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Tradición y fe de Semana Santa en Guatemala se transmiten entre generaciones

Desde las primeras horas de la mañana de este viernes, el Centro Histórico se comenzó a teñir de morado debido al color de los trajes de los miles de cucuruchos que se aprestaban a cargar en en los distintos cortejos en el antiguo casco urbano.

El Centro Histórico se vistió de morado este Viernes Santo (Foto Prensa Libre: Francisco Mauricio Martínez)

El Centro Histórico se vistió de morado este Viernes Santo (Foto Prensa Libre: Francisco Mauricio Martínez)

Uno de los cuadros más curiosos, y que cada vez es más frecuente durante estas conmemoraciones, es la participación de menores, quienes guiados por sus padres comienzan a heredar la fe católica y sus tradiciones.

Su primer año

Rodrigo Aguilar y su esposa Glenda, desde hace varias semanas esperaban con ansias que llegara el Viernes Santo para vestir de “cucuruchito” a su hijo, Rodrigo Emanuel, de 13 meses y así hacerlo partícipe, por primera vez, de estos actos espirituales.

“Nuestro objetivo es inculcarle, desde bebé, el verdadero sentido espiritual de la Semana Santa y que en el futuro se convierta en un devoto”, indicó Glenda, quien cuenta que el año pasado ninguno de la pareja participó en los eventos religiosos, debido a que ella convalecía por haber dado a luz a Emanuel.

Rodrigo y Glenda Aguilar, así como su hijo Emanuel, de 13 meses, participaron en el cortejo de La Merced, zona 1 capitalina. (Foto Prensa Libre: Francisco Mauricio Martínez)

Rodrigo dice que llevarlo a estas conmemoraciones es una manera de impulsar la fe católica en los hijos y que, con este acto, buscaban honrar al Señor.

Marvin Siliezar, quien desde hace 25 años participa en las procesiones de la Iglesia de La Merced en la zona 1 capitalina, busca que su hijo Raúl, de 11 años también se convierta en el futuro en un gran devoto durante los Viernes Santo.

Hoy desde las 7 horas llegó al templo para poder participar con su hijo, quien durante los últimos tres años lo ha acompañado.

Luego de cinco horas de caminar con el cortejo, al mediodía, se fue a su casa para regresar nuevamente a las 16 horas y participar en el Santo Entierro, hasta las 2 de la madrugada.

Marvin Siliézar y su hijo Raúl, asistieron desde las 7 horas a los cortejos religiosos. (Foto Prensa Libre: Francisco Mauricio Martínez)

 

Todas estas horas acompañado de Raúl, quien cuenta que el primer año no le gustó mucho, pero que ahora vive de manera muy especial los cortejos procesionales. “Me encanta el olor a incienso, y recuerdo mucho a mi abuelo Emilio Siliezar, quien me debe ver desde el  cielo”, cuenta.

Costumbre de hace más de dos siglos

En los más de doscientos años desde el establecimiento de la Nueva Guatemala de la Asunción, muchas generaciones de penitentes cargadores llamados “cucuruchos” han mantenido esta tradición.

Este apelativo en el paísrepresenta una tradición de fe, devoción y fervor.

Cucuruchos con traje talar morado símbolo de penitencia, llevan en hombros el anda con la imagen de Jesús Nazareno de Los Milagros, del Santuario al Señor San José, de la capital de Guatemala. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

 

La palabra cucurucho significa: capirote cónico de penitentes y disciplinantes, una prenda que usaban los devotos cargadores en los cortejos procesionales, allá en el ocaso del Siglo XIX y los albores del siglo XX; los participantes los llevaban sobre su cabeza y cubriéndose el rostro a manera de penitencia.

Se cuenta una anécdota en la historia de Guatemala, que el entonces presidente de la República, Manuel Estrada Cabrera, durante su mandato sufrió dos atentados graves: uno en 1907, cuando fue víctima de un intento de asesinato por unos cadetes, en las cercanías del Palacio.

Quien atentó contra la vida del gobernante era el cadete Víctor Vega, pero le acertó únicamente el dedo meñique. Posteriormente, este fue fusilado en la Antigua Escuela Politécnica, a un costado de la Iglesia de la Recolección.

En el año 1908, el presidente Estrada salió ileso de otro atentado, llamado de la Bomba. Para 1909, cuando estaban por iniciarse los días de la Cuaresma, la madre de Estrada Cabrera pidió que el Sepultado de Santo Domingo pasara frente a su casa, la cual se ubicaba en la Finca La Palma, hoy zona 5 de la capital.

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