“Un barrio otorga a sus residentes un sentido de pertenencia e identidad. Es allí donde comienza la socialización entre vecinos y el reconocimiento entre ellos como parte de un elemento mayor: un barrio“, afirma el historiador Ariel Batres en el libro San Sebastián, recuperación integral de barrios (2010).
Este barrio, como el de Candelaria, La Merced, La Recolección y San José, entre otros, fueron de los primeros en formarse y en la actualidad son parte del Centro Histórico.
Posteriormente, debido a la expansión de la Ciudad, fueron surgiendo otros en la periferia. Algunos se formaron a partir de los pueblos de indios, con el traslado de la Ciudad, que con el tiempo se anexaron a la capital como cantones y luego se convirtieron en barrios.
Jocotenango
Fue el presidente Justo Rufino Barrios (1873-1885) quien decidió ampliar la Ciudad hacia el norte. En 1879 emitió un decreto para anexar el cantón Jocotenango a la capital. Lo que hoy se conoce como Hipódromo del Norte, zona 2. “Fue concebido como un lugar de recreo. De los pocos vestigios de este pueblo queda una fotografía de Eadweard Muybrigde hacia 1875”, documenta Frieda Morales Barco, encargada del programa Barrio Querido, en la Dirección de Desarrollo Social de la Municipalidad de Guatemala.
Barrios fue quien impulsó la feria de Jocotenango, el 15 de agosto. Esto le dio mayor estatus al cantón, por lo que empezaron a construirse las casas tipo chalet y se convirtió en una zona para gente adinerada, donde además se fomentaban las carreras de caballos.
A inicios del siglo XIX, el presidente Manuel Estrada Cabrera empleó este espacio para celebrar las fiestas Minervalias, en honor de la juventud estudiosa, refiere la encargada del programa Barrio Querido.
El Guarda Viejo
Lo que hoy se conoce como zona 8 —parte de las avenidas Bolívar y Santa Cecilia— surgió a comienzos del siglo XVIII como el asentamiento llamado Cantón La Paz. “Era un terreno montañoso lleno de siembras y pastizales”, refiere Jhonatan Saravia, vecino del lugar y profesor de Historia.
Morales Barco agrega que este espacio fue parte de los planes de ampliación urbana que Barrios hizo hacia el sur de la Ciudad, cuando compró el potrero de Bolaños, en 1875, para asentar este cantón.
Hacia fines de ese mismo siglo, el punto se constituyó en una de las cinco puertas oficiales de ingreso a la Ciudad. Fue llamado Guarda Nuevo de Mixco. Los otros puntos de entrada eran: el Guarda del Golfo, Guarda de Barranquilla, Guarda de Pinula y Guarda del Incienso. Luego, por el paso ferroviario cercano tomó el nombre de Guarda Viejo, que muchos de sus vecinos aún recuerdan. La parroquia alrededor de la cual se constituyó este barrio, la Divina Providencia, cumplió un siglo en noviembre de este año. De larga tradición es la devoción hacia la Inmaculada Virgen de Concepción, cuyo rezado, de más de dos siglos, es ya patrimonio intangible, título dado por el Instituto de Antropología e Historia, afirma Saravia.
Como vecino del mismo barrio, comenta que este ha sido absorbido por el comercio, las ventas ilícitas y la inseguridad. Otro factor que ha roto el tejido social de este y más lugares han sido las migraciones de la provincia. De modo que, de ser un lugar donde todos se conocían, ahora cada vez es menos. “Hay esfuerzo por remozarlos, pero ya no son puntos de cohesión como antes”, comenta. Vecinos como Juan de Dios Gómez recuerdan con cariño al altarero Ramiro Araujo, gran creativo para elaborar andas en varias iglesias de la capital.
La Reformita
El barrio La Reformita, en la zona 12, nació como resultado de un reparto de tierras a los correligionarios de Justo Rufino Barrios que lo apoyaron en la Revolución de 1871, refiere Morales Barco.
Las tierras correspondían a una fracción de la hacienda Las Charcas, que el general compró a Tadeo Piñol y Batres por 16 mil pesos, en 1883.
Se repartieron lotes de aproximadamente media manzana y se proyectaron calles anchas.
Puntos destacados de este sitio son la Escuela Tipo Federación José Joaquín Palma y el Monumento a la Revolución, frente a ese plantel. Personajes de este barrio son el escritor Juan Antonio Canel y el escultor Víctor Manuel Flores.
Ciudad Vieja
Este barrio de la zona 10 remonta sus orígenes a la época colonial, cuando los pueblos de indios se negaban a asentarse en la Ciudad. A pesar de ello, las investigaciones de Morales Barco registran que en 1781 nombraron a Pascual Daniel como gobernador del pueblo de Ciudad Vieja.
Tuvo categoría de municipio hasta que en 1922 se anexó a la Ciudad junto con la Villa de Guadalupe, como cantones. Destacan de este barrio su iglesia, del mismo nombre, con la plaza al frente y una ceiba centenaria. También, varios centros educativos, como la Escuela República de Francia y el Ministerio de Educación, en la Avenida de La Reforma, además de dos universidades y dos museos.
Cantón de la Exposición
Lo que hoy se conoce como Cuatro Grados Norte, en la zona 4, era conocido como Cantón de la Exposición, el cual surgió por un proyecto de José María Reyna Barrios (1892-1898).
Su nombre se deriva de la Exposición Universal de París, que se llevó a cabo en 1889 en Francia, y donde Guatemala participó con un puesto que tuvo mucho éxito, relata Morales.
Reyna Barrios emuló esta exitosa feria y creó a su vez una feria centroamericana en 1897, la cual ubicó en terrenos de la finca El Recreo. Poco después se inauguró el punto conocido como Cantón Exposición. “Se diseñó con un trazo ajedrezado, al estilo de la ciudad de París”, explica Morales.
Destacan de este barrio la iglesia Nuestra Señora de las Angustias, más conocida como Yurrita, que fue construida con una mezcla de estilos que la hacen muy singular, así como el centro cultural Casa del Águila. Un vecino notable de este barrio fue el escritor Rafael Arévalo Martínez.
Tívoli
El crecimiento de la urbe continuó a paso rápido a inicios del siglo XX. La finca Tívoli, conocida como un caserío, se anexó a la Ciudad formalmente en 1911, en el período presidencial de Manuel Estrada Cabrera. “El nuevo cantón se llamó La Reforma”, documenta Morales. Pero a la caída de este mandatario, en 1920, volvió a tomar su nombre original.
Los terremotos de 1917-18 destruyeron gran parte de la Ciudad, por lo que los caseríos alrededor de esta fueron utilizados como campamentos. Con el tiempo sobrevivieron sin servicios básicos y luego se quedaron en el lugar hasta convertirse poco a poco en barrios formales. Así nació el barrio de Tívoli, en la zona 9, que en las décadas de 1930 a 1960 adquirió un carácter residencial con viviendas tipo chalé.
La Palmita
Este barrio tuvo como origen el cantón La Independencia, que años atrás fue un pueblo de indios conocido como San Pedro Las Huertas. Su centro es lo que hoy se conoce como San Pedrito, en la zona 5.
Se sabe que el presidente Estrada Cabrera ubicó su casa en la finca La Palma, y el centro de esta lo constituyó lo que hoy es el gimnasio Teodoro Palacios Flores.
Pero fue durante el período del presidente Lázaro Chacón (1926-1931) que la otrora finca nacional, La Palma o Ballarino, se repartió en lotes para las familias que demandaban vivienda, hacia 1928. “Fueron parte de los bienes confiscados a Cabrera en 1920”, refiere Morales Barco en el estudio particular sobre este lugar.
Gerona y El Gallito
Una situación similar a Tívoli —los campamentos posterremotos 1917-18— fue el comienzo del barrio Gerona, zona 1. Este se asentó en el llamado Cantón Central, y su nombre se origina de la ciudad de Girona, España.
La actriz María Teresa Martínez es una vecina notable de este barrio, así como el artesano Mario Barrios.
El Barrio El Gallito, zona 3, también fue una obra iniciada por Lázaro Chacón para favorecer a los obreros, pero fue en el período del general Miguel Ydígoras Fuentes cuando se formalizó la entrega de lotes a sus propietarios, en 1953.
La parroquia de la Santísima Trinidad es el centro de este punto, y la imagen del Cristo Redentor del Mundo o Jesús del Gallito es muy venerada. Desde los años 1980, el barrio se ha deteriorado por la proliferación de venta de drogas.
Punto de encuentro
El ritmo de crecimiento de la Ciudad no se detuvo. En la década de 1930 comenzaron a surgir las primeras colonias. Pero fue el período revolucionario y la década de 1950 —con una ciudad de casi 300 mil habitantes, según el censo de 1950— los que marcaron la expansión de la urbe con un plan más ordenado. “Es allí cuando se comienza a planificar la visión de ciudad a futuro”, anota Morales Barco.
Mientras tanto, algunos vecinos se aferran a sus raíces. “Aquí nací, y si Dios me lo permite aquí moriré”, comenta Juan de Dios Gómez. “Tuve una niñez muy feliz. Entonces no había tantos vehículos, contaminación ni violencia”, relata.
Con nostalgia, Gómez recuerda los juegos en las calles de tierra y su regreso por las noches, ya adolescente, sin que nada le sucediera.
Quizá hay muchos capitalinos que aún disfrutan la esencia de pertenecer a estos primeros conglomerados. Para otros será solo cosa del pasado.