Guatemala y EE. UU. no son ajenos el uno para el otro y, de tal cuenta, lo que ocurre en cualquiera de los dos territorios resulta de interés para el otro. Esto se debe en gran parte a la posición de Guatemala en el istmo, la cual resulta de interés por temas de seguridad para EE. UU.
El Informe Mundial sobre las Drogas 2021 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) describe cómo la droga que ingresa a EE. UU. parte de países de América del Sur, entre estos Colombia y Venezuela, y luego se mueve por países de tránsito en Centroamérica, como Guatemala, a través de vías marítimas y, cada vez más, también aéreas.
En ese contexto, el gobierno de EE. UU. ha apoyado en los últimos años al Ministerio Público y al Ministerio de Gobernación de distintas formas, entre las cuales se encuentra la donación de equipo táctico y tecnológico, capacitaciones en investigación narcótica y convenios para el intercambio de información policial.
Aunado a ello, EE. UU. ha mostrado interés en el desarrollo de la región, ya que cada vez más personas de Centroamérica se ven obligadas a migrar por falta de oportunidades en sus países de origen. Según la Patrulla Fronteriza, durante el ejercicio fiscal 2021, que finalizó el 30 de septiembre, 283 mil guatemaltecos intentaron cruzar la frontera sur, lo que representa una ola migratoria sin precedentes.
Asimismo, la actual administración Joe Biden ha dicho que la corrupción es uno de los factores que entorpece el desarrollo y para ello anunciaron una Fuerza de Tarea Anticorrupción para combatir este flagelo.
Mientras que, para Guatemala, EE. UU. es uno de los principales socios comerciales en el mundo. Según el Banco de Guatemala, hasta septiembre pasado las exportaciones alcanzaron US$10 mil millones 06 mil. El 31.5 por ciento de estas, equivalente US$3 mil 171.9 millones, se enviaron a EE. UU. siendo el segundo principal destino después de Centroamérica.
En cuanto a la cooperación internacional, EE. UU. es el principal donante y entre 2018 y 2019 canalizó recursos por US$194.4 millones de dólares al país. No obstante, esta cifra ni siquiera se acerca al aporte a la economía guatemalteca de los migrantes en remesas, que este año alcanzó hasta noviembre los US$15 mil millones, una cifra histórica.
Esta cercanía e interconexión resulta imprescindible para entender el estado de las relaciones bilaterales entre ambas naciones, explican expertos.
Tensiones
Williams Álvarez, internacionalista, explica que parte de los conflictos en se producen porque Guatemala no ha cumplido con las pretensiones de EE. UU. de luchar contra la corrupción. En vez de ello, ha perseguido penalmente a operadores de justicia que EE. UU. considera aliados, como la exfiscal general Thelma Aldana o el exjefe de la Fiscalía Especial contra la Impunidad (Feci), Juan Francisco Sandoval.
No obstante, al mismo tiempo, la justicia guatemalteca ha obtenido el visto bueno del país norteamericano en la extradición de personas sindicadas por narcotráfico. Solo este año se ha capturado a más de medio centenar de personas con fines de extradición a EE. UU., según información del Ministerio Público.
“Existen intereses de EE. UU. que el gobierno de Guatemala y otros sectores han estado bloqueando, como la lucha contra la corrupción. Sin embargo, EE. UU. está de acuerdo con otras acciones y ha hecho valer su presencia, interés y poderío en la región”, dice Álvarez.
Álvarez comenta que la administración norteamericana atribuye a la corrupción la razón principal de la migración a su territorio. “Si uno ve los indicadores, va a encontrar crecimiento económico en Guatemala, pero también un aumento de la pobreza. ¿Cómo es posible eso? Eso pasa porque hay áreas en la estructura del aparato estatal que no están funcionando bien”, dice el entrevistado.
Por su parte, Jahir Dabroy, analista de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (ASIES), comenta que históricamente Guatemala ha padecido de debilidades institucionales y la participación de EE. UU. en el país ha sido fundamental, desde el establecimiento del banco central hasta la contrarrevolución en el 44.
De tal cuenta, a lo largo de la historia EE. UU. ha sido un “jugador con poder de veto” y tiene la capacidad económica, política y militar para cuestionar acciones de actores cuando estas los puedan perjudicar. Más recientemente, el gobierno norteamericano ha comprendido cómo la corrupción del sistema guatemalteco los puede afectar también.
“La corrupción ha sido problema recurrente en el sistema político guatemalteco, es algo que no se puede negar. Y EE. UU. sabe que para que un Estado funcione debe cumplir con el estado de derecho y tener leyes justas que se respeten. De lo contrario, cualquier acuerdo a los que se lleguen podrán ser vulnerado en cualquier momento”, dice Dabroy.
Esta semana, el presidente Alejandro Giammattei estuvo de visita en Washington, donde participó en eventos organizados por la Fundación Heritage, la Organización de los Estados Americanos y sostuvo reuniones con el sector privado de EE. UU. En sus intervenciones, criticó al gobierno de EE. UU. y la Cumbre por la Democracia, a la que no fue invitado.
Sin embargo, a consideración de Dabroy, sus críticas y discursos tendrán poco impacto en EE. UU.
“Este viaje y las declaraciones que dio no fueron una decisión prudente por parte del presidente. Son declaraciones que se consumen aquí en Guatemala, pero en EE. UU. tienen un mínimo efecto. No veo que esto vaya a trascender”, opinó el analista.