Mientras emprende una batalla legal para anular la decisión y poder defender su título en un torneo para el que faltan apenas diez días, el serbio de 34 años está muy probablemente alojado en el Park Hotel de Melbourne, aunque las autoridades se han negado a confirmarlo.
El edificio de ladrillo y hormigón de color marrón oscuro dista mucho de la residencia que Djokovic disfrutó el año pasado, cuando las restricciones por el covid-19 obligaron a los jugadores a entrenarse en sus habitaciones de hotel y en los balcones mientras estaban en cuarentena.
Entonces, Djokovic habría enviado una carta a las autoridades del tenis australiano quejándose de ese hotel de lujo y exigiendo residencias privadas con pistas de tenis y mejor comida.
Este año, en cambio, todo apunta a que está en un hotel que alberga a unos 32 migrantes detenidos, del que nadie puede entrar ni salir, salvo al personal.
El Park Hotel se dio a conoce en diciembre, cuando un incendio en el edificio obligó a evacuar a los refugiados y solicitantes de asilo. Una persona fue hospitalizada por inhalación de humo, aunque no hubo víctimas mortales.
Una semana después, los solicitantes de asilo publicaron en las redes imágenes en las que se veía la comida que les habían servido, supuestamente llena de gusanos, junto a trozos de pan mohosos.
En octubre, 21 hombres habrían contraído covid-19 en el lugar, objeto de protestas recurrentes.
“Triste”
Mehdi Ali, uno de los detenidos, dijo a la AFP que le entristecía que Djokovic pueda estar detenido allí.
“Los medios hablarán más de nosotros, el mundo entero probablemente, lo que es muy triste, solo porque Djokovic estaría aquí durante unos días“, afirmó.
Casi 180 personas han sido liberadas de su detención en el Park Hotel en el último año.
La mayoría de los que quedan habrían sido traídos a Australia para recibir atención médica desde su detención en el extranjero, en la pequeña isla de Nauru, en el Pacífico, y en la isla Manus, en Papúa Nueva Guinea.
Anteriormente el hotel se llamaba Rydges y en en 2020 sirvió como centro de cuarentena para el covid-19, al que acusaron de estar en el origen de una ola de infecciones en la ciudad.
Mientras Djokovic esperaba su destino, varias decenas de sus seguidores se reunieron en un parque cercano tocando música y protestando por su detención.
“¿Saben cómo me siento? Me siento triste“, dijo Gordana. “Y siento que he perdido parte de mi corazón por culpa de Djokovic. Djokovic es como mi hijo”.
Fuera del edificio, una veintena de activistas protestaron también contra las políticas migratorias de Australia que quieren impedir la llegada de personas en barco.