Ese caso tiene como principal protagonista al exdirector del diario italiano Avanti, Valter Lavitola, quien fue detenido en Italia el lunes último, acusado de haber “chantajeado” al ex primer ministro Silvio Berlusconi.
El diario panameño La Prensa publicó ayer que una investigación de la fiscalía de la ciudad italiana de Nápoles “identifica” a Martinelli “como una persona que recibió”, supuestamente por órdenes de Lavitola, “utilidades y sumas de dinero en efectivo en relación con un fallido contrato para la construcción de cuatro cárceles” en Panamá.
“Son rumores sobre supuestas informaciones provenientes de autoridades italianas no identificadas y que además son contradictorias, porque hablan de un presunto contrato que no existe, y, por tanto, no pueden existir los sobornos”, citó Camacho.
Martinelli rechazó ayer haber recibido dádiva alguna de parte de Lavitola, a través de su cuenta en Twitter, donde además se quejó de que, como gobernante, “debe aguantar” que le digan “de todo”.
Responde jefe de Estado
“En el lío Lavitola no he recibido un céntimo. La supuesta plata que recibí en Brasil quedó en la cuenta de Pesqueira Lavitola, que no conozco”, escribió el gobernante en su cuenta de Twitter.
Martinelli también se refirió al asunto en Twitter, al negar que alguna empresa italiana construya cárceles en Panamá.
El ministro de Gobernación, Jorge Fábrega, explicó que en el marco de un acuerdo de cooperación en seguridad, firmado por Panamá e Italia en el 2010, se exploró la posibilidad de construir cárceles en tres regiones del país, pero el “Gobierno panameño decidió no aceptar” las propuestas de un consorcio italiano, debido a los altos costos.
El diario La Prensa publicó el lunes último que Lavitola “jugó un papel clave en la formalización”, en el 2010, de la compra panameña de seis helicópteros, 19 radares y un mapa digital a la empresa italiana Finmeccanica, por US$250 millones.
La empresa Augusta Westland, filial de la italiana Finmeccanica en Panamá, aclaró que la negociación del contrato para esa venta se hizo directamente con el Estado panameño.
Según investigaciones judiciales italianas, Lavitola era el intermediario entre Berlusconi y el empresario Giampaolo Tarantini, que se encargaba de conseguir mujeres para las fiestas del exgobernante.