CATALEJO
Un nuevo e increíble yerro de Giammattei
Así como una persona se abstiene de colarse en una celebración, un político, sobre todo si es presidente, se abstiene de realizar ninguna acción si no es invitado a una reunión diplomática. La razón es muy simple: el anfitrión no está obligado a hacerlo, sobre todo si ha tenido expresiones críticas dirigidas al mandatario no tomado en cuenta. Ante eso, solicitar una invitación a una entidad de menor jerarquía, a fin de buscar espacio para alabar a su gobierno, demuestra incapacidad diplomática y pone en ridículo al país. La presencia de Alejandro Giammattei en Washington con toda razón ha sido criticada fuertemente por diplomáticos guatemaltecos con capacidad y experiencia.
Solicité sus comentarios a dos de ellos, porque en esa forma se puede conocer los puntos de vista de quienes dominan esos temas. Uno dijo: “Es desafortunado este viaje al país anfitrión de la Cumbre por la Democracia. Se ve que la no invitación a esa cumbre le dolió profundamente. Y visitar la OEA en esas circunstancias no tiene sentido, a menos que utilice ese foro para dejar constancia de lo que ha hecho en su gobierno. Es verdaderamente aberrante, sabiendo que está señalado de corrupto. Es adentrarse en un juego peligroso con la administración Biden y exponer el país al ridículo…”. Estos criterios están basados, además, en la simple lógica y el sentido común.
' El súbito viaje a Washington, donde se refirió con desprecio al gobierno de Biden, es un increíble, y común, resbalón diplomático de Giammattei.
Mario Antonio Sandoval
La otra opinión consultada: “Inoportuno y un intento muy torpe de generar inconformidad. Su mediocre diplomacia lo orilló a esta situación. Patético. Si no es prudente y se lanza con un mensaje agresivo, quedará definitivamente aislado. Los presidentes no se dirigen al Consejo Permanente en esa forma porque se corre un grave riesgo: resultar hablando ante los embajadores acreditados como representantes permanentes ante la OEA. No veo cancilleres haciendo ese viaje para escucharlo y eso hace disminuir la dignidad del cargo y de la presidencia”. Este comentario se volvió una profecía, cuando Giammattei dijo: “Guatemala seguirá siendo en mi gobierno un amigo de Estados Unidos, aun a pesar de este gobierno”, frente a una audiencia republicana. ¡Por Dios!
En efecto, a la Organización de Estados Americanos no llegaron cancilleres y en su discurso hubo nuevas partes con lenguaje diplomáticamente inadecuado, opuesto a la razón y la situación del país, y otras con referencias a una realidad solo existente en su criterio, pero no en el pensamiento y lógica de los ciudadanos conscientes. Guatemala es hoy un país importante para Estados Unidos, pero la paciencia se está acabando a causa de frases como la indicada, dirigida a un país y un presidente a quien se le debe la mayoría de las vacunas contra el covid, pues las adquiridas con sobreprecio a una entidad poco seria de Rusia aún no han llegado en su totalidad. Otra vez, la torpeza de las palabras presidenciales ha hecho disminuir en forma innecesaria la mencionada dignidad del cargo.
Todo esto ocurrió a causa de un capricho de Giammattei y a la incapacidad de la Cancillería. Con excepción de Costa Rica, los demás mandatarios centroamericanos no fueron invitados. Punto. La reacción elemental y lógica debió haber sido recibir y entender el mensaje, y ahora tratar de borrar esa colección de metidas de pata por medio de expresar con toda cortesía una disculpa con términos diplomáticos.
El peor enemigo de sí mismo, por sus reacciones hepáticas, es Alejandro Giammattei. Las ha tenido frente a ciudadanos guatemaltecos y ahora lo hizo a nivel internacional, con el resultado de ser visto como alguien irascible, poco sereno, y por ello proyectó una muy mala imagen del país.