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Qué son competencias “calientes” y “del futuro” que podrían cambiar la educación

La inteligencia artificial irrumpió en los mercados de trabajo y estudio. En lugar de restringirla, un experto recomienda recabar los datos para generar “productos educativos” de acuerdo con competencias. Esto fue lo que dijo.

Los docentes universitarios deben incentivar el aprendizaje activo de los estudiantes para un mejor dominio de la Inteligencia Artificial. (Foto Prensa Libre: Freepik)

Los docentes universitarios deben incentivar el aprendizaje activo de los estudiantes para un mejor dominio de la Inteligencia Artificial. (Foto Prensa Libre: Freepik)

Anticipar las competencias del futuro y detectar las que estén vigentes en el mercado en un “timing” casi perfecto para lo que necesita el mercado laboral es un nuevo trabajo a tiempo completo para las instituciones de educación.

Esta es una de las lecciones disruptivas que Marco Lampugnani, director del Laboratorio de Innovación en la Vicerrectoría de Internacionalización Innovación e Incubación de Universidad Tecmilenio, de Monterrey, Nuevo León, México, compartió recientemente con los equipos de Guatevisión y Prensa Libre dentro del espacio Guatemala No Se Detiene.

En una entrevista al aire conducida por Alberto Toro, Lampugnani manifestaba la importancia de cuestionar los métodos de evaluación, anclados a programas de estudio, en lugar de reorganizar los programas por competencias.

También la necesidad de captar datos con inteligencia artificial para luego convertirlos en programas que sean parte de la vida de los estudiantes e incubar proyectos “relevantes” y “efectivos” como paso crucial para conocer las necesidades de los empleadores y trabajar en colaboración con ellos.

Este es un extracto de la conversación con el académico y creativo.

¿Por dónde se debe comenzar el sistema para implementar mecanismos enfocados en competencias?

Hay que considerar que las personas que formamos son realmente el resultado de nuestras instituciones educativas; no lo son los cursos o los programas académicos. Estos son instrumentos que creamos para que la gente se forme. Un enfoque en competencias debe necesariamente comenzar diciendo qué tipo de personas queremos formar, cuáles competencias necesitan para tener éxito en su vida, en su trabajo, en un mundo tan cambiante y de forma tan acelerada. Hay múltiples reportes que indican cuáles son las competencias más requeridas por los empleadores —tanto duras como suaves—, y estas cambian y se actualizan cada año. Por lo cual, saber qué queremos formar es el centro de lo que debemos hacer. Posteriormente, una vez que las hemos identificado, las llamamos competencias calientes en el mercado, que son las más demandadas.

También identificamos las competencias que llamamos del futuro: cuáles son las competencias que hoy aún no son tan relevantes, pero que, en cinco, siete o diez años lo serán y debemos comenzar a formarlas para que las personas las tengan y sigan siendo vigentes. Esta es la capa estratégica.

Posteriormente, entramos en una etapa más académica, pues las competencias se forman a través de procesos de aprendizaje activo. Una competencia no se desarrolla leyendo un texto o escuchando a un profesor que da una clase; se desarrolla generando actividades que permitan desarrollarlas. Por lo cual, hay que movernos hacia modelos de aprendizaje activos.

Hay varios niveles de dominio de una competencia, por lo cual esto requiere un cambio en los procesos de evaluación. Debe volverse un proceso de seguimiento continuo que ayude a las personas a tener trazabilidad de cómo están avanzando en su aprendizaje, en vez de ser momentos de control. En lugar de pensar si las personas están fallando o no en las expectativas de un profesor, también deberíamos liberar el proceso de evaluación y desanclar las competencias de los cursos, porque estas se desarrollan en cualquier momento, incluso cuando terminas un curso que pretende ayudarte. Por lo tanto, la evaluación por competencias debería ser por períodos académicos.

