¿Cuándo surgió su interés por la tecnología?
Siempre tuve mucho interés en crear. Siempre me ha gustado hacer mis propias cosas y utilizarlas. En cuanto a la tecnología, creo que siempre tuve facilidad para aprender a usar dispositivos electrónicos, pero fue a partir de los 18 años que empecé a involucrarme en este campo, ya que estudié Ingeniería en Sistemas en la Universidad del Valle de Guatemala. Luego obtuve una maestría en Sistemas en esa misma casa de estudios.
También estudié en una universidad en Corea del Sur, donde visité una fábrica de Samsung, la cual hizo que despertara en mí la idea de producir mis propios aparatos. Eso fue hace muchos años y jamás pensé que llegaría a desarrollar productos en China.
¿Cómo empezó su empresa?
Decidí fundar en China a Molvu, que se encuentra muy cerca de la fábrica donde desarrollan los iPads de Apple, porque tenían los sistemas ideales para crear lo que yo quería. El proyecto comenzó con la idea de brindar al usuario una tableta funcional al alcance del bolsillo. Luego desarrollamos otros modelos con mejores características técnicas. Esto nos dio una gama amplia con la que podemos satisfacer distintas necesidades de los usuarios.
¿Qué es lo más difícil en el desarrollo de dispositivos electrónicos?
Aunque los equipos son fabricados en China, no quiere decir que todo el proceso sea realizado en ese país. En Molvu, así como ocurre en muchas marcas multinacionales, comenzamos a desarrollar nuestros modelos según la percepción del usuario y las necesidades de los países en los que vamos a vender nuestros productos, ya que de esa forma llevamos los requerimientos, gustos de colores y tamaños, para fusionarlos con la forma de trabajo de los ingenieros chinos. A veces esto es lo más complicado.
¿Qué proyectos tiene en mente?
Queremos abrir nuestra propia cadena de tiendas para finales de este año en algunos países de Latinoamérica.