Internacional

Samoa y Tokelau eliminan el 30 de diciembre para dar un salto al futuro

Samoa y el territorio neozelandés de Tokelau, en el Pacífico Sur, harán una pirueta en el tiempo para saltarse un día del calendario, una medida que persigue facilitar el comercio, pero es vista por una iglesia como una afrenta a Dios.

Durante más de un siglo, Samoa ha estado 5 horas por detrás de Miami y Washington, unas 10 de Londres, 11 de Madrid, 18 de Pekín y 21 de Sídney.

Pero con la aplicación de esta Ley de la Línea Internacional de Cambio de Fecha, Samoa saltará de la medianoche del 29 de diciembre directamente a la del 31, por lo que será uno de los primeros países en recibir el Año Nuevo con la consiguiente perdida de un día de vida para unos 180.000 samoanos.

También Tokelau, un territorio neozelandés compuesto por tres atolones y donde habitan cerca de 1.200 personas, hará la misma pirueta para de esta forma adecuarse al calendario de Samoa, donde están ubicadas sus oficinas administrativas.

El cambio de fecha dejará además a la otra Samoa, la que se halla bajo la soberanía de Estados Unidos y situada a una hora en avión, a un día de distancia en el calendario, con lo que un desplazamiento a esta creará la sensación de haber hecho un largo viaje.

En la vertiente del turismo, no todo es optimismo en Samoa ya que la localidad de Falealupo, el último punto en el que se ponía el sol pierde ese título que ha supuesto un atractivo tenido en cuenta por los visitantes a la hora de elegir un destino durante estas fechas.

Ahora será el territorio estadounidense samoano el que tendrá estos lugares significativos, pero en contraposición, los habitantes de Samoa, Tokelau y la Isla Kiritimati serán los primeros en recibir el Año Nuevo.

La medida fue propuesta el pasado mayo por el primer ministro samoano, Tuilaepa Sailele, quien dijo entonces que cada semana se perdían dos días de negocios porque cuando en su país es viernes, en Nueva Zelanda y Australia es sábado y a las horas del domingo en las que sus compatriotas van a la Iglesia, en Sídney y Wellington ya trabajan dado que es lunes.

La economía de Samoa depende de la agricultura, las remesas de samoanos residentes en el extranjero – la mayoría de ellos en Australia y Nueva Zelanda-, una emergente industria turística y el creciente comercio con los países de Oceanía, China y Singapur.

Una vez dado el salto al futuro, el Gobierno tendrá ante sí el reto de demostrar a los ciudadanos que el impacto en el comercio ha sido positivo y que la medida repercute en una mejora de la calidad de vida, principalmente en aquellas familias que viven con unos 20 dólares al mes, opinó recientemente el comentarista local Matafa Keni Lesa en un editorial aparecido en el diario Samoan Observer.

Además de samoanos escépticos también hay quienes están molestos con la medida, sobre todo los fieles de la Iglesia Adventista del Séptimo Día que consideran que la línea de cambio de fecha es solo imaginaria y sostienen que su aplicación atenta contra el ciclo de la creación de Dios en una semana.

“Dios no reconocerá nuestro derecho arbitrario de eliminar un día del calendario, eliminando el ciclo semanal. Los adventistas del séptimo día no reconoceremos este cambio” , apuntó Noeline Cutts en una carta dirigida en octubre pasado al Samoan Observer.

La línea internacional del cambio de fecha, inventada por el escocés Sandford Fleming a finales del siglo XIX, se sitúa en la línea de 180 grados de longitud y atraviesa imaginariamente en zig zag el océano Pacífico.

Ésta se fijó en la conferencia celebrada en Washington en 1884, organizada para decidir cuál tenía que ser el primer meridiano, si el de París o el de Londres.

El defensor de Greenwich, Richard Strachey, sugirió entonces que el cambio de fecha debería pasar “en un lugar deshabitado de la Tierra y no en el centro de la civilización”.

Ocho años después, el entonces gobernante del archipiélago, Malietoa Laupepa, decidió poner Samoa en el huso actual para facilitar el comercio con Estados Unidos.

Kiribati, cerca a Samoa, decidió en 1995 mover la línea internacional de cambio de fecha y unificar el tiempo en el archipiélago donde la parte occidental estaba 22 horas adelantado respecto a la zona este.