No es solo preguntar si aprendió el texto que se le mandó a leer; deberíamos preguntar a las personas cómo quieren ser evaluadas, cómo se sienten cómodas dependiendo de su estilo de aprendizaje y también de su estilo de trabajo, para que podamos situarlas en una situación de confort y puedan ayudarnos a entender lo que efectivamente han aprendido.

El enfoque en competencias es un cambio radical, pero también es necesario, porque hoy los empleadores que están ahí afuera buscan que las personas tengan ciertas conductas y comportamientos y mucho menos qué tipo de título o certificación tienen.

¿Cómo entender la metodología que usan en Universidad Tecmilenio?

Trabajamos con una metodología que tiene un enfoque en nuestros usuarios. Buscamos entender lo que las personas necesitan y en cuál situación de vida se encuentran para crear productos educativos que les ayuden a desarrollar las competencias necesarias en ese momento específico de su vida. Por lo tanto, lo que creamos no son cursos con el nombre de una materia tradicional, sino productos educativos que atienden las necesidades específicas de las personas. Lo hacemos con metodologías actuales, procesos basados en diseño y pedagogías radicales.

Usamos herramientas de agilidad para que esto se implemente de forma rápida y con certidumbre, claramente, con un uso importante de herramientas digitales sofisticadas y también con una cultura basada en datos.

¿Cómo debe ser la incubación de proyectos en la academia para que dé resultados cuando llega a las empresas?

Nosotros, las instituciones de educación superior, y lo digo con cariño, no somos de las organizaciones más innovadoras y rápidas en transformarse. Por lo cual requerimos nuevos procesos para la incubación de productos que, muchas veces, son muy diferentes de lo que hemos hecho anteriormente. Buscamos que las personas tengan un impacto en su vida personal y profesional.

Lo primero es conocer a los empleadores, no solo a los usuarios, sino a los empleadores que tienen necesidades específicas. Si creamos nuestra oferta educativa con los mejores empleadores del mercado, podemos generar una oferta sincronizada con lo que se está pidiendo afuera y también dentro de nuestras organizaciones. Debemos trabajar con agilidad, sin miedo a experimentar nuevos productos y metodologías que nos saquen de nuestra zona de confort. Por eso, como organizaciones educativas, debemos buscar adquirir conocimiento y competencias en proyectos que se actualicen constantemente, tomando en cuenta que la tecnología también avanza rápidamente.

¿Cómo utilizan la inteligencia artificial en todo este proceso de innovación?

La utilizamos para acelerar y optimizar la generación de información y la creación de contenidos. Incluso, hemos desarrollado herramientas como las de GPT que pueden crear un curso entero para satisfacer las necesidades del usuario. También, la inteligencia artificial se puede utilizar mucho en el relacionamiento con el usuario. Estamos creando acompañantes que no son personas, como mentores expertos que asesoran a los usuarios.

Son inteligencias entrenadas para dar acompañamiento a nuestros aprendedores, así es como llamamos a nuestros estudiantes, dependiendo de las temáticas que sean más importantes. Sin embargo, también la inteligencia artificial es muy importante para tener una intimidad con los usuarios a través del procesamiento de sus datos, lo que nos permite ofrecer una oferta más personalizada. Debemos buscar innovar, aprender más e incorporar más la inteligencia artificial para que pueda desplegar su potencial, que aún está solo comenzando.

¿Cómo involucran a los docentes en este proceso?

En un principio, había mucha preocupación en la educación con la llegada de la inteligencia artificial, porque se pensaba que los alumnos iban a engañarnos y a hacer la tarea con esta. Hoy, claramente, después de poco tiempo, esta percepción ya ha cambiado y se entiende que las competencias de uso de la inteligencia artificial son tan básicas como cualquier otro tipo de competencia en alfabetización digital.

Debemos impulsar que nuestros usuarios utilicen la inteligencia artificial, porque esto es lo que se les va a demandar en la vida y en el mundo laboral. De la misma forma, debemos no solo formar a los estudiantes para que desarrollen estas habilidades, sino también formar a nuestros docentes para que puedan utilizar la inteligencia artificial dentro del proceso académico que ellos desarrollan, y también en el relacionamiento con los usuarios.

En los objetivos de aprendizaje, deberíamos evaluar si algún estudiante presenta una tarea declaradamente hecha con inteligencia artificial, pues la calidad del trabajo depende de la interacción que haya tenido con la inteligencia artificial. Por lo cual, por ejemplo, calificar el prompt es un nuevo reto, y solo estamos viendo las primeras implicaciones.

La pandemia desnudó los sistemas de educación de América Latina. ¿Es posible llevar el método de Tec Milenio a escala masiva?

Los métodos que utilizamos son propios, adaptados a nuestras necesidades, pero son parte de metodologías que están ahí afuera; no es una patente nuestra. El gran reto para escalar esto a muchas organizaciones de educación superior es la transformación cultural que estas deben hacer para emprender un camino que las sincronice con la actualidad. Se requiere un cambio cultural en el cual las organizaciones pongan en el centro del proceso no solo lo académico-pedagógico, sino también las necesidades de los usuarios, y comiencen a preocuparse por el futuro.

Lo que se busca es generar una oferta académica que ayude a las personas a manejar esta incertidumbre. En segunda instancia, las instituciones de educación superior necesitan adquirir el talento para generar una oferta que permita enfrentarnos a este futuro. Son perfiles diferentes de los que normalmente son contratados por las universidades. Tercero, se necesita un liderazgo en las instituciones que entienda que se tiene que imprimir una transformación y, por tanto, generar las condiciones que proporcionen los recursos y establezcan los incentivos para que su propia organización pueda transformarse.

¿Cómo está afectando la virtualidad los métodos de enseñanza y el rendimiento académico?

Algunas investigaciones durante la pandemia revelaron que las personas se repartían en un 50% entre estar muy contentas de trabajar desde casa y otro tanto que no. Eso también se aplicaba a la educación. Lo interesante es que las razones por las cuales la gente decía estar contenta de trabajar o estudiar desde casa eran exactamente las mismas por las que no les gustaba, por ejemplo, los tiempos de desplazamiento. Había gente que probablemente decía: “a mí me gusta el tiempo de cuando me desplazo porque es un tiempo para reflexionar, leer un libro y pensar”, y había gente que decía: “a mí no me gusta desplazarme”.

Con la presencialidad, siempre encontraremos personas que prefieren una modalidad u otra. Ser capaces de dirigir a nuestros usuarios a estudiar en modalidades completamente presenciales, completamente virtuales o híbridas, dependiendo de su perfil y de su estilo de aprendizaje, es crucial. Hay personas que pueden desempeñarse muy bien en una modalidad y no tan bien en otra, y muchas veces no se la pasan bien en la educación porque simplemente no se inscribieron en el programa adecuado para ellos con las modalidades de aprendizaje adecuadas.

¿Cuáles son los grandes retos para todas las instituciones de educación superior sobre la educación virtual?

Primero, que hace más difícil generar un aprendizaje activo orientado al desarrollo de competencias, porque mucha de la oferta educativa en línea está basada en el consumo de contenidos: ves textos, ves videos, consumes contenidos, pero no desarrollas competencias. Ese es el gran reto: generar un aprendizaje real, activo, basado en competencias en línea.
Este es, en síntesis, el gran reto de la educación virtual: dirigir a los usuarios hacia sus modalidades de aprendizaje ideales, ya sean presenciales, híbridas o virtuales, y generar realmente una educación con aprendizaje activo en línea. Para lograrlo, es necesario implementar herramientas digitales que vayan directamente hacia ese socio de aprendizaje, hacia el estudiante correcto.

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ESCRITO POR:

Juan Manuel Fernández C.

Periodista de Prensa Libre, especializado en storytelling de negocios con 19 años de experiencias, ganador de 4 premios de periodismo incluido el Premio Nacional de Periodismo Económico de Costa Rica y el Premio: Concurso Regional de Periodismo Investigativo: “El drama humano de la exclusión social en Centroamérica”.