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Evitando el mal de altura: cómo disfrutar las montañas sin sentirse mal

El mal de montaña ocurre por la falta de oxígeno en altitudes elevadas, causando síntomas como dolor de cabeza, náuseas, fatiga y mareos.

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Mal de altura

El mal de altura es incómodo temporalmente para la mayoría de las personas, pero en casos extremos, el mal de altura grave puede incluso ser mortal. (Foto Prensa Libre: Weston Wei/The New York Times)

Por fin, ya llegó a Cuzco, Perú, y está listo para la escalada a Machu Picchu con la que siempre ha soñado. Pero hay un pequeño problema: apenas puede respirar, tiene el estómago revuelto y, en la mañana, la cabeza le palpita.

¿El culpable? El mal de montaña o, en términos médicos, mal de altura, que son los diversos síntomas ligados a la respuesta de su cuerpo a una altitud mayor. A medida que se aumenta la elevación, la presión del aire disminuye, lo que significa que con cada respiración entra menos oxígeno a su cuerpo. Para la mayoría de la gente es incómodo solo temporalmente pero, en casos extremos, el mal de montaña grave podría llegar a ser fatal.

Suena feo, pero Paul Nicolazzo, el presidente del Centro de Formación en Medicina de Áreas Silvestres, dijo: “En realidad no hay por qué tener miedo de ir a alturas elevadas, siempre y cuando entienda a qué se está enfrentando y obedezca unas reglas muy muy básicas”.

Conozca los síntomas

El mal de montaña tiene cuatro síntomas generales: dolor de cabeza, malestares gastrointestinales (náusea y falta de apetito), fatiga/debilidad y mareos/vértigo.

A mucha gente le da el dolor de cabeza en la mañana a causa de la altitud, cuando “su cráneo se siente muy pequeño para las palpitaciones que da”, explicó Steve House, fundador de Uphill Athlete, una compañía que ofrece capacitación para la resistencia a altitudes elevadas.

También es común tener problemas para dormir a grandes alturas. Esto sucede parcialmente porque la parte de su sistema nervioso responsable de mantenerle despierto ha entrado en juego para elevar su frecuencia respiratoria, dijo Nicolazzo.

Ponga atención a la elevación

Los dos factores principales del mal de montaña son a qué altura se dirige y a qué velocidad llega ahí. La gente con una mayor sensibilidad a la altura podría empezar a sentirse incómoda a alrededor de los 1524 metros sobre el nivel del mar, que es la altura de lugares como Denver y Johannesburgo. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, cualquier persona que viaje por encima de los 2400 metros sobre el nivel del mar puede correr el riesgo de sufrir mal de altura.

Los aventureros de verdad —como, digamos, los que escalan el Himalaya o el monte Kilimanjaro— generalmente saben que se están dirigiendo a altitudes elevadas. Pero la elevación de destinos como la Ciudad de México (unos 2400 metros), la cima de Haleakala en Maui (3000 metros), Cuzco (unos 3500 metros) o incluso Santa Fe, Nuevo México (2100 metros) podría ser una sorpresa para los viajeros. Para saber qué esperar, revise de antemano la altura de su destino en Google Earth o el visor de mapas nacionales del Servicio Geológico de Estados Unidos.

La gravedad del mal de montaña depende de la altura alcanzada y la rapidez con la que se asciende. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Escuche a su cuerpo

Si tiene una enfermedad como alguna cardiopatía, insuficiencia cardíaca, hipertensión, hipercolesterolemia, fibrilación auricular, enfermedad pulmonar, EPOC, asma o apnea del sueño, debe empezar a prestar mucha atención a cómo se siente incluso estando a unos 1500 metros sobre el nivel del mar.

Si tiene un padecimiento preexistente o si ya ha tenido dificultades antes con altitudes elevadas —o si va a ir a un lugar con una altitud mayor a los 3000 metros— considere visitar a un especialista que le ayude a prepararse y le aconseje sobre los principales medicamentos que se usan para prevenir el mal de montaña, como Diamox (acetazolamida) y dexametasona.

Vaya aumentando la elevación al dormir

Viajar a altitudes elevadas es un poco como correr un maratón: le irá mejor si lo va haciendo poco a poco.

Digamos que va a ir a esquiar en un complejo turístico que está en un lugar de gran altitud. Considere la posibilidad de ir durmiendo en una altitud más elevada poco a poco, dado que el factor esencial —para efectos de altitud— es dónde va a pasar la noche.

Si viaja desde el nivel del mar a Breckenridge, una estación de esquí en Colorado a unos 2900 metros de altitud, pase primero una noche en Denver, a 1600 metros, aconsejó Peter Hackett, fundador del Proyecto de Investigación Médica Denali y especialista en altitud. Al hacerlo, explicó, “se reduce casi a la mitad la incidencia del dolor de cabeza. Así que ese poco de tiempo extra que tarda en llegar a los 2700 metros para dormir puede ser de gran ayuda”.

No se coma ese filete grasoso

Nicolazzo recordó que cuando trabajaba como patrullero de esquí, veía un comportamiento tan común —y que sin duda empeora el mal de montaña— que las cabañas locales ponían advertencias sobre ello. Había gente que viajaba desde el nivel del mar, conducía a las áreas de esquí cerca de Taos, Nuevo México (que tiene unos 2000 metros de altitud), “se comía un filetote, una papa al horno con crema agria y mucha mantequilla” y uno que otro cóctel. Luego, al día siguiente se sentían fatal.

Para que no le pase eso, cambie el filete y la mantequilla extra por más carbohidratos, ya que las grasas y proteínas requieren más oxígeno de su cuerpo para metabolizarse.

Y si va a tomar un cóctel, que solo sea uno: el alcohol y otros depresores pueden reducir su nivel de oxígeno, y más al dormir, comentó Hackett.

Sobre todo, tome mucha agua. Mantenerse hidratado ayudará a que sus riñones funcionen mejor, explicó Nicolazzo, lo cual puede ayudarle a aclimatarse a la altura y así, con suerte, evitar un dolor de cabeza.

Las personas con condiciones médicas deben ser especialmente cuidadosas y considerar medicación preventiva para altitudes mayores. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Atento a las advertencias

Un caso leve de mal de montaña se puede volver moderado o severo si alguien asciende muy alto o muy rápido. La mayoría de la gente, pero no toda, avanza por los síntomas más leves antes de empeorar, por ejemplo, con mareos, confusión, náuseas intensas y dificultad respiratoria extrema.

A fin de evitar el mal de montaña severo, vea cómo se siente y, si presenta un dolor de cabeza persistente, dificultades para dormir u otros síntomas del padecimiento, dígale a sus acompañantes y no suba más.

En el extremo más grave del espectro, si no se trata, el mal de montaña puede derivar en un edema pulmonar por gran altitud, en el que se acumula líquido en los pulmones, o, más raramente, en un edema cerebral por gran altitud, en el que se acumula líquido en el cerebro. Ambas afecciones pueden ser mortales.

“Hay tres curas para el mal de montaña: bajar, bajar, bajar”, dijo House. Quien se vea desorientado o parezca tener dificultades para respirar o caminar —síntomas de enfermedades graves como edema pulmonar o cerebral de altitud— tiene que bajar de inmediato, afirmó Hackett. “Solo bajar unos miles de metros es lo que necesitan. Y eso puede salvar su vida”.