maravillosa”
Aunque no fue hasta después de abandonar la cabaña que el duque de Edimburgo trasladó la noticia a su mujer, la historia arraigó y el hotel se convirtió en el lugar donde una princesa se convirtió en reina.
Abierto por primera vez en 1932 como un alojamiento para visitantes ricos e intrépidos, Treetops estaba colgado en una enorme higuera con vistas a una balsa de agua. En ese tiempo no había nada por el estilo.
Escondrijo privado entre ramas en la remota selva africana, Treetops ofrecía a la élite una oportunidad de encontrar de cerca y en seguridad a los animales salvajes.
Isabel y Felipe escribieron una lista con los animales que vieron. Esa hoja de papel todavía está hoy enmarcada en el hotel.
Grandes manadas de elefantes, con “unos 40” ejemplares, fueron vistos en la balsa, junto a babuinos y antílopes.
También “rinocerontes toda la noche” y “en la mañana, dos toros luchando”, se lee en esa lista fechada en el 5 y 6 de febrero y firmada por los príncipes.
Un asistente de la pareja real, encargado de escribir y agradecer la estancia a los propietarios del hotel, describió una “tremenda experiencia de ver el juego salvaje en su entorno natural” y un día y una noche “repletos de interés”.
“Estoy bastante seguro que esta es una de las experiencias más maravillosas que la Reina o el Duque de Edimburgo han tenido nunca”, reza la carta también enmarcada en Treetops y con fecha del 8 de febrero de 1952.
Memorias olvidadas
Dos años después de la histórica visita, el hotel ardió en lo que se rumoreaba como un ataque de los rebeldes anticolonialistas Mau Mau.
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Un nuevo hotel y mucho más grande se construyó en unos soportes de madera elevados en el lado contrario de la balsa respecto a la ubicación original, donde sigue en pie hoy en día.
La visita real y la leyenda que lo acompaña lo han convertido en uno de los hoteles más famosos del mundo.
Los huéspedes adinerados pueden pasar la noche en la Suite Princesa Isabel, leer los recuerdos de la visita real en el comedor o contemplar un retrato de la reina colocado entre los colmillos de un elefante abatido por cazadores en los 1960.
Isabel y Felipe regresaron en 1983 a un Treetops muy cambiado respecto a 31 años antes. La pareja también había cambiado: las ropas de safari fueron sustituidas por un elegante vestido hasta las rodillas para la reina y americana y corbata para el duque de Edimburgo.
Durante muchos años, una placa recordaba el lugar donde pasaron la noche en que la princesa se convirtió en reina. Pero ahora no queda rastro de ella, guardada en un almacén cuando Treetops cerró sus puertas en el comienzo de la pandemia.
Dos años después, con la reina preparando la celebración de su Jubileo de Platino, sigue cerrado como un icono desvanecido de un tiempo pasada.