Escenario

Adiós a Bill Cunningham: Nueva York pierde a su fotógrafo favorito 

A Bill Cunnigham le encantaban las circunstancias adversas. Ya fuera bajo torrenciales lluvias o en medio de descomunales nevadas, el fotógrafo capturaba con su objetivo a aquellos neoyoquinos vestidos pese a todo de manera extraordinaria, estuvieran empapados o caminando entre el hielo.

De este modo, su cámara inmortalizaba instantáneas espectaculares sobre el estilo de la calle, llenas de contrastes y de movimiento, que sus fans y expertos en moda esperaban cada semana en su columna para la edición del domingo de The New York Times. Tenía 87 años cuando el sábado 25 de junio falleció de un infarto.

Cunningham fotografiaba al natural, hicera el tiempo que hiciera, y lo hacía tan bien como siempre. Era un hombre delgado que vestía cada día la misma chaqueta azul y pantalones beige, y que pese a los años seguía saliendo a diario a la calle con dos cámaras al cuello y su bicicleta para capturar el street style de su amada metrópolis a orillas del Hudson.

Hace dos años, con motivo de su cumpleaños 85, la Historial Society de Nueva York rindió homenaje a su fotógrafo de moda más famoso con una exposición en la que pudieron verse unas 80 instantáneas en blanco y negro. Cunninghan había trabajado durante ocho años en esa serie con la que pretendía documentar la historia de la moda. “Simplemente, por placer”, como comentó citado por el museo.

Con la ayuda de su vecina Editta Sherman, el fotógrafo recorrió las tiendas de segunda mano de la ciudad en busca de viejos vestidos y después, inmortalizó a Sherman posando delante de edificios neoyorquinos de la misma época. Todo ello, en un momento en que la metrópolis sufría los estragos de la crisis, la bancarrota, los graffiti y la basura. Y sin embargo, Cunningham supo sacar de ahí una belleza atemporal.

A Cunningham ni siquiera se lo vio en la inauguración de la muestra. El fotógrafo tenía fama de reservado, tímido y modesto. Solo en una ocasión se dejó entrevistar para el premiado documental Bill Cunningham’s New York, pero salvo aquella excepción, se mantenía apartado de la esfera pública.

El fotógrafo inmortalizó con su cámara a decenas de súper estrellas y trabajó en todos los grandes desfiles de moda del mundo, pero siempre rehuyó ser el centro de atención.

Sus escenarios favoritos eran las calles de Manhattan y sus modelos más cotizados, la gente normal viviendo su vida. La única condición era que fueran vestidos de manera distinta. “Los verdaderos desfiles de moda siempre han tenido lugar en la calle”, le citaba la New York Historical Society.

De este modo, Cunningham, que nació en 1929 en Boston, está considerado el bisabuelo de los blogs de estilo, aunque usara una cámara analógica y evitara Internet.

Desde que llegó a Nueva York hace más de 60 años, tras un breve paso por el Ejército en la Segunda Guerra Mundial, recorrió con sus cámaras la ciudad para fotografiar la moda y sus detalles: pañuelos, cuellos altos, abrigos amplios, pantalones a la rodilla, faldas largas…  Muchas veces, él veía las tendencias en las calles antes de que llegaran a la pasarela.

A comienzos de los años 70 fotografió un abrigo muy especial, y hasta que no reveló la instantánea no se dio cuenta de que quien lo llevaba puesto era la estrella de Hollywood Greta Garbo. “Lo cierto es que solo veo la ropa”, una ropa que le daba tanto como para no necesitar pensar en más.

Durante 60 años, Cunningham vivió en una pequeña habitación sin baño ni cocina, pero llena de archivadores en los que guardaba sus fotografías. En los grandes eventos sociales, que Cunningham también cubría en sus columnas para “The New York Times”, no tomaba ni un vaso de agua que le ofrecieran los organizadores. “El dinero es el bien más barato y la libertad, el más caro”, afirmaba en el documental.

Para Cunningham, todo giraba en torno a la moda. “La moda es la armadura con que sobrevivir el día a día. No creo que se pueda acabar con ella. Eso sería como si quisiéramos acabar con la civilización”.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: