Una ex trabajadora doméstica brasileña que se convirtió en líder sindical y académica con un doctorado en Estados Unidos acaba de asumir un puesto en el gobierno del presidente Joe Biden.
BBC NEWS MUNDO
Natalicia Tracy, la ex trabajadora doméstica brasileña que acaba de asumir un alto cargo en el gobierno de Estados Unidos
La nueva asesora en el gobierno de Biden tiene un doctorado en sociología y es profesora de la Universidad de Massachusetts en Boston, con especialización en áreas de política migratoria, estudios sociales y laborales.
Natalicia Tracy en una foto de 2016. La líder laboral aseguró haber sido sometida a jornadas abusivas de trabajo cuando fue doméstica en Estados Unidos. Gentileza Natalicia Tracy
Natalicia Tracy se mudó a Boston en 1989 para trabajar en la casa de una familia brasileña y asegura haber sido sometida a jornadas laborales abusivas.
La experta en derechos laborales fue nombrada asesora principal de la Agencia de Salud y Seguridad Ocupacional, (OSHA, por sus siglas en inglés), del Departamento de Trabajo estadounidense.
Tracy dijo que fue invitada al cargo por un representante de la Casa Blanca, debido a su experiencia personal, profesional (como líder de movimientos laborales y de inmigrantes y promotora de legislación dirigida a este sector) y académica.
La nueva asesora en el gobierno de Biden tiene un doctorado en sociología y es profesora de la Universidad de Massachusetts en Boston, con especialización en áreas de política migratoria, estudios sociales y laborales.
Aunque todavía no puede dar detalles de su nuevo rol, Tracy señaló que su trabajo se enfocará en estos temas.
BBC News Brasil contó la historia de Tracy en un artículo en 2016, cuando la brasileña era directora ejecutiva del Centro de Trabajadores Brasileños en Boston, cargo que dejó para asumir su nuevo puesto en Washington.
De Brasil a Estados Unidos
Natalicia Tracy se involucró en temas laborales hace más de tres décadas, cuando fue contratada a los 19 años en São Paulo para acompañar a una familia brasileña durante una estadía de dos años en Boston.
Además de cuidar a un bebé de dos años, realizaba todas las tareas domésticas. Su jornada laboral, relató, empezaba a las seis de la mañana y terminaba a las once de la noche.
“De acuerdo con las leyes laborales de Estados Unidos yo tenía un trabajo considerado esclavo“, le dijo Tracy a BBC News Brasil en 2016.
La académica dijo que dormía en un “porche cerrado con cemento grueso en el piso” y no podía usar el teléfono ni recibir cartas.
Según ella, a menudo no le quedaba comida después de cocinar para sus empleadores.
“Me enfermé y no me llevaron al médico. Era un ser humano que estaba bajo su responsabilidad, no hablaba inglés, no tenía familia aquí”.
La peor parte, señaló, fue el salario: US$25 por una semana de 90 horas, una cifra muy por debajo del salario mínimo local.
Después de este período sus empleadores regresaron a Brasil, pero Tracy decidió quedarse en Estados Unidos.
Terminó casándose con un estadounidense y comenzó a dedicarse a los estudios: completó el bachillerato, estudió psicología y sociología, hasta obtener una maestría y un doctorado, con un estudio que relaciona inmigración, raza, familia y clase.
La región donde Tracy vive concentra la mayor población brasileña de Estados Unidos, la mayoría en situación irregular.
Lucha por los trabajadores
En 2006, Tracy comenzó a colaborar como voluntaria en el Centro del Trabajador Brasileño, un grupo de defensa de los derechos laborales del que se convirtió en directora ejecutiva en 2010.
Con el apoyo del sindicato más grande del país, la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales, Tracy comenzó a coordinarse con otras organizaciones la aprobación en Massachusetts de una de las legislaciones estatales más avanzadas sobre trabajo doméstico en los Estados Unidos.
La ley fue aprobada en julio de 2014 y exige, entre otras cosas, que los trabajadores domésticos, incluso indocumentados, tengan un contrato de trabajo escrito y reciban un pago por el total de horas trabajadas.
La legislación también garantiza el derecho a días mínimos de descanso y crea canales para denunciar abusos.
Fue en esa época que Tracy comenzó a dialogar con políticos demócratas, reuniéndose incluso con el entonces presidente Barack Obama y la senadora Elizabeth Warren.
“Tuve acceso a espacios que antes no estaban abiertos ni siquiera para los estadounidenses de color. Fue poderoso”, le dijo Tracy a BBC News Brasil en aquel momento.
“Esta conciencia de ser mujer, inmigrante y negra la uso como un arma. Sé quién soy y conozco mis capacidades. Y si me dices que no puedo hacer algo, te demostraré que estás equivocado”.