Más de tres décadas de bregar en el campo del desarrollo me han permitido entender el tema agrario guatemalteco; los principales desafíos que enfrenta el agro guatemalteco y la factibilidad de seguir algunas rutas de comprobada eficacia a lo largo de estas décadas de ensayo y éxito.

Existe mucha basura histórica que distorsiona el tema agrario y limita el entendimiento. Pululan grupos que insisten en plantear ideas radicales, repitiendo una asombrosa lista de concepciones originadas de fallidas teorías y experiencias del pasado, y que hoy, en un nada extraño copy paste, las pretenden imponer en el mapa político.

Primera concepción: “La madre tierra es de los aborígenes originales”. Algo así como que los originales propietarios eran los pueblos aborígenes encontrados por los españoles, lo cual implica la no aceptación del registro de titulaciones de la propiedad privada. Esto, indiferente a la contradicción que subyace en la historia misma aborigen, con su propio registro de abundantes conquistas guerreras de una nación contra otra, integrando y desintegrando sus territorios a lo largo de los siglos; tal el caso de Nahualá/Ixtaguacán.

Segunda concepción: “Cuando campesinos invaden una finca, no debe tipificarse el delito de “usurpación agravada”; como lo estipulada el Código Penal, sino considerarlo como “alternativas inteligentes” o “tomas pacíficas” … Además, los desalojos deben llevarse a cabo “pacíficamente”; (aún cuando los campesinos se resistan, no sólo a desalojar pacíficamente las propiedades privadas usurpadas ilegalmente”, sino, en muchos casos, cometiendo secuestros, muertes, y destrucción de la propiedad privada. De ahí la insistencia de eliminar el delito de usurpación agravada, el cual contempla la inmediata detención del que lo comete.)

Tercera concepción: “Es necesario cambiar el régimen de uso, propiedad y tenencia de la tierra mediante una Reforma Agraria Integral. Entendemos la RAI, no solamente como re-distribución de la tierra, sino como un proceso que conlleva un conjunto de acciones políticas, económicas y legales que amplíen la participación de la economía campesina en las cadenas productivas y de comercialización. Consideramos fundamentales mecanismos destinados a impedir la variabilidad de los precios de los alimentos que beneficiarían, tanto a campesinos, como a consumidores”. Ergo: Propiedad privada; control de precios.

Cuarta concepción: “Nos oponemos al “liberalismo”. Le agregan el “neo”, con su particular interpretación relacionada con los tratados comerciales; tamaño del Estado; Etc. ; “pues esta concepción perjudica a nuestras culturas; nos despojan de recursos naturales; y violentan las leyes internas de cada país”.

Quinta concepción: “Nos oponemos a la privatización en cualquiera de sus formas: Las telecomunicaciones, electricidad, puertos, aeropuertos, hospitales, educación, infraestructura vial; todo debe ser manejado por el Estado”.

Esa es la esencia de las posturas políticas de las organizaciones afines a los movimientos tipo Foro de Sao Paulo; anhelando un efecto dominó creado con la inercia de los resultados electorales de Chile, Perú y Honduras.

En tales circunstancias ya los capitales han alzado vuelo como golondrinas buscando veranos más estables, donde el derecho a la propiedad privada es la norma y las reglas de juego respetadas.

Naufragio anunciado, diría García Márquez.