LA BUENA NOTICIA
La Santa Misión Popular de Jesús
Las comunidades eclesiales que escuchan el evangelio de estos domingos quedan admiradas al contemplar el lanzamiento de la Santa Misión Popular de Jesús desde su aldea de Nazareth, misión inspirada en el pensamiento y espiritualidad del profeta Isaías y no en el ritualismo del mundo sacerdotal del templo ya caduco y al servicio del orden establecido. El Espíritu Santo y la Palabra son las dos realidades que encienden la chispa del fuego de la misión en él y despierta en sus oyentes, primero, simpatía y admiración; luego hostilidad y rechazo, hasta el punto de ser expulsado, con el riesgo de ser linchado. Su mensaje no busca el halago de sus oyentes, sino la fidelidad al proyecto de Dios que es universal, incluyente y liberador. Ese discurso programático es el que la Iglesia hoy, con todas sus fuerzas laicales y jerárquicas, debe asumir para apropiarse del estilo de Jesús y superar dinámicas neopentecostalistas aliadas de los poderes corruptos que van permeando la sociedad, la política y hasta la misma Iglesia.
' El Espíritu Santo y la Palabra son las dos realidades que encienden la chispa del fuego de la misión en Jesús.
Víctor Ruano
Cuando los líderes religiosos convertimos nuestro servicio en una muestra de “pan y circo”, que se traduce luego en un culto enfermizo a la figura del líder, desvirtuamos la misión encomendada por Jesús y el trabajo pastoral termina en la indiferencia religiosa o en actitudes que no hacen crecer ni madurar a las comunidades en su dinámica de fe y de compromiso con la historia.
Asistimos hoy a formas de espiritualidad desencarnadas y ahistóricas que manipulan los sentimientos de la gente para que no cuestione las estructuras corruptas e impunes del poder político y económico, tal como lo vimos en el discurso cachureco de la presidenta del Congreso y de otros líderes políticos que, al final de cuentas, se convierten en maldición para nuestros pueblos, como lo fue el gobierno de Morales y lo es el de Giammattei.
Es urgente salir de esas tendencias neopentecostalistas que desfiguran la Iglesia que quiso Jesús y le hacen un daño irreparable a la sociedad. No corresponden a las dinámicas del Reino ni a la línea de los grandes profetas del A.T. Tampoco al testimonio de los mártires como Óscar Arnulfo Romero; los de Izabal, Quiché, Sololá y Huehuetenango. Y recientemente los mártires salvadoreños Rutilio Grande y fray Cosme Spessotto, y los laicos Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus. Los mártires de las décadas de los 70 y 80 nos han dejado un valioso ejemplo, como el que esta semana nos dieron las mujeres Achí. La de ellos y ellas ha sido “una historia de valentía, dignidad, coraje y esperanza”.
“Estas valientes mujeres de Rabinal, Baja Verapaz, escribió Marielos Monzón en su columna de PL, que fueron víctimas de atroces vejámenes y violaciones sexuales cometidas por integrantes del Ejército y expatrulleros de autodefensa civil a inicios de los años 80, decidieron recorrer el empedrado camino que supone alcanzar justicia en un país como el nuestro, en el que, como escribió Humberto Ak’abal, “todo queda lejos”. Ellas están logrando justicia, aunque sea tarde, en esta Guatemala de la eterna impunidad.
En la Guatemala de hoy no se puede ser cristiano y rehuir el compromiso con una justicia independiente. Si se es fiel al proyecto de Jesús, sin pretenderlo, se provocará la reacción contraria, la crítica descalificadora y hasta el rechazo de quienes prefieren que nada cambie en la iglesia y en la sociedad. Nos anima la actitud de Jesús, que no le teme al conflicto con los líderes de aquella sociedad en aras de la fidelidad al proyecto de Dios. Este ejemplo es importante para los evangelizadores de hoy, pues en una “sociedad líquida” como la nuestra, el mensaje de Jesús tiende a manipularse para no herir las susceptibilidades de los oyentes ni de quienes detentan el poder.