Lo anterior contrasta con las carencias del Ejército de Guatemala, que en este momento cuenta con 17 mil cien efectivos —en los años más conflictivos tuvo hasta 54 mil— y están armados con fusiles Galil, de 1975, y M-16, de la década de 1990.
El desgaste de estos pertrechos ha obligado a las autoridades del Ministerio de la Defensa a “repotenciar” —sustituir piezas dañadas— la mayoría de armas, sobre todo el cañón de estas, explica Rony Urízar, vocero de la institución.
El consultor en asuntos de Seguridad y Justicia Héctor Rosada considera que con estas condiciones el Ejército no estaría en capacidad de sostener un enfrentamiento de mediano plazo con los grupos del narcotráfico.
Inmovilizados
La debilidad es apenas uno de los problemas del Ejército, que guarda en sus bodegas tanquetas, aviones, helicópteros, avionetas y vetustas lanchas descompuestas y abandonadas, a la espera de repararlas.
La institución armada cuenta con apenas dos helicópteros UH1H —con capacidad para trasladar a ocho personas—, un avión C-47 y dos A-37-B —de la Segunda Guerra Mundial— y un PC-7 —Pilatus—, todos “repontenciados”, para cubrir todo el territorio nacional.
Una cantidad de naves mucho más grande que las descritas y que fueron usadas durante el conflicto armado “están en tierra”, descompuestas; entre estas los cuatro aviones Aravá que fueron comprados en 1976.
Para suplir estas carencias se cuenta con el apoyo de cuatro helicópteros de la Sección de Asuntos Antinarcóticos de EE. UU.
Para trasladarse por las vías fluvial, lacustre o marítima, la situación es la misma, ya que el Ejército cuenta con seis guardacostas reparados y algunas lanchas tiburoneras en similares condiciones. Para suplir esta debilidad, EE. UU. apoya con cuatro lanchas rápidas.
El coronel Mario Mérida, investigador en política de defensa, dice que con tales debilidades el Ejército es incapaz de movilizarse a cualquier lugar para combatir a las bandas del crimen organizado, que tienen muy claras las carencias tanto de las fuerzas castrenses como de la PNC.
El militar afirma que durante el gobierno de Óscar Berger se planteó un ejército pequeño pero altamente móvil, para lo cual el gobernante ofreció Q1 mil millones (Q250 millones anuales), lo cual nunca se cumplió.
Mérida explica que con ese dinero se iban a repotenciar todas las naves aéreas, marítimas y terrestres.
Se abandonó el cuidado
La reducción del 33 por ciento del Ejército que plantean los acuerdos de paz firmados en diciembre de 1996 entre el Gobierno y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) obligaron a la institución castrense a retirarse de muchas áreas que resguardaba.
En los años del conflicto armado había entre 600 y 700 destacamentos militares, de 40 hombres, en todo el país, principalmente en Petén, Quiché, Huehuetenango, San Marcos Alta Verapaz y Zacapa. En la actualidad hay 113.
El poderío era tan grande que en cada departamento había una zona militar resguardada por entre mil 500 y dos mil militares. Después de la firma de la paz, debido al temor generado por la represión, la mayoría fueron cerradas, entre estas las de Quiché, Cobán, Chiquimula, Salamá, Playa Grande, Jalapa y Cuilapa.
El ex ministro de la Defensa Julio Balconi Turcios, quien entre 1979 y 1981 estuvo al mando del Estado Mayor de Petén, recuerda que en ese departamento había más de 20 destacamentos ubicados en puntos estratégicos como San Luis, Melchor de Mencos, los ríos La Pasión y Usumacinta y toda la línea divisoria con México y la de adyacencia con Belice.
Urízar afirma que la reducción dejó sin vigilancia unos 500 puntos, que ahora fueron copados por los carteles de la droga. “Se les facilitó todo”, enfatiza.
Remedios paliativos
Para afrontar estas carencias, el Ministerio de la Defensa ha emprendido algunos movimientos estratégicos, en busca de contribuir al combate del crimen organizado.
Se creó la Sexta Brigada de Infantería, en Playa Grande, Quiché, la cual asumió el control fronterizo con México, y el año pasado se incrementó el batallón de infantería de selva, con 250 hombres, en el Parque Laguna del Tigre.
Se unificó la artillería en Salamá, Baja Verapaz, y se convirtió en Brigada, con mil hombres. A la zona militar de Puerto Barrios, que estaba cerrada, fue trasladada la de Poptún.
Además, en el 2008 se incrementaron a mil hombres las Fuerzas de Fragata y se crearon las Fuerzas Especiales Navales, con 90 hombres. También se creó el Grupo Especial de Interdicción y Rescate, integrado por 90 miembros. Aún así resulta insuficiente, ante los desafíos que se avizoran